Un equipo de investigadores de la Universidad de Yale dio con una buena noticia para la humanidad: la mayoría de las personas son inherentemente buenas y de buen corazón. Sin embargo, hay un par de chiquillos y chiquillas fuera de la norma que influyen al resto. De hecho, según su estudio, el ser descortés es un intento deliberado por negarse a nuestro instinto natural de ser bondadosos.

Todos los días, los titulares de los noticieros dan cuenta del heroísmo y valentía de hombres y mujeres normales que, a veces arriesgando su vida, salen de su camino por ayudar a otros. Pero, ¿qué hace que algunos sigan este instinto y otros no? Hace muy poco, el graduado Adam Bear y el profesor de psicología David Rand, ambos de Yale, terminaron la investigación que buscaba averiguar si la bondad es o no parte integral de la naturaleza humana o una divergencia del orden natural.

Ellos desarrollaron un juego para medir el comportamiento altruista o abnegado del individuo. El juego era similar a otros modelos anteriores que habían intentado determinar los comportamientos altruistas, pero a diferencia de los más antiguos, este modelo permitía jugar más de un juego a la vez. En algunos, se premiaba la actitud benévola, aunque en otros no. Lo que significó que los jugadores no tuvieran una estrategia fija y estarían forzados a ajustarla en cada movimiento.

Los investigadores notaron que dos patrones comportamiento comunes comenzaron a relucir: los jugadores que usaban su instinto para tomar decisiones, tendían a venir de ambientes más amigables y solidario, beneficiados de la generosidad en el pasado. Como resultado, tenían más posibilidades de ser generosos y ayudar a otros, sin importar si había una recompensa o no. Por el otro lado, individuos que se demostraban más estrategas y trataban de descifrar si un movimiento generaba un beneficio personal o no, tendían a venir de ambientes más hostiles. Sin una recompensa persona, los individuos estrategas reprimían su instinto cooperativo. Los sujetos que deliberadamente optan por una actitud menos generosa, resultaban actuando más egoístamente en ocasiones que de otra forma les hubieran traído algún beneficio.

“Nuestro modelo predice que ellos desarrollarán un instinto que los haga egoístas y sin siquiera saberlo”, comenta Bear. “En otras palabras, no siempre van a cambiar su instinto egoísta y preferir la cooperación después de reflexionarlo”.

¿En primer lugar, por qué los humanos evolucionaron para desarrollar una inclinación por la bondad y la cooperación? El afamado científico evolucionista Charles Darwin creía que la naturaleza favorecía la cooperación ya que insta a los humanos a trabajar en equipo y ayudarse mutuamente con el fin de incrementar las posibilidades de supervivencia como especie.

La cooperación es un principio fundamental de la evolución”, señala el biólogo y matemático director del programa de Dinámicas Evolutivas de la Universidad de Harvard, Martin Nowak. “Sin ella, no entenderíamos la construcción o la complejo de la vida”.

Donde sea que veas algo interesante, como la evolución de criaturas pluricelulares o el lenguaje humano, está relacionada la cooperación.

Via: Medical Daily.