Todo cambia. Nuestra concepción de belleza también. Cuando era chica, estaban de moda las cejas finísimas y casi inexistentes. Hoy en cambio mientras más cejas mejor.

Las tendencias y modas van cambiando cada vez más rápido y el internet ha jugado un papel muy importante. Pero no solo es agotador vivir en un mundo que cada dos años va cambiando su ideal de belleza, también es peligroso.

En la pre adolescencia las niñas son muy susceptibles porque están comenzando a crear su identidad, y sacan ejemplos e inspiraciones de lo que tengan más a su alcance. Si lo primero que ven cuando abren Instagram son tutoriales de maquillaje cuya gracia repercute en cambiar casi en totalidad la apariencia normal de la cara, ¿cómo pedirles que se sientan cómodas con ellas mismas si estamos en una sociedad que te premia por cambiar tu apariencia drásticamente para poder encajar?

 ¿Qué hay de malo con nuestras caras?

Jamás pensé que algo estaba mal con mis cejas. Pensé que con depilarme los pelitos rebeldes estaba lista. Pero de un día para otro me vi usando lápices, sombras, gel y un millón y medio de productos solo para darle forma porque definitivamente no estaban bien; les faltaba color, volumen y dramatismo. Me demoraba más de 20 minutos cada mañana tratando de que mis cejas quedaran “perfectas”, tal como había visto tantas veces en Instagram. Hasta que un día no tenía mis productos y no pude salir a la calle porque mis cejas naturales me parecían tan feas y tan extrañas que no quería que nadie me viera así.

Me ha gustado el maquillaje desde que vi un labial en la cartera de mi mamá a los 3 años. No podía esperar a ser más grande para maquillarme todos los días y comprarme todos los productos que quisiera. Pero jamás imaginé que no podría salir a la calle porque no soportaba mi cara normal. El maquillaje no puede ser una imposición, no puede significar un ideal que demora dos horas y cuesta muchísima plata.

El maquillaje nos ayuda a sentirnos más seguras/os, más guapas/os, más femeninas/os, nos ayuda a resaltar nuestras mejores facciones o a esconder ciertas imperfecciones que nos insegurizan. Es parte esencial de la creación de identidad de muchas mujeres y hombres. Pero no debe hacernos sentir inadecuadas, inseguras o derechamente inservibles en esta sociedad obsesionada por la belleza.

Muchas podemos decir que nos maquillamos para nosotras, y esa es la idea; un poco de base puede hacernos sentir más seguras y la idea es que nadie note la base, solo nuestra seguridad. Pero el maquillaje occidental actual no llama a crear una correcta autopercepción: no es para ti, es para el resto. No es para camuflar imperfecciones y aumentar la seguridad, es para hacerte sentir que tu cara “lavada” no tiene nada especial. Es como un molde o literalmente un manual de instrucciones común para que te veas igual que todas las demás, que te veas como está “aprobado”.

Todo esto sin contar a uno de los protagonistas principales de esta historia: el mercado. Cada día aparecen nuevas marcas, nuevos productos y nuevas campañas. El maquillaje hoy, al igual que la tecnología, va quedando obsoleto. Cada año se lanzan más de 30 rímels distintos con distintos cepillos y fórmulas, dejando a los del año anterior como “modelos viejos”. Nunca es suficiente.

¿Pero qué pasa cuando ya compraste todos los productos de moda, estuviste tres horas pintándote y las selfies no te salen como a Kylie Jenner? ¿Qué pasa si seguiste todas las instrucciones del tutorial, pero aún no te sientes segura? Y lo más importante, ¿Qué pasa cuando te sacas el maquillaje?

Nuestra identidad en una selfie

Me podrán decir “cada persona puede elegir cómo se pinta” y sí, totalmente. No estoy en contra del maquillaje ni de las tendencias. No estoy en contra del efecto matte ni del contouring. Solo estoy preocupada de las miles de chicas, sobre todo adolescentes, que crecen creyendo que tienen que seguir un manual de instrucciones todos los días y estar constantemente pendientes de su look. Estoy preocupada del ideal de belleza con el que están creando su propia identidad, una que las acompañará por años y definirá su forma de relacionarse con el resto y con ellas mismas.

Las personas nos vamos apropiando y adueñando de nuestro cuerpo y formando nuestra identidad. Si nuestro cuerpo no cuadra con lo que queremos proyectar -que generalmente es lo normado por las tendencias y la sociedad- ¿De qué cuerpo nos adueñamos? ¿Qué identidad formamos?.

Las peores influencers del mundo

Hace un par de años ser flaca como un palo era la última moda, lo que llevó a miles de adolescentes en todo el mundo a caer en la anorexia y la bulimia, ambas enfermedades que no dejan de aumentar sus cifras en el mundo. Hoy, una vez más gracias al team Kardashian, el ideal de cuerpo es tener un trasero más que enorme y una cintura pequeñísima: físicamente imposible. Las mujeres que naturalmente son “potonas” no tienen cinturas de 40 centímetros porque el cuerpo tiene que sostener el poto. Pensemos en las brasileñas o las colombianas. ¿Cómo se puede tener una cintura de 60 cms, un poto de 110 cms y unos muslos de 80 cms? Solamente se logra con muchas horas de ejercicio, dietas extremas, operaciones, fajas y mucha, mucha inseguridad.

Las Kardashian venden belleza y sexo. Las poses insinuantes de Kylie Jenner con el poto levantado solo buscan provocar. Eso está bien, tenemos todo el derecho a querer ser sexy. El problemas es el contexto en el que tenemos estas imágenes. Cuántas jóvenes están creciendo creyendo que el sexo y la belleza son el camino al poder. No olvidemos que Kim Kardashian se hizo famosa (y con ella Kylie Jenner y las demás) gracias a la filtración de su sex tape.

Las Kardashian hoy en día son las personas con más seguidores en redes sociales en el mundo. Son una fuente de dinero interminable e iconos de esta década, para bien o para mal. No las critico por su forma de vida ni cómo se la ganan, pero critico fuertemente la obsesión de las jóvenes por ese estilo de vida: uno que no promueve nada más que la vanidad y la superficie.

La inseguridad como negocio

Está bien, no todos los famosos tienen que ser portavoces de causas, pero no deja de decepcionarme que personas que solo promueven el físico y la imagen como forma de lograr “cosas” en la vida sean el ejemplo de a seguir de millones de personas. Lo único que tienen para entregar son un ideal de belleza trucado con operaciones estéticas y mucho maquillaje.

En Estados Unidos, se realiza una cirugía labial cada 19 minutos, un 48% más que en el año 2000. Por otro lado, los trastornos alimenticios se han transformado en unas de las principales enfermedades que aquejan a los jóvenes en Chile. Según cifras del Colegio Medico del año 2011, 500.000 jóvenes entre 14 y 30 años de edad sufrían anorexia y/o bulimia. Del 2005 al 2007, o sea en solo dos años, estas cifras aumentaron en un 115% entre jóvenes de 10 a 19 años. Si esto era así era 6 años atrás ¿Cómo estaremos hoy?

La adicción a las operaciones estéticas y la anorexia son patologías modernas que han sabido aprovecharse de las tendencias sociales que vivimos hoy en día. La belleza es la moneda de cambio para obtener el éxito social que todos creemos necesitar, y las redes sociales y el consumo indiscriminado solo aumentan el problema.

Estas nuevas modas en las que el maquillaje perfecto y el cuerpo imposible para el 98% de las mujeres del mundo se apoderan de las redes sociales y de todo lugar donde se mueven los jóvenes solo ayudan a crear ideales imposibles de belleza y una autopercepción equivocada y dañina, que puede llevar a graves problemas de autoestima. Todo esto sin contar que le hace creer a millones de mujeres en el mundo que lo único realmente importante es ser bella.

Como dice el documental Miss Representation, disponible en Netflix, “las mujeres estadounidenses gastan más dinero en productos de belleza en la búsqueda de estos ideales, que en su propia educación, lo que de hecho las beneficiaría mucho más en el futuro”. Esto lleva a las mujeres a una dependencia extrema de la belleza. Las jóvenes aprenden a verse como objetos porque es la única forma en la que somos representadas, y esta objetivización de la mujer hace que niñas y jóvenes tengan más posibilidades de tener depresión, ansiedad, desordenes alimenticios, baja autoestima, bajo nivel de ambición y bajos resultados académicos.

Es importante criticar los referentes de moda. Es importante cuestionar a quiénes seguimos. No podemos dejar que las personas más famosas del mundo solo lo sean por su belleza, y que su único aporte a la sociedad sea promover la baja autoestima en millones de jóvenes. No es por uno, es por los que vienen.