En la Gama de los Grises” muestra lo que pasa cuando un padre de familia descubre un nuevo amor en otro hombre y lo que arrastra con su decision en un Santiago histórico lleno de lugares que uno no debiera olvidar. Una respetable ópera prima de Claudio Marcone.

Por Enrique Huerta.

Las edificaciones nuevas versus el casco histórico antiguo de Santiago. Lo racionalmente construido para ser algo bello versus el encierro de lugares físicos comunes y corrientes. Así se puede hacer la analogía de la  batalla interior de Bruno (Francisco Celhay) un arquitecto que tiene el encargo por parte de su jefe Germán Schulz (Marcial Tagle) de buscar un diseño de ícono arquitectónico para construir en la ciudad de Santiago. Para esto Bruno tendrá que comenzar una búsqueda de un lugar especial que sea un puente para la modernidad, un legado. Así parte el protagonista de la película en el famoso “Puente de los candados” en el río Mapocho.

Bruno vive en lo que parece ser una pieza de resguardo, “un lugar para quedarse”, muy oscuro y con casi nada de luz. Su rutina es masturbarse solo, ya el abandono es claro y no se queja. Esto puede ser causado por un notorio quiebre en la relación entre Bruno y la madre de su hijo Soledad (una sorpresiva Daniela Ramírez).  No vemos una actitud muy madura de parte de Soledad, al principio, vemos que están conectados solamente por un hijo. Así es el trato y así Bruno lo entiende. Al parecer él tiene la culpa de esto según Soledad.

Bruno en esta etapa de su vida conoce a Fer (Emilio Edwards) quien es gay  y asesora al arquitecto como especialista en tours históricos de Santiago para cumplir con su encargo. Fer es animoso e inquebrantable. Si “le tiras una” él obviamente te seguirá el juego y es la tentación romántica plausible e inminente. Es el jugueteo o flirteo constante con otro hombre lo que le da una alternativa a Bruno para poder demostrar su neo naturaleza.  A esta altura ya se vuelve casi obvio que Bruno es bisexual. Solamente se puede esperar que Bruno tome una decisión respecto a si involucrarse o no con Fer.

Las decisiones de Bruno son controladas y eso es bueno hasta cierto punto. En una estructura narrativa fácil de seguir hay vacíos intencionales en el guión que hace preguntar donde está el foco de lo importante. Hay un beso que no está presente y que debiera aportar a focalizarnos en algo ex post facto. El público espera a ver si es retribuido con esta falta de información pero después hay una escena de sexo en la cama de Francisco que tira lo anterior por la borda dejando cuestionar lo que de verdad es relevante en una relación.  ¿Por qué se muestra sexo y no se muestra el primer beso? Entonces lo que era una decisión del personaje de no actuar parece más la indecisión del director de querer mostrar algo que pudo haber quedado en la sala de edición.

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Bruno tras experimentar sus primeros encuentros sexuales y/ó románticos, sigue cuestionándose continuamente.  El recurso de repetición convierte al protagonista en alguien vulnerable, cuando lo que uno quiere es que tome mando y dirección en su nueva incursión con Bruno pero vuelve a ser un personaje pegado a lo que dejó atrás con su familia.  Es algo ambivalente de interpretar y Celhay sabe demostrar esto en su personaje pero el resultado es forzado.

Hay una escena con el abuelo de Bruno (un adecuado Sergio Hernández) que es lo más natural en la película. Es la primera vez que escuchamos hablar a Bruno de su situación en forma seria y en tono de confesión.  Su abuelo dice “si no hay amor no significa nada”. Es una escena que recuerda que decir las cosas además de actuarlas (o no actuarlas) a veces es más importante para uno al tomar una decisión. Es primordial escuchar al otro para así no tener dudas con uno mismo. Es lo más natural.

La mejor escena de la película es una conversación a oscuras y donde se deja maravillar el uso de una linterna. Gran detalle direccional que se alaba pero que se echa de menos en casi todas las otras escenas, las cuales tienen más poética visual y diálogos de relleno que son aburridas por lo cliché.  Las referencias que hace Bruno sobre la película “Jerry Maguire” son un claro ejemplo.

Lo que ayuda a involucrarnos en el romance de Bruno con Fer, son los momentos felices entre ellos y que son mostrados en forma muy natural. Desde el uso de la cámara hasta la longitud de duración de las escenas (aunque el juego de planos es algo limitado) La identificación con el público se genera por lo que se comparte en momentos donde la pareja está a solas.  Como cualquier pareja homosexual ó heterosexual. Eso es positivo ya que permite que esta película sea un aporte a la tolerancia y aceptación de la diversidad sexual incluso hoy en día cuando el tema parece ya avanzado. No estamos hablando de “Brokeback Mountain”, “Sunday Bloody Sunday” ó “My Beautiful Laundrette” pero el tema ayuda a provocar debate para aquellos que pasan por la situación de Bruno en una forma estéril pero con un objetivo.

La búsqueda de Bruno termina con él en el mismo puente de la primera escena y logrando cruzar hasta el otro lado. Lo importante es cruzar el puente y no catalogar qué puente se está cruzando. Lo malo de esta película es que se sabe que la aceptación de uno está al otro lado pero Bruno se queda mirando el río en sólo un punto del puente durante toda la película, cuando se podía haber atravesado hasta el otro lado mucho antes del final.

  • Dirigida por Claudio Marcone.
  • Guión de Rodrigo Antonio Norero.