Hace tiempo que Residente tiene con sangre en el ojo a muchísima gente principalmente por ese discurso seudo revolucionario que aparentemente tiene más ruido que pasta.

Sea como sea, pocas veces hemos visto una crítica tan buena como esta de Iván Gallo, titulada Residente de Calle 13: Un revolucionario de plástico en Las 2 Orillas.


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El sábado 30 de marzo Calle 13 tocó ante cincuenta mil fanáticos en el coliseo Foro Sol de México. El concierto transcurría con normalidad, es decir, ya Residente había gritado unas cuantas arengas contra el imperialismo yanqui y el capitalismo, cuando un fervoroso fan se subió al escenario con la esperanza de abrazar a su ídolo. René apenas sintió que los brazos del joven rodeaban su cuello se volteó asustado y vio cómo a éste ya lo sostenían dos de sus escoltas. Aprovechando que el presunto agresor estaba neutralizado, le propinó severo gancho en el estómago al muchacho que luego fue sacado a empujones del escenario. La masa, enfebrecida y borracha con la presentación del divo boricua, ovacionó otro de sus ya conocidos gestos de valentía.

Al día siguiente, cuando la prensa mexicana empezó a criticar con dureza la cobarde acción del cantante, éste sacó en la cuenta de Twitter de la poderosa disquera Sony Music, una foto con Beto, el joven golpeado, mientras brindaban con un trago de mezcal. Debajo de la misma venían unas palabras que difícilmente podían interpretarse como una disculpa: “¡Gracias Beto por las disculpas, son simultáneas! ¡Gracias por brindar contra el amarillismo. Saludos a la familia!”. Para René el problema no radica en que su comportamiento se parezca cada vez más al de un matón de barrio, sino que la prensa, perteneciente siempre a las oscuras multinacionales que él combate incansablemente, lo viene persiguiendo desde hace rato solo porque es un humilde héroe cuya única pretensión es salvar al mundo.

Qué triste para todos los que alguna vez nos gustó Calle 13 ver cómo René ha dejado de ser un aguerrido cantante para convertirse en un autoproclamado profeta. La desbordada popularidad de la cual goza el grupo que él formó, junto con su medio hermano Eduardo Cabra, mejor conocido como Visitante, le inoculó la peligrosa enfermedad que sufren Bono o Manu Chao: la del mesianismo exacerbado.

Es una verdadera pena que hayan terminado tomándose tan en serio. Su último disco, Multi-Viral, lanzado al mercado el pasado mes de marzo, confirma lo anterior. El ego desbordado ha atacado a este hombre de 36 años, nacido en un hogar de clase media alta y no en La Perla como muchos creíamos. Es hijo de un abogado y de la reconocida actriz de teatro Flor Joglar de Gracia y nunca vivió una infancia llena de privaciones, como declaró en el 2011 justo después de arrasar en el Grammy latino.

Aburrido en Puerto Rico, le montó pataleta a sus papás para que lo sacaran rápido del monótono sopor de la isla. Se fue a Georgia, Estados Unidos, a cursar un bachillerato en Artes. Luego, cansado de caminar y ver gringos que le dañaban el paisaje, se fue a Barcelona en donde estudiaría cine y edición de sonido. Volvería a Borinquen a formar Calle 13.

Entre los amores de este Che Guevara del reggaeton, no se encuentran precisamente muchachas universitarias detenidas por incitar a la revolución, sino que él se siente atraído, como el tipo millonario, guapo y famoso que es, por mujeres bonitas y simples como Denisse Quiñonez, Miss Universo en el año 2001, o la que es actualmente su esposa, la espectacular modelo argentina Soledad Fandiño. A pesar de que se autodenominan como un “Matrimonio Hippie” la pareja no vive precisamente en el Bolsón o en una isla desierta, sino que reparten sus días entre las lujosas mansiones que tienen en Los Ángeles y Nueva York.

Sin embargo, Residente ha dicho en muchas entrevistas que él no es ningún magnate, a pesar de que ha vendido millones de discos y que ha rechazado, con su probada gallardía y consecuencia, propuestas indecentes que lo hubieran convertido en una persona muy rica. “He perdido dinero, Coca Cola me ofreció medio millón de dólares y dije que no haría el comercial porque no tomo Coca Cola, porque creo que hace daño, no me ayuda en nada y representa todo lo contrario de lo que yo represento. Perdí medio millón de dólares con el que me pude comprar una casa, pero hasta ese nivel llega mi convicción”. Creer que Residente no tiene dinero es tan absurdo como haberle creído a Britney Spears cuando decía que era virgen.

Pero volvamos a Multi-Viral, el disco con el que me han terminado de desilusionar los creadores de canciones maravillosas como La Perla o Atrévete. En este último trabajo se echa en falta su habitual sentido del humor. Ahora, en su pose de redentores, los ganadores de 21 Grammys (2 estadounidenses y 19 latinos) han decidido explorar más a fondo su talento y por eso han renunciado a hablar de ciencia, anatomía, hambruna, guerras, represión social, racismo, embates de la naturaleza, fenómenos astrales, los modelos económicos, el orden político-social, los bombardeos atómicos, el abuso de poder, las dictaduras y las ejecuciones para hablar del único tema que ellos parecen manejar a la perfección: su propio ego. En su gira promocional el cantante ha dicho en una entrevista que “de repente, comencé a estar más pendiente, o preocupado, sobre la vida y la muerte… Pensé que quizás podría hacer algo más grande que la política”. Gracias a su caudalosa inteligencia, evolucionada en todos estos años de lucha inquebrantable y ya completamente pulida en Multi-Viral, vamos a desentrañar lo que se oculta en el más allá. Ya no gozaremos tanto con Calle 13 pero escucharlos sin duda que nos hará más sabios.

Para que quede claro que los medios-hermanos son unos intelectuales, revolucionarios connotados, han invitado a Eduardo Galeano para que les haga una introducción del disco. Entonces te sientas en el sofá, tomas en las manos una vieja edición de Las venas abiertas de América Latina y escuchas al escritor uruguayo decir las siguientes palabras: “Los invito a caminar por la calle 13. Les aseguro que lo van a pasar muy bien, acompañados por las voces del disco Multi-Viral”. Después de esta introducción tan naif nos sumergimos en las profundas aguas del conocimiento residentiano. Primero nos va a hablar de su genialidad:

Cuando mis neuronas corren hasta yo mismo me asusto.
Convierto letras en ideas como un ilusionista.

Luego, nos va a hacer algunas referencias a los conflictos en Oriente Medio para después repetir una vez más que

He sacado casi cinco discos y todavía no soy rico
Y que ha sido de un origen tan humilde que
A mi mejor amigo lo mataron en un cuartel

Y que en cambio, todos esos enemigos suyos que me imagino deben ser otros reggaetoneros y raperos de su país, no han hecho más que desperdiciar sus vidas.

Tu no has vivido tres carajos de dificultad en tu vida
Si la gente del Congo hubiera tenido tus posibilidades
se hubiera graduado en las mejores universidades.

Y así se pasa la canción, haciendo un histérico ajuste de cuentas, enseñándonos que si no vivimos como él, lo más seguro es que no seremos dignos de entrar al paraíso socialista.

Claro, adentro tiene su video promocional en donde podemos ver a nuestro héroe destruyendo un Maseratti de doscientos mil dólares a pata y bate ventiao, como el animal que es, para enseñarnos que las cosas materiales en realidad no importan nada si vives el socialismo del Siglo XXI.

Su fervor socialista es tan latente que le ha jugado malas pasadas, como le sucedió en el 2011, cuando por estar en Caracas, en una reunión de presidentes del Celac representando a Puerto Rico, no siendo él gobernador ni habiendo sido invitado por nadie a la cumbre, llegó cinco horas tarde a un concierto que tenía en Lima. En lugar de ofrecer disculpas a los miles de fanáticos que lo esperaban, decidió detener el recital ante el abucheo del público y gritar, con su habitual insolencia: “Acá no hemos dormido en tres cabrones días. Yo no soy Luis Miguel, ni Shakira, que se la pasan en un cabrón jacuzzi, agarrándome las bolas”, y después de agarrarse los genitales en un gesto desafiante, remató con una advertencia: “El que tenga algún problema, que se trepe y me lo diga acá en la cara”.

Así es René, un hombre que se ha echado al hombro la responsabilidad de liberar no sólo a Puerto Rico sino a América Latina entera. Un muchacho confundido y ahogado por la fama que ha dejado de ser un maravilloso cantante, alguien que se destinaba a ser el Héctor Lavoe del reggaeton para convertirse en un odioso Bono del Caribe.