Algo muy parecido a lo que se ve en las fondas del 18 de septiembre.


Takanakuy es una palabra quechua que significa “golpearse entre sí”, convirtiéndose en una tradición peruana que sorprende a los turistas que ven con escepticismo la situación presente en las pequeñas localidades cercanas a la región de Cuzco.

El origen del Takanakuy es tan polémico como su práctica, puesto que los españoles hacían pelear a sus esclavos incas como forma de entretención en vísperas de navidad. Con el tiempo, esta tradición se mantuvo como una forma de mantener la esencia guerrera inca manifestándose hasta el día de hoy.

Sin embargo, lejos de ser una festividad para celebrar con ahínco, existe un motivo por el que esta práctica existió durante tanto tiempo sin llamar la atención de las autoridades peruanas. Los habitantes de ciertas zonas del altiplano, aislados y sin medios judiciales que les proporcionasen protección en diferentes tópicos, debieron solucionar sus conflictos a golpes como un método resolutivo frente al evidente abandono.


La “celebración” se lleva a cabo en diferentes pueblos de Santo Tomás, en la provincia cusqueña de Chumbivilcas y tiene reglas muy claras: se prohíben los golpes bajos, por la espalda y seguir pegándole al oponente cuando se encuentra caído.

En la pelea participan todos, desde mujeres hasta niños pequeños. En otras zonas también se utilizan piedras, pero corresponde a una fiesta completamente anexa.

Los jóvenes -adolescentes que cruzan la mayoría de edad- se visten de forma colérica para impresionar a las chicas, todo acompañado por los cánticos de las huaylias, pastoras ancestrales que también forman parte de la ocasión.

El fin de esta práctica -cuyas peleas duran alrededor de tres minutos- es limar las asperezas de forma definitiva, y todo el pueblo participante se une en un carnaval que termina en una borrachera de proporciones prehispánicas dejando de lado las diferencias (por lo menos hasta el año siguiente).

El Takanakuy se celebra entre fines de diciembre y mediados de enero, y según autoridades -que ahora han intentado poner fin a esta práctica que compromete la imagen que quiere proyectar Perú en el mundo- ningún cusqueño permitiría ver doblegada frente a sus características milenarias.