Acepto que me sé y disfruto un buen puñado de sus canciones, e incluso las he coreado con mis amigas en diferentes etapas de la vida, pero el problema nunca ha sido su música, es más bien lo que Taylor Swift representa.

Desde “You Belong With Me” que comencé a detestar a Taylor Swift.

Si, la animosidad es también una decisión que se genera cuando se está en contacto con algo que, por todos lados, va en contra de lo que somos y creemos se marca en la frente la palabra “enemigo”. ¿De qué? De lo latino, la diversidad racial, de las causas políticas que mueven al mundo. Blancura pura, ojos celestes, pelo rubio y brillante, guitarra al hombro y letras sobre amores platónicos. Sufrimiento primer mundista mientras todos los demás marchan en las calles de sus ciudades por mejores oportunidades.

“Canciones como “Fifteen” reviven el antiguo ideal puritano de que las chicas solo pueden acceder al poder negando confiada y heterosexualmente el acceso a sus calzones”.
Riese

Marie Lyn Bernard, editora en jefe de Autosstraddle afirmó entonces que “canciones como “Fifteen” reviven el antiguo ideal puritano de que las chicas solo pueden acceder al poder negando confiada y heterosexualmente el acceso a sus calzones” e incluso hizo el ejercicio de comparar el “video del año”, You Belong With Me con Girl Next Door de Saving Jane, y tanto letras como video son una copia.

https://www.youtube.com/watch?v=F335NTrfIKs

Girl Next Door:

She is the prom queen I’m in the marching band
She is a cheerleader I’m sitting in the stands

Si eso suena familiar, es porque de seguro escuchaste You Belong With Me.

But she wears short skirts, I wear t-shirts
She’s cheer captain and I’m on the bleachers


Taylor Swift intentó blindar su persona por todos lados: novios, peleas con gente famosa, mostrar un squad de amigas privilegiadas como ella. Lo que no pudo proteger fue que, después de una larga pelea entre Kanye West y ella, que comenzó en los VMAs 2009 cuando el rapero se subió al escenario a quitarle el micrófono para decir que quién se merecía el premio era Beyoncé, todo termina volviéndose hacia ella.

Si, la sororidad es algo sumamente poderoso, al igual que la hermandad, sobre todo cuando estás en tu etapa adolescente, pero el concepto polarizado que tiene Swift lo arruina todo. Feminismo y amistad van de la mano y buscan sobre todo la inclusión, pero la visión que ella nos entrega y sus squads sumamente polarizados es todo lo contrario. Es exclusión, es exclusividad que te deja totalmente fuera si no eres blanco, hermoso o feliz.

Luego de reclamar que West no le había pedido permiso para hablar sobre ella en la canción “Famous”, Kim Kardashian publicó en sus redes la conversación de Swift y su marido donde acepta que se tratará sobre ella. Golpe bajo, y la “reputación” –de donde viene el título de su último álbum– se fue al carajo, haciendo más visibles las carencias de Taylor ante el ojo público. Como si no fuese suficiente, Swift nos sorprendió con su famosa cita “me gustaría ser excluida de esta narrativa“, pero al mismo tiempo forzó una pregunta a la inversa, y es si es que John Mayer, Jake Gyllenhaal o Harry Styles querían ser parte de la narrativa de sus letra.


Hacerse la víctima

Esta es la más simple de resumir porque de eso se tratan sus canciones: el que no la miró, el que no quiso estar con ella, el que cortó la relación que no quería terminar. Por muchos discos siempre fue el resto el que le hizo daño y la impulsó a escribir temas al respecto, sin ninguna gota de autocrítica. John Mayer tiene una canción inspirada en su relación, Harry Styles también, utilizó las redes sociales para tomar el crédito (que le corresponde) en una canción éxito de su ex Calvin Harris y, de paso, pasearse por la playas con su “nuevo” amor Tom Hiddleston.

Todos eso hombres son ingredientes de su carrera y, podrían darnos un ejemplo de resiliencia emocional. El problema es cuando todo el tiempo te estás quejando de que las personas son malas contigo, o esforzándote en hacer creer que eres inofensiva cuando en la realidad eres tan calculadora como todos los otros mortales.

“Look What You Made Me Do” podría ser la representación de como Swift logró por fin entender no está mal admitir que eres el malo de la película, si es bajo tus propios términos. Es aceptar que te hiciste la víctima y se te pasó la mano, porque tus mentiras te explotaron en la cara, pero, también, seguir jugando a ser víctima de las circunstancias. Es como si ese lado de ella jamás pudiera ser dejado atrás, aunque todas esas Taylors que mandó al infierno en el video se hayan extinguido, ella sigue ahí, marcando aún más la brecha de quién realmente es Taylor Swift.

Y aún así seguimos sin conocerla realmente.


Perpetuando estereotipos

“You Belong With Me” fue la primera canción que se le acusó de estereotipada, pues cuando la mayoría de sus fans era niñas pequeñas, se les reforzó la idea de que ser hermosa y popular es lo ideal para conseguir al hombre de tus sueños. La Taylor de ese tiempo era una personificación del sueño sureño de las botas y el vestido vaporoso.

Pero el primer corte de 1989 causó revuelo en dos frentes: en los números, por lo pegajosa del hit, y en la crítica, que la trató varias veces de apropiarse de la cultura negra.

“Shake It Off” es un himno de mandar a los haters a perderse y funciona muy bien de esa forma, pero ¿el video? ¿Era necesario poner a tanto back up dancer negro y tú, tan blanca, al centro? ¿O haciendo todos oficios y actividades que, a pesar de ser parte de la cultura popular, son de otros? Apropiación cultural dirán algunos o insensibilidad cultural, para darle un término más suave, pero abusar de los estereotipos es parte de la videografía de Swift. El video de “Wildest Dream” es casi una oda al colonialismo del primer mundo sobre África.

Ay, querida, lo bueno es que no eres la única mujer blanca de apoderarse de algo que no es suyo por el bien de las reproducciones en YouTube.

Lo que no calza de Swift es su incapacidad de hacerse cargo de su privilegio como mujer blanca, cisgénero y heterosexual. Es la personificación del sueño americano de la clase media blanca, esa que teóricamente empieza de abajo y luego se toma el poder; aunque ni ella ni Trump, quien hoy es Presidente de EE.UU. hayan pertenecido alguna vez al proletariado, ya que ambos bien de familias adineradas.


Feminismo blanco

Oh, wow. Muchas mujeres juntas en un video apoteósico siendo amigas, protegiendo a la de la pelea con otra artista pop (cofcofKatyPerry). Un cargamento de chicas que son culturalmente relevantes, pero que cumplen ciertos cánones de belleza o son básicamente feministas blancas, igual que Taylor. Y no fue solo con “Bad Blood” que se le acusó de funcionar de esta manera, sino que en plena discusión por los derechos de las mujeres en Estados Unidos desapareció de la escena.

¿Acaso su vida es una eterna fraternidad de Universidad? Sus amigas son todas modelos –si, modelos– cantantes de pop con figuras parecidas a la suya, principalmente rubias y hermosas. Swift aún no logra identificar que el feminismo tiene valor político, más que una simple actitud de “you go gurl”.

Taylor, por favor entiende que allí afuera existen personas de todos los tamaños, colores y formas, y son personas que tienen verdaderos problemas. Mostrarte como víctima constantemente de un hombre, de otras mujeres o de tu “fealdad” es el resumen de todo lo que está mal contigo.

Taylor, me gustan tus canciones. Pero por favor, bájate del pony.