Un buen amigo que dirige una agencia de comunicaciones, me contó un día algunas de las estrategias que lo han llevado a convertir a su pequeño equipo, en uno de los mejores del país. De cómo manejaban las convocatorias para poder hacer eventos classy y al mismo tiempo entretenidos para el público más joven, y finalmente cómo gestionando correctamente los recursos, muchas veces era posible duplicar el presupuesto de un evento, simplemente gracias a auspiciadores. Aquél día yo escuchaba con atención y anotaba dando un ajah, ajah, cada cierto tiempo.

Aparentemente el lanzamiento de Topman en Chile fue un desacierto en todos los puntos que ese día aprendí.

Teatro Novedades, el lugar elegido, suena como un lugar arriesgado. Está lejos, su estética clásica mal lograda lo deja más como lugar Kitsch y si no sabes intervenirlo, no es más que un hoyo alfombrado de pésima acústica. La seguridad de la zona no se anota puntos si llegas a pie, y mucho menos en auto si es que no hay guardias, como ese día. Viéndolo así, la selección del lugar claramente no era parte de una propuesta, sino más bien el resultado de la falta de presupuesto.

Más tarde la convocatoria, donde la alta exclusividad y cupos limitados no salía precisamente en letra chica, uno imagina y espera encontrarse casi con la reina Isabel cara a cara, pero tampoco fue así. Peor aún, dejar gente afuera, como ocurrió, porque anotaron mal el nombre o se te traspapeló una lista de invitados parece de muy mal gusto, incluso mal intencionado. Para rematar, los disclaimers de este supuesto ultra VIP se contradecían cuando llegabas al lugar y te topas con los mismos de siempre.

Afortunadamente la ropa de Topman es genial, y el sacrifio valía la pena. Los fans esperaban ver qué tal estaba la colección que llegaba a Chile, así que esperamos hasta alta horas para ver el desfile…pero quéee, sorry, NO hubo desfile. El único modo que quedaba para ver la ropa, era a través de las visuales que paradójicamente sólo proyectaban el lookbook de TopShop ¿?. A esa altura los invitados de prensa ya llamaban al radiotaxi para que los recogiera.

Con todo lo anterior, Topman ultrajó a todos su invitados. Les metió el dick in the eye con una fiesta como cualquier otra –pobre se escuchaba entre el público- con la misma gente de siempre, en un lugar en la cresta de la loma y peor aún, le puso mucho, mucho color a la invitación. Para eso hubiese aceptado la salida al sucucho de la esquina con mis amigos del trabajo, de seguro habría sido mucho más enriquecedora.