Por Francisco Pollak, periodista
Hace un par de semanas por fin pude terminar el libro “El Pacto: Poder, Constitución y Prácticas Políticas en Chile (1990-2010)” de Claudio Fuentes y saldar una deuda pendiente.
Fue un regalo de cumpleaños del gran periodista Fidel Oyarzo Salgado (QEPD) en 2012, cuando compartíamos la cobertura del Congreso en Valparaíso.
Para ser sincero, entonces leí solo 30 o 40 páginas y el libro quedó guardado en un estante.
Lo encontré un poco aburrido y añejo. ¿La reforma constitucional de 2005? Sentía que era un cuento del pasado, en ese momento no le di mayor relevancia el tema en cuestión.
Claramente me equivoqué.
El Pacto es un repaso de los contextos antes, durante y después de la reforma de Lagos a la Constitución del 80, con un enfoque muy académico y medido. Por eso quizás, en el escenario de 2012 me resultó poco atractivo. Ahora, en cambio, estoy sorprendido de cómo su autor, Claudio Fuentes, ya por esos años sugería que la reforma constitucional de Lagos estaba agotada y que sería insuficiente de cara a una ciudadanía que tomaba protagonismo en el debate sobre políticas públicas en el país.
El libro describe los principales artículos reformados, los clasifica y luego los contextualiza.
Como resultado, la investigación permite, a mi juicio, entender dos puntos fundamentales:
1. La reforma de 2005, más que un avance con mirada de futuro, fue ponerse al día con la eliminación de enclaves autoritarios impropios de una democracia, tales como los senadores vitalicios y designados, el Consejo de Seguridad Nacional y la imposibilidad del ejecutivo de remover a los comandantes en jefe de las FF.AA., entre otros.
2. El proceso constituyente careció de toda participación ciudadana –ni siquiera hubo interés de la prensa por seguir el trámite legislativo- y fue realizado por un pequeño grupo de “políticos de carrera” a quienes se entregó la responsabilidad de establecer cuáles eran las necesidades del país en su conjunto.
Para algunos, el debate constitucional se instaló recién el 18 de octubre de 2019.
Sin embargo, para muchos otros, estaba sobre la mesa hace varios años.
En el último tiempo he aprendido sobre otros procesos constituyentes en el mundo (Irlanda, España, Sudáfrica) y todos los que han sido más o menos exitosos, tienen algo en común: su legitimidad es tan importante como la constitución misma.
He llegado a la convicción de que no podemos seguir omitiendo la importancia de que nuestra Constitución sea justa en su origen. Después de todo, la justicia es una creación humana y depende de nosotros aplicarla y valorarla.
La naturaleza y la muerte, en cambio, no saben de justicia o injusticias. Si fuera así, el gran periodista Fidel Oyarzo, un apasionado reportero político, estaría con nosotros siguiendo intensamente este momento crucial de nuestra historia republicana.