En medio de un escenario en donde las medidas gubernamentales se han vuelto cada vez más estrictas para combatir la organización de pandillas, el artista salvadoreño Efraín Orellana, conocido mundialmente como TNT, explica a POUSTA cómo llegaron a crear un movimiento que aleja a los jóvenes de las armas para acercarlos al arte y las latas de aerosol.
Desde principios de los años noventa, diversos grupos de artistas de El Salvador salían a las calles de su país para pintar y dejar un rastro de sus emociones en las frías paredes de la ciudad. Acababan de enfrentar una guerra civil que terminó en 1992 y tanto la policía, como la constante presencia de pandilleros que marcaban sus territorios, podían convertirse en un peligroso obstáculo que dificultaría que regresaran a casa.
“El inicio acá fue bien complicado, porque veníamos de una posguerra que marcó bastante”, explica a POUSTA el graffitero Efraín Orellana (34), más conocido como TNT, “empezó a venir gente de Estados Unidos y traían influencias del graffiti, pero un graffiti gangsta, después empezaron a formar las pandillas y todo eso”.
El artista salvadoreño hoy es una de las voces más respetadas en este ámbito a nivel mundial. Incluso en junio visitó Santiago de Chile para participar en el Festival MUMA Internacional, el cual también contó la colaboración de Ecko Untltd y con la presencia de destacados grafiteros, como los alemanes Phet y Stereo, el colombiano Ideaz, y el peruano Dear Lozada, entre otros.
Pero a pesar de que hoy puede mostrar sus obras coloridas y realistas por distintas ciudades del mundo y a través de su cuenta de Instagram, TNT relata que sus inicios en el graffiti estuvieron marcados por este contexto violento: “En mi época, cuando comencé, la dinámica de agarrar un aerosol y salir a pintar a la calle era totalmente mal vista, y no solo eso, los pandilleros que estaban en ese momento te podían matar y la policía te miraba como un delincuente de la Mara”, cuenta a POUSTA.
Recuerda un episodio que vivió uno de sus amigos grafiteros cerca de 2008, quien fue castigado por la policía. Los uniformados lo usaron como un lienzo humano para reprenderlo, TNT dice que en el lugar de los hechos, quedó su silueta marcada en el pavimento.
Y si bien, las obras de TNT nunca han abordado temas políticos de manera explícita, el artista asegura que sí tienen un trasfondo que busca influir en la ciudadanía y en la forma en que entienden su disciplina. “Nos tocó ir abriendo los espacios para todos los que nos gustaba hacer letras, evolucionar para meter un par de flores, algún animal, un diseño, para tener esa compensación y que la gente ya empezara a ver el graffiti como arte”, añade, “tratamos de aprender, porque no teníamos ni siquiera una buena técnica, y también intentar culturizar un poco a la gente de lo que íbamos viviendo y nuestras experiencias”.
¿Cómo fue ese proceso?
“Acá no habían espacios designados para graffitear, pero la gente empezó a ver que no era nada delictivo. Era bastante complicado lo que hacíamos, como en todos lados. Tal vez no teníamos el metro (para pintar), pero teníamos la dificultad de que aquí sí nos podían matar, entonces salíamos a horas específicas, ciertos grupos se quedaban vigilando. Entonces, era un proceso delicado, hasta que llegó un momento en que quizás evolucionó tanto que quizás los artistas ya no querían tanto hacer como bombing o un throw up, sino que querían dejar algo más bonito y sin el riesgo de morir, porque que te golpeen puede pasar en cualquier parte del mundo, pero la muerte creo que no”.
Hemos visto las estrictas medidas que ha tomado el gobierno para combatir a las organizaciones criminales. En el caso de ustedes, ¿siguen enfrentando esos riesgos a la hora de pintar?
“Digamos que desde hace unos cuatro años, el riesgo de salir a pintar a la calle en El Salvador ha sido menor, porque los que estaban en las pandillas empezaron a identificar qué graffitis no tenían nada que ver con ellos. Entonces, ya no te iban a matar por pintar. Por parte del gobierno, pasó lo mismo, la policía entendió que no tenía nada que ver. Lo más que te podía pasar es que te llevaran a la cárcel por tres días”.
¿Ustedes están saliendo a pintar en la actualidad?
“Actualmente han puesto un régimen de excepción para erradicar el tema de las pandillas, porque al final, el presidente sí se puso bien fuerte con esto. Ahora está bien complicado el tema de la cárcel, hay muchos de los grafiteros que salían, pero que mejor han esperado a que pase todo esto para poder retomar. Pero esto viene desde hace cuatro meses, antes de eso podía salir cualquiera. Bueno, cuando fue el festival Área 503 vinieron unos chilenos y gente de otros lados, incluso salieron a pintar y no hubo problema.
Por eso también en parte nos sorprendimos cuando llegamos a Chile, ver que te bajas del aeropuerto y está todo súper atacado, ya sea bombing, throw up y todo esto. En El Salvador no es así. Acá tenemos algunos tags en ciertos lugares y eso que ahora ya se puede, pero quizás la mayoría de las nuevas generaciones creció viendo a la de nosotros, que dejamos de hacerlo de la manera en que lo hacíamos antes para buscar el profesionalismo, evolucionar la técnica y ganar dinero. Creo que cada país lleva su proceso”.
¿Qué significó el graffiti para tu generación?
“En parte era como un desahogo a todo lo que estaba pasando. La juventud casi siempre busca botar energía, ya sea pintando, bailando o haciendo cualquier otra disciplina. Incluso, creo que por eso es que también la mayoría de delincuentes acá eran jóvenes, porque creo que querían botar esa energía y hacer algo. Cada quien se metió como ‘a su mundo’. En el caso de los que hicimos graffiti, era eso. Queríamos desahogarnos y expresarnos”.
¿Consideras que hicieron un cambio a nivel social?
“Ha sido una evolución, en el sentido de que el graffiti ha entrado a comunidades en donde no podía entrar nadie, peligrosas, que si entrabas no salías, pero muchos artistas grafiteros llegaron a pintar ahí y gracias a esto hay muchos jóvenes que pudieron ver que sí podías hacer un cambio en tu vida y no ser pandillero. Bajo ese aspecto sí creo que el graffiti ha influido un montón. En El Salvador la mayoría son para embellecer las ciudades”.
¿Cómo entraste en el mundo del graffiti?
“Tenía 18 años si mal no recuerdo. Dibujaba bastante desde muy pequeño, pero era malo para ello, me complicaba un montón la técnica. En 2002 entré en la escena del hip-hop y empecé a bailar break, ahí vi los elementos del movimiento. Estaba en esa cuando un día le mandan una revista de carros modificados a un primo, que tenía apartados de graffitis y letras. Yo ya hacía las mías desde el 95, pero no sabía qué era el graffiti como tal, cómo se hacía, qué era un tag o los métodos. Conocí gente involucrada y me empezaron a explicar, pero yo seguí bailando, hasta que el 2006 tuve una lesión en la rodilla y a causa de eso opté por salir a pintar a las calles.
Ya tenía muchos cuadernos, pero jamás había utilizado un aerosol. Eso me llevó a involucrarme y al final pues me encantó y me quedé de una”.
Tus obras tienden a tener una gran cantidad de colores fuertes e imágenes nítidas y con formas pronunciadas. ¿Qué sientes cuando tomas una lata de aerosol?
“Siempre que estoy pintando, mi mundo está pensando en un montón de proyectos de vida, en la creación de nuevas cosas. Lo tomé como una forma de liberar ideas. Mi arte siempre ha sido más algo colorido que la gente puede interpretar de muchas formas. Siempre me gustó el impresionismo, porque si te acerca ves manchas, pero si te alejas hay un realismo súper bueno. Me gusta el realismo, lo low poly, me encanta también lo geométrico, que creo que eso es lo que abona lo que hago. Mi técnica es una mezcla de todas esas cosas”.
¿Cómo interpretas tu propio arte?
“Es más como un concepto que puedes ver para atribuir un poco de contenido visual, pero que también puede refrescar tus pensamientos. O sea, vas en tu día a día y ves las noticias o vas al trabajo y ves un graffiti y dices que estamos viviendo algo, o si vas caminando y ves colores que te llama la atención, que embellecen el espacio, te nace tomarte una foto. Creo que eso es lo que yo busco en mi arte”.