Una intervención, un experimento, una locura amorosa o como tu quieras llamarle es lo que este padre canadiense (Keith Anderson) realiza año a año con los dibujos de su hijo menor.
Keith es totalmente devoto de los dibujos de su hijo Kai y siempre se asombraba por la expresión y técnica que tenia el pequeño retoño con los lápices y plumones, por lo que empezó a guardar cada uno de estos. Cuando Kai cumplió 4 años, decidió que una vez al año se tatuaría uno de estos dibujos para recordar y ser “un papá genial”.
A la fecha, Kai tiene ya 11 años por lo que Keith ya posee 7 tattoos totalmente originales y únicos.
Pure Love!