Durante todo el día seguidores de la banda ícono del kpop esperaban y deambulaban por el Parque O’Higgins mientras la efervescencia del fanatismo por este género se comenzaba a notar cada vez más. Super Junior demostró, sin duda alguna, que la estrategia del ídolo funciona y permite desarrollar fans dispuestos a darlo todo.

Llegué esperando ver a una de las bandas con más estrellas en su carrera que cualquiera, años de trayectoria avalan un Movistar Arena con 8850 personas corriendo de un lado a otro en el escenario más grande montado en Latino América por la producción.

Entramos al recinto y en la espera los djs Play-N-Skillz pinchaban los hits del reggaeton actual, preparándose para irrumpir a medio tiempo con Leslie Grace y su corta, pero aclamada presentación después de que junto a la banda cantaran Lo Siento.


Comienza Super Junior

Apenas terminan los djs, las pantallas se van a negro, la luz baja y por cerca de veinte minutos. Comienza una especial de dorama, una historia que ayuda a dividir las secciones del espectaculo.

Llega Super Junior y por cerca de cinco minutos los gritos no frenan. Nadie calla. Señoras, niñas, mujeres de todas las edades con poleras acorde a la ocasión mueven sus light sticks azules al mismo ritmo y en la misma dirección. Cada banda tiene su light stick, su movimiento y su color. Los compran por Internet para cada concierto, dejando claro que se toman el trabajo de fan en serio, que esto es una pasión que se puede comparar incluso, en este lado del planeta y en este sur con la misma producción de fan que las hinchadas de los equipos de fútbol; e incluso son más organizadas.

Pasaban las primeras canciones y el grupo se alineaba de forma perfecta para comenzar la interacción con sus ELF (nombre que reciben sus seguidoras). Shingdong dirige la palabra al público en un español de corrido e imperfecto. Le siguen sus compañeros que van bajando su experiencia con el idioma, hasta llegar Siwon, mientras hablaba las fans reaccionaron con ternura y él no entendía qué estaba pasando, entonces prefirió lanzar frases al azar que no tenían relación con lo que estaba hablando antes, como “chachai” o “te amo” para que volvieran a la cotidianidad del grito. Luego, le siguió Eunhyuk, quien no pudo recordar el diálogo que debía aprender y sacó de su bolsillo un torpedo con las palabras exactas. En este papel no habían más opciones. Sabían cómo reaccionarían sus fans por cada pregunta, así que ni se molestaron en aprender español, pese a que Argentina y Perú también estaban en su agenda.

Ninguna de las seguidoras parecía molesta, todas los habían estado esperando por tantos años que sólo necesitaban vivir la experiencia.

El escenario recorría todo el espacio, y dividieron el show en cada metro de la pasarela volviendo a unas atletas a las niñas que corrían de un lado a otro sin importarles más que estar frente a alguno de estos coreanos.

El dorama continuaba y el público lloraba y se abrazaba al ver cómo la historia se desarrollaba, les gritaban “La colita”, pero nadie les traducía así que continuaban con la siguiente canción.

En la pantalla los cantantes eran protagonistas de historias sobre amor, muerte, soledad y música y las niñas ELF. Ellas estaban representadas por mujeres occidentales y asiáticas, eran las otras protagonistas de la historia, a quienes los personajes dejaban en claro que amaban y que daban todo por estar con ellas.

De memoria todo lo que debían bailar y decir, unas máquinas del profesionalismo que a veces parecían cyborgs programados para generar una tensión con las niñas. Sabían cuándo mirarlas, cuándo acercarse, cómo y cuándo mirarlas y cuando no.

Su calidad vocal fue constante, no así el baile; por todo el camino recorrido se entiende que pueden no durar con la misma energía por dos horas entre saltos y gritos.


Fue un concierto entretenido, con una producción bastante completa, sorpresiva y animosa; en la que la insistencia por demostrar esta dependencia.

Finalmente de eso se trataba todo, de sus seguidoras y de seguir demostrando que viven por ellas, que trabajan por ellas y que de ellas depende su éxito y carrera. La industria de los idols crea figuras que deben estar presentes para sus públicos al 100%; y Super Junior lo hace, lo demuestra y le funciona.

 Aquí algunas de las fotos de la velada kpop