Una mañana de junio de 2005, los guardias del Museo Nacional de Bellas Artes notaron que una millonaria escultura de Auguste Rodin, había sido robada.
24 horas después, un tímido estudiante de arte regresa la pieza argumentando que la había robado como parte de un proyecto artístico en que quería comprobar que “una obra de arte estaba más presente no estando”.
Doce años más tarde, el cineasta Cristóbal Valenzuela indaga en el famoso robo entrevistando a artistas, abogados, teóricos y al propio protagonista del hurto. Robar a Rodin, producido por la destacada documentalista María Paz González y recientemente premiado como Mejor Documental Latinoamericano en FICViña, funciona como “un relato detectivesco que nos permite ironizar sobre el estado del arte contemporáneo y las contradicciones del quehacer artístico”.
Se estrenará el 2 de noviembre como parte del programa Miradoc, recorriendo un circuito que abarca exhibiciones en salas de Arica a Punta Arenas.
“Fue un rodaje complejo”
Cristóbal Valenzuela conocía al artífice del robo, Luis Onfray, cuando éste cometió el hecho. “Yo estudiaba cine en ARCIS y él estudiaba arte en la misma universidad”, recuerda el realizador. “No nos conocíamos, pero viví todo el tema muy de cerca. En ARCIS era usual ver alumnos implicados en acciones subversivas, sin embargo, el caso del robo de la escultura de Rodin era distinto. Por primera vez estábamos frente a un estudiante que justificaba su acción delictual con argumentos estéticos”.
Valenzuela confiesa que la historia le quedó dando vueltas pues tenía un gran potencial para convertirse en una intrigante película policial y, al mismo tiempo, en una bizarra comedia delirante. “Ambas líneas, lo policial y la comedia, funcionaban como un vehículo muy interesante para hablar en el fondo de temas como el arte contemporáneo, su función, la definición de arte y el rol de los artistas en las sociedades”, comenta.
La investigación duró seis años en los que contactaron a decenas de personajes implicados en la historia. El director cuenta que “varios no quisieron hablarnos, entre ellos los guardias del Museo Nacional de Bellas Artes. Sólo uno aceptó y creo que sólo lo hizo porque es evangélico. Al protagonista nos costó encontrarlo. Había cambiado de nombre, de Luis Onfray a Emilio Fabres, del primer al segundo nombre, del primer al segundo apellido. Cuando dimos él se mostró muy colaborativo. Vio en este proyecto una oportunidad de explicarse y expresarse como artista. Nunca antes le habían dado una ventana así”.
La productora María Paz González confiesa que otro obstáculo fue lidiar con el bloqueo del Museo Rodin, en París, quienes se negaron a que grabarán en sus espacios, además de prohibir a toda su gente relacionada a hablar con los realizadores. “El Museo Rodin interpretó que nuestra película era una ‘apología al robo’, que quedaba la idea de que era divertido andar por ahí robándose obras de Rodin. Si bien hay una ironía con respecto al absurdo del hecho nunca fue la intención plantearle eso al espectador. También fue muy difícil conseguir a Milan Ivelic. El robo es uno de sus peores recuerdos de todos los años en los que estuvo a cargo del museo. Recordar eso no era algo que le generara interés, por eso agrademos mucho la apertura al diálogo que tuvo el museo y las autoridades que se vieron vinculadas al caso, las que entendieron la dimensión reflexiva que proponía la película en torno al arte y al quehacer del artista”, indica González.
“No esperábamos carcajadas”
Robar a Rodin es una historia policial y reflexiva abordada con mucho humor, y que ha despertado gran interés del público que ha visto la película, premiada como Mejor Documental Latinoamericano en FICViña y Mención especial del jurado en la Competencia de Cine Chileno de SANFIC. “Se sorprenden con la historia y se ríen un montón. En los festivales que hemos pasado hay carcajadas cosa que no esperábamos, aunque sabíamos que era divertida. Es una película que busca aproximarse al universo del arte desde una perspectiva bien particular. Puede resultar de interés para los teóricos del arte, pero también para el público masivo que alguna vez va al museo y muchas veces no entiende bien de qué se trata el arte contemporáneo. Esta película no intenta dar respuestas, pero si repasa el caso de un robo que nos abre varias preguntas sobre el arte, las obras y los artistas”.
La película se estrena el 2 de noviembre y será distribuida por Miradoc en 18 ciudades y 22 salas de Arica a Punta Arenas, incluyendo los cines HOYTS, Cinemark y Cineplanet de Santiago. Todas las funciones en miradoc.cl y robararodin.cl
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