La leyenda dice que el mismo Adolf Hitler la llamó para que cantara para el partido Nazi, y de pasadita le pidió que lo hiciera en alemán. Se dice que más tarde fue castigada por sus propios seguidores , quienes la acusaron de espionaje por dar conciertos a beneficio de los judíos. Su controversial y olvidada figura por parte de las nuevas generaciones, volvió a la vida de la mano de la actriz Silvanna Gajardo. ¿Cuáles son los desafíos de resucitar a Rosita Serrano?
Fotos por Patricio Melo / GAM
Cuentan que la chilena María Ester Aldunate del Campo, conocida como Rosita Serrano, fue la favorita del Tercer Reich. Que manejaba su propio auto, en una época en la que ver a una mujer conducir era casi imposible. Dicen también que fumaba en plena calle. Que se paseaba con su imponente figura por Berlín usando abrigos de piel y que llenaba todos los teatros como hoy lo hacen las grandes estrellas del pop, pero en los años 30.
Que era nazi. Que era una espía. Que no era nazi, sino que por el contrario escondió y cantó para judíos en el momento más álgido de la guerra. Más tarde se contó que en Chile era amiga de la familia Pinochet y que su desenlace fue triste: murió en la soledad y en el olvido, sin el reconocimiento de haber sido la estrella chilena más grande de la época.
Su controversial figura, quizá desconocida para las nuevas generaciones, la encarna en el centro Gabriela Mistral, la actriz Silvanna Gajardo en la obra Auge y caída del Ruiseñor: la historia de Rosita Serrano. “Jamás pretendo en lo más mínimo imitar su voz porque es inigualable, es hermosa”, sostiene la artista.
Y es que su registro era capaz de subir y bajar a gusto: “Yo soy más bravo que un toro y más ágil que un venado”, recitaba la diva para más de 3 mil personas acompañada por golpecitos rítmicos a su guitarra y silbidos.
“Su personalidad era muy interesante”, cuenta Gajardo. “En los espectáculos del Wintergarten, que era el más importante en esos momentos, ella hacía reír mucho al público. Era capaz de parar a toda la orquesta diciendo: ´A ver, a ver, chiquillos. Paremos acá porque esto lo hemos hecho mil veces mejor´. La gente gozaba, era muy cómica (…) Por eso todo el mundo se encantó de esta chilenita latina que venía con una personalidad y que podía parar al señor que estaba allí y cambiar sus letras, es muy entretenido también”
Serrano era de Quilpué y tenía 25 años la primera vez que se presentó en el Wintergarten Verieté, el teatro más importante de Berlín. Recién estaba aprendiendo alemán y por esta razón ignoraba todos los carteles del teatro que prohibían silbar. La crítica, maravillada por su voz y sus silbidos, la apodó “Die chilenische Nachtigall.” Así cantan los ruiseñores.
Con su carisma y música popular caló profundo en los espectadores del Tercer Reich, quienes gozaban de su personalidad.
“A mí me interesa la música, el arte y los hombres guapos, por supuesto”, afirma arriba del escenario Silvanna personificando a Rosita con un abrigo de piel rojo y enormes rizos rubios.
¿Cómo logró presentarse Serrano en aquel lugar? Ella misma pidió ver al director del Wintergarten y lo convenció de que su talento triunfaría. Unos meses antes logró lo mismo con Herr Wilhelmi, director de las emisoras de Berlín, para que le diera la oportunidad de cantar en la radio. En ese entonces lo hizo bajo el seudónimo de “La Chilenita.”
Su sobrina, Isabel Aldunate, contó más tarde en un documental familiar que la cantante gritaba fuera de la radio que debían escucharla. Fue presentada a la esfera nacionalsocialista por Peter Kreuder, compositor y pianista austroalemán que le consiguió un contrato discográfico con Telefunken. Rosita produjo alrededor de 81 temas grabados en Alemania y Suecia durante aquel acuerdo, pero a lo largo de su carrera se calcula que realizó alrededor de 160 canciones.
Tras participar en varios mítines y ceremonias nacionalsocialistas declaró que nunca tuvo afinidad política alguna ni fue nazi. A pesar de que, en sus grabaciones, llevaba el emblema del águila nazi en su vestimenta.
La voz de Silvanna retumba en el GAM y explica en 3 idiomas que no va a firmar el Certificado Ario. “Como dicen en mi país: no voy a firmar ninguna wea”, sentencia al par de burócratas cubiertos en pergaminos de solicitudes para participar en el ámbito cultural del Tercer Reich.
Nadie está por sobre la ley de un régimen totalitario y aquellas decisiones generaron el fin de su carrera en Alemania.
“¡No pueden hacerme esto, yo soy la voz del pueblo alemán! Tráiganme un trago”, grita desesperada al enterarse del fin de su contrato.
Un hombre con el número 2137 en su pecho y traje a rayas se acerca a ella lentamente con una copa de sangre. Las luces se apagan. Cuando vuelven Rosita sostiene el brazo de aquel hombre y lo ayuda a caminar fuera de aquel lugar.Rompieron sus discos, prohibieron sus canciones en la radio y solo la dejaron llevar un par de maletas consigo. Perdió toda su fortuna, pero encontró protección en Suecia, donde cantaba para judíos refugiados tras vuelos nocturnos secretos.
Probó éxito en Hollywood, pero no resultó. Terminó por radicarse definitivamente en Chile en 1991.
“Me han dicho que usted era nazi que usted cantaba para Hitler, para Goebbles y Göring, quiero saber si es verdad”, le preguntó su sobrina.
Rosita respondió que es verdad y agregó: “mientras yo cantaba para Hitler, Goebbles y Göring. Y escondí cientos de judíos en mi casa a quienes les salvé la vida.”
Serrano estaba llena de contradicciones.
“Es muy difícil sacar una conclusión porque hay mucho misterio respecto a ella, se decía que realmente era una espía nazi y, por otro lado, ella misma decía que escondía niños judíos mientras cantaba en sus espectaculos” explica Silvanna.
La actriz descansa tras una presentación sobre un escenario lleno de billetes. Su personaje los lanzó sobre una torre humana de fiesteros durante la obra. “Lo que pasa es que ella fue una mujer de mucha plata, realmente millonaria. Piensa que del auto de Hitler se hicieron 8 copias y ella tenía una, pero la plata nunca le importó. Creemos que como nunca tuvo conciencia y nunca supo cómo manejarla llegó a perderlo todo”, reflexiona Gajardo.
La figura anciana de Serrano recuerda su fama encorvada en una esquina del escenario. Pide a desconocidos que la lleven a sus casas, que le den un rinconcito, que ella se acomoda. Frente al final de su vida Rosita sólo guarda una joya del pasado que le regaló el rey Gustavo de Suecia.
Rosita falleció de una bronquitis crónica una tarde de abril de 1997. Llevaba internada varios meses en el hospital del tórax en Santiago. Se acusa que la cantante murió de allegada en un hogar, pero la familia asegura que contaba con su presencia. Sin embargo, a pesar de las contradicciones existe una verdad: la pensión de gracia solicitada por su sobrina llegó cuando ya había muerto.
Silvanna se refiere a la cantante como una voz insólita que “ninguna cantante chilena podría llegar a tener y nadie puede imitar”. La actriz Carmen Barros concuerda con aquella afirmación. Conoció a Rosita en persona y también participa en esta obra dentro de un registro audiovisual.
¿Cuál es tu visión sobre Rosita Serrano?
“Su familia dice que ella nunca fue nazi, y también hay un registro real que dice que la expulsaron de Alemania.
Lo que hacemos en la obra es dejar que la gente saque su conclusión, ¿era o no era? y pensar en el rol del artista cantando en un contexto totalitario absoluto, dictatorial. Eso le afectó en su carrera, ¿la convierte a ella en nazi haber cantado en ese momento? Son todas las preguntas que hacemos a través de la obra”.
¿Cuáles crees que son sus contradicciones?
“Tenemos dos caras, a lo largo de su vida ella mostraba que tenía una cercanía con el rey de Suecia, pero por otro lado tenía una cercanía con Goebbels, ministro de propaganda alemana, mano derecha de Hitler.
Uno no sabe qué creer, a algunas personas les decía una cosa y a otros otra. Ya de más edad se decía que no sabían si mentía o no mentía, pero hay en la historia cosas que sabemos que eran ciertas”.
¿Cuál es tu canción favorita de Rosita?
“Una canción que me gusta mucho es Corrio Llanero, que la cantamos en la obra. Es como un joropo, lo que más le gustaba a ella eran las canciones populares.
Se corre la voz de que Hitler en algún momento le dijo “cantas muy bonito, pero empieza a cantar más en alemán.” Tiene un sinfín de canciones preciosas”.
¿Cuáles son las dificultades de capturar al ruiseñor en la obra?
“Llenar los espacios en los que no tenemos información, y ahí es donde empezamos a ficcionar. La obra no es una historia verídica en escena, también es ficcionada. Hay muchos momentos en los que nosotros ponemos de nuestra parte y mostramos dos escenas: pudo ser ésta o ésta otra.
Es difícil porque no hay tanta información material, y por supuesto el canto”.
¿Cuál crees que es el rol del artista en medio de un escenario político complejo?
“Me parece muy ambiguo, muy raro y sospechoso que ella haya dicho ‘no me interesa la política’. Un artista en sí, es político y no puede hacer vista gorda de lo que está pasando.
Entiendo que debe haber sido una época compleja y de mucho miedo. Enfrentarse a Hitler no era algo fácil, te podían matar. Entonces, si fue cierto lo que dicen de ella –que escondió niños judíos–, me parece una mujer realmente valiente, impactante. De hecho, ya haber estado en esa época me parece insólita, cómo llegó a cantar y ser la favorita del Reich.
Es muy difícil hablar y decir ‘no debió haber cantado’, si te pueden cortar la cabeza y tienes militares atrás tuyo es difícil negarse. Ella quería triunfar, y a ella solo le interesaba cantar”.
Rosita llegó en 1936 y el conflicto estalló en 1939…
“Yo me cuestiono, ¿ella habrá sabido todo lo que estaba ocurriendo? Porque hoy tenemos redes sociales, hoy sabemos todo, pero en esa época no se sabía nada. Manejaban la radio los mismos del Tercer Reich, vivía en la ignorancia absoluta no sabía que estaba pasando, o quizás sí no lo sabemos”.
¿Hay algún momento de la vida de Serrano que te conmueva?
“El final de su vida. Siento que, al igual que muchos artistas chilenos, muere en la miseria misma porque el país no la reconoce. Ella siendo una gran artista chilena, una gran diva en Alemania, es lamentable que se le reconozca más allá que acá.
En la obra nombramos ‘el famoso pago de Chile’: Rosita pidió ayuda al gobierno durante mucho tiempo cuando ya estaba viejita, no tuvo ninguna colaboración a pesar de haber triunfado tanto afuera y haber puesto el nombre de Chile en alto. Ella siempre se presentaba como Rosita Serrano, la chilenita. Murió en la precariedad absoluta y fue lamentable.
Vivió los meses finales de su vida en San Bernardo allegada de una familia desconocida. Sin embargo, hoy están esos parientes de ella, y dicen que no murió en la precariedad, mientras que otros dicen que a ella la recibieron y que sí murió en la precariedad. Entonces continúa el misterio: ¿La familia se hizo o no se hizo cargo?
Hay un vacío de información del que nadie dice nada, es bien terrible la situación”.