Corría el año 2008 y nosotros hasta esos computadores gigantes que teníamos que compartir con nuestra familia en algún lugar de nuestra casa. Facebook parecía tenerlo todo: se podían subir fotos sin limitaciones, jugar Pet Society, escribir cualquiera de las incoherencias que pasaran por tu cabeza y conocer gente con tus mismos intereses.

Una década después el universo se cansó de la red social. Facebook es considerada una plataforma para los adultos, porque es imposible no toparse con publicaciones paupérrimas sin fundamentos que comparten a diestra y siniestra en una explosión de desinformación tan implacable que logró que una generación completa emigrase hacia Instagram.

Pero Facebook es más que una red social donde los adultos latosos han encontrado su lugar de expiación: influye en política y en el odio generalizado hacia minorías étnicas y sexuales; contrario a prohibir estas publicaciones, el algoritmo de la otrora red social más poderosa del mundo se ha convertido en una caldillo de propaganda fascista.

El actor Sacha Baron Cohen protagonista de “Borat”, “El Dictador” y el increíble programa “Who is America?”, se encargó de la apartura de la gala de la Liga Anti Difamación (LAD). Contrario a lo que conocemos respecto a su irreverencia, el comediante se refirió de forma categórica a los daños que ha impuesto la tecnología en un mundo que apenas sabe cómo usarla (y menos discernir la veracidad de su contenido).

“Si Facebook hubiera existido en la década de 1930, a Hitler se le habría permitido publicar anuncios contra los judíos”, sostuvo.

Los Silicon Six, todos multimillonarios, todos estadounidenses, se preocupan más por aumentar el precio de sus acciones que por proteger la democracia”, dijo Cohen.

“Este es el imperialismo ideológico: seis individuos no electos en Silicon Valley que imponen su visión al resto del mundo, no rinden cuentas ante ningún gobierno y actúan como si estuvieran fuera del alcance de la ley. Es como si viviéramos en el Imperio Romano y Mark Zuckerberg fuera el César”, agregó.

“Todavía hay negacionistas del Holocausto en Facebook, y Google todavía lleva a los sitios donde se niega el Holocausto. En Internet todo puede parecer igualmente legítimo