Porque a siete años del fatal accidente, todavía todos cada cierto tiempo decimos “qué cuático que se haya muerto Felipe Camiroaga”.

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“Una mirada sobre la televisión, su cotidianidad y las transformaciones materiales y epistemológicas que están ocurriendo en Chile. Ensayo escrito por el joven cineasta chileno Marco Pereira con imágenes de Andrés Tapia. Desde una perspectiva vinculable con la teoría cultural, a través del accidente de Felipe Camiroaga (conductor chileno), el autor analiza los cambios en la televisión chilena y sus nuevos mecanismos comunicacionales”, así presenta la Microeditorial Amistad, “La Teoría de Camiroaga”, el trabajo de Marco Pereira y Andrés Tapia, publicado por primero vez en marzo del 2017.

“Este ensayo es muy respetuoso y no busca tomar la imagen de camiroaga como un meme o talla, el efecto memético de la figura es una forma en la que se tradujo en la cultura cotidiana, pero no es la única, están las halconas soñadoras, las toallas, el efecto que tuvo en la televisión, de eso habla mucho el ensayo en el fanzine. La tragedia de su muerte, el trauma que generó en la sociedad y cómo intentamos evadirnos”, nos cuenta Pereira, cineasta responsable del cortometraje “Voy a matar a Piñera” y la película Ángel de la muerte.

Además es uno de los realizadores del mejor web show de cocina en la historia de Internet: Pasión por la cocina.

“También habló del ritmo y la cadencia que tenía la tele y Chile hasta el 2011. Después de la muerte de Camiroaga, que coincide un poco con la aparición de los smartphones, Chile cambia un montón. Chile era prácticamente noventero hasta esos dos momentos que coinciden”, agrega.

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A continuación te dejamos un extracto de ese trabajo, el cual podrás encontrar completo en la próxima feria Impresionante en el stand de Microeditorial Amistad.

Empecemos por los parches antes de la herida.

El primero: A este montón de ideas que algo tienen que ver entre sí las llamo “La Teoría de Camiroaga”. Usaré la fórmula de las Misceláneas del Barroco del siglo XVI en España, que conocí por primera vez en las Poéticas del Cine del Maestro Raúl Ruíz que, como él mismo explica, son discursos teórico-narrativos de piruetas discursivas, cambios de rumbos violentos en los temas y asociaciones caprichosas entre ellos. Todo esto por el simple afán de despertar la curiosidad, lo que me funciona perfectamente. Asumí hace un rato que esa es la manera en que pienso lo que pienso y me sale mejor darme a entender y, en este caso, mezclando todo lo que haya que mezclar acerca de Chile, pero también del espectáculo, la muerte, el pasado, la televisión, la tecnología, el cotidiano, yo mismo, y por supuesto, Felipe Humberto Camiroaga Fernández (1966-2011), que le da nombre a esta teoría, y ahora, fanzine.

Segundo: Por la misma línea, deseo recalcar que esto es un texto escrito a manera muy personal, con la intención de generar algo así como un show de ideas. No es una columna de opinión, un ensayo académico ni nada de ese estilo. No pretendo convencer a nadie de nada y tampoco me interesa tener la razón. Espero entonces que les resulte, con suerte, novedoso o, por lo menos, interesante.

Tercer parche: Creo que en Chile no nos vendría mal conocer un poco más sobre Teoría de Medios y la manera en que opera esa máquina de generar sentido llamada televisión. Me imagino que si la gente supiera que cuando en las noticias vemos a Michelle Bachelet y la muestran de pies a cabeza, como quien mira y juzga a alguien por su aspecto, y eso acompañado de un titular que dice “Baja Aprobación de la Presidenta”, no es casualidad. En ese movimiento de cámara y esa frase simplona a transmitirse en señal abierta se mezcla y proyecta la intención de dañar su imagen de manera machista, prepotente y odiosa, confundiendo política y politiquería con algo más bien irracional y bajo que es sentir o no atracción sexual por alguien. Algo similar ocurre en las noticias sobre robos y asaltos, pero con prejuicios clasistas y morales. La verdad es que toda esa operación televisiva tan descarada a estas alturas me genera angustia. En un momento con la Teoría de Frankfurt fue depresión, eventualmente vino la indiferencia y ahora último es una suerte de angustia. Con las revisiones, me parece que este fanzine quedó un poco inclinado a ese acercamiento angustioso, pero bueno, creo que ensalza la lectura. Dicho todo esto, pues, espero que lo disfruten.

“Las cosas no son como fueron, sino como las recuerdo”
Carlos Flores del Pino parafraseado a Andrei Tarkovsky

I

Esta teoría existe a partir de La Tragedia de Juan Fernández, un accidente aéreo sin sobrevivientes ocurrido el viernes 2 de septiembre del 2011 a las 17:48 horas cerca de la Isla Robinson Crusoe, Chile. El avión pertenecía a la Fuerza Aérea de Chile y los motivos del accidente, según la versión oficial, apuntan a la falta de experiencia y la mala planificación del viaje por parte de la tripulación.

Las víctimas, 21 en total, se dividían entre ocho tripulantes de la Fuerza Aérea de Chile: la Teniente Carolina Fernández Quinteros, el Teniente Juan Pablo Mallea Lagos, el Sargento 1º Eduardo Jones San Martín, el Cabo 1º Eduardo Estrada Muñoz, el Cabo 2º Flavio Oliva Pino, el Cabo 2º Erwin Núñez Rebolledo, el Comandante Rodrigo Fernández Apablaza y el periodista y asesor comunicacional de la Fuerza Aérea José Cifuentes Juica; también las representantes del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Galia Díaz Riffo y Romina Irarrázabal Faggiani; el empresario y filántropo Felipe Cubillos, fundador y líder de la ONG Desafío Levantemos Chile, junto a otros miembros como Sebastián Correa Murillo, Catalina Vela Montero, Joel Lizama Nahuelhual, Jorge Palma Calvo y Joaquín Arnolds Reyes; por último, cinco trabajadores de Televisión Nacional de Chile (TVN) del matinal Buenos Días a Todos, la Editora del programa Sylvia Slier Muñoz, la asistente de producción Carolina Gatica Aburto, el camarógrafo Rodrigo Cabezón de Amesti, el periodista Roberto Bruce y el ineludible Felipe Camiroaga, que al momento de perder la vida, era una de las personas más reconocidas del país.

Animador estrella del Buenos Días a Todos, rostro ancla de TVN, conductor de programas como Extra Jóvenes y Halcón y Camaleón, Camiroaga no sólo animaba, también actuaba, cantaba y hasta llegó a realizar cortometrajes para la tele (como los que hacían en Pase lo que Pase). También inventó y encarnó a sus propios personajes, el Washington y Luciano Bello, participaba como rostro obligatorio en eventos masivos como la Teletón, y en sus últimos años de vida, como ciudadano, en campañas sociales o convocatorias a manifestaciones y marchas, como las de la Revolución Estudiantil del 2011. Todo esto, al tiempo que mantenía una vida privada poco expuesta, manteniendo sus relaciones personales alejadas de las cámaras y la opinión pública, algo que, en un país farandulero y cahuinero por excelencia solamente multiplicaba su mito.

Lo que más recuerdo es que era de una humanidad muy transparente. Aunque siempre mantenía la compostura de algo así como un caballero, se notaba que era una persona común y corriente, aunque evidentemente excepcional y que cargaba orgulloso con sus grises: no tenía problema en engordar, mostrar su cuerpo desnudo, cambiar de apariencia, hacerse tatuajes, hacer el loco, o “pasarse pa la punta” con comentarios picarescos o “inadecuados” para la televisión de la época. Se comportaba de manera natural y nunca se molestó en ser un personaje inventado, forzado, con una moral televisiva liquida y moldeable, lleno de tics y expresiones inexplicables, como la mayoría de los otros animadores de tele. Pienso en el Rafa Araneda no dejando de sonreír nunca o en el doble oficial de Rafa Araneda, o en la imitación de Kramer del Rafa Araneda y que los tres personajes-personas se parecen alarmantemente mucho, por eso mismo.

No muchos animadores hubiesen hecho una entrevista desnudos en el Chile -aún más conservador- de principios de los 2000, como Camiroaga en Animal Nocturno con la “Abuelita Tunick”. Y no muchos animadores hubiesen interpelado en vivo a las ocho y media de la mañana, con tanta propiedad, a Rodrigo Hinzpeter, Ministro del Interior de Sebastián Piñera, para pedirle que no construyeran la Termoeléctrica Barrancones en Punta de Choros. Un episodio no menor, si consideramos que la termoeléctrica finalmente no se construyó y, en parte, por la presión mediática que suscitaba Camiroaga y su voz acerca de un asunto que los medios de comunicación normalmente intentan invisibilizar.

Es más: hay teorías conspirativas dando vueltas que dicen que la Tragedia de Juan Fernández no fue un accidente sino que un atentado para matarlo a raíz de ese episodio. Él se habría convertido en un personaje peligroso para el Poder en esos dos minutos de televisión en vivo. Comparto esta primera idea, porque han matado a gente por menos, y pienso que Rodrigo Hinzpeter es un Agente del Mal y que el poder se resguarda con violencia y muerte desde siempre.

Pero eso no es todo: pocos meses después de esa entrevista, se quemó la casa de Camiroaga en Chicureo. Primero se habló de un alza del voltaje, aunque finalmente el informe de la Brigada de Investigaciones Especiales concluyó que había sido intencional. Una especie de advertencia, un antecedente en la conspiración que culminaría con el posterior accidente aeronáutico. Bromeó, de todas formas con su infortunio, “tengo seguro, espero haber pagado todas las cuotas”.

Primera digresión: una vez escuché a una conocida hablar de que, con los años, Camiroaga se hubiese transformado en un ícono de la pansexualidad. En algún momento de un futuro-ficticio, distópico, por presión mediática o activismo o lo que fuese, hubiese hablado abiertamente de su sexualidad, algo que en el pasado-real nunca hizo y también despertaba rumores. Y quizá en esa distopía nos decía a todos “bueno, soy pansexual y le doy a todo” y habría estado bien, algo habría avanzado, porque era él. Porque con él, a través de él, era más fácil para muchas personas conocer y empatizar con asuntos poco familiares o lejanos.

Esto, aunque anecdótico y caricaturesco tal vez, hace más válida la teoría conspirativa para mí. Con Camiroaga se habrían asimilado (y hasta acabado) mucho más rápido las batallas políticas que actualmente se están dando en Chile: causas como los derechos LGBTIQ, las libertades sexuales de las mujeres, los problemas de clasismo y el racismo que acompañan el alza en la inmigración, la explotación ilegal e indiscriminada de ecosistemas por parte de grandes privados. Estas luchas de las que se ha hecho cargo tan mal la izquierda chilena no serían tan difíciles de resolver porque habría a quién mirar y escuchar, un líder carismático posicionado y validado que lo podría traducir a términos básicos. Si todos estos problemas políticos se han transformado en monstruos cósmicos y se han extendido por años debido a la presión y estrategia de los partidos políticos conservadores e instituciones como la Iglesia Católica o la Evangélica, es porque no ha habido alguien que tenga la capacidad de hablar de estos asuntos complicados y generar empatía al mismo tiempo. Esa persona ya no existe. Y no es que lo esté inventando, alcanzó a ocurrir. Pensemos en Punta de Choros.

Ese era Felipe Camiroaga.