Valentina Iribarne, diseñadora: “Me gustaría que la gente joven enganche con cuidar la ropa en lugar de desecharla tan rápido”

Valentina Iribarne ha decidido poner un stop al desmesurado sobreconsumo ligado al retail presentando una colección donde predomina la calidad y el minimalismo por sobre lo desechable.

Lamentablemente, la forma en que se desarrolla la industria de la moda en Chile siempre ha generado más detractores que adeptos por diversos motivos que no vale la pena desglosar al tener características que pueden ser fácilmente corregidas por nuevos emprendedores.

La forma en que los jóvenes se relacionan con la moda ha ido cambiando a pasos agigantados por la irrupción de nuevos cánones de estilo visibles gracias a la fuerte expansión de las redes sociales. Gastar mucho dinero ya no es sinónimo de vestirse bien y los referentes nada tienen que ver con los modelos que conocíamos por revistas donde imperaban los estereotipos.

“Quise dedicarme a esto desde que tenía 6 años, no te voy a decir que caminaba en el taller de mi abuela tocando las telas como el típico cliché, pero siempre diseñé, siempre me gustó, y cuando salí del colegio e hice la práctica con la Lupe Gajardo, decidí que definitivamente, esto es lo mío” explica Valentina Iribarne sobre el trasfondo que la llevó a elegir su carrera.

La inspiración para esta colección según sus palabras, viene de la época de Luis XIV –mezclándolo con harto brillo y autenticidad- y la actitud de una mujer itineraria que necesita una prenda que se pueda utilizar durante todo el día –ya sea para la oficina o salir de copas-.

 

Todas las telas son importadas, naturales y cómodas. Siempre hay gente que prefiere comprar ropa atemporal en lugares establecidos, pero mi target conoce su cuerpo, lo que le queda bien y lo que le queda mal; sabe que una prenda de buena calidad se puede conservar durante mucho tiempo” añade respecto a los hábitos de consumo de los chilenos.

Los datos publicados por El Mostrador a principio de año señalaron que Chile es el país que más consume ropa en Sudamérica, y que ese consumo representa la mitad del vestuario que se factura en toda la región. También, se estima que cada chileno compra un promedio de 50 prendas al año.

Sin embargo, estos hábitos no se han traducido en potenciar la industria local ni menos en que se elija calidad y duración en lugar de cantidad.

“Me gustaría que la gente joven enganche con cuidar la ropa en lugar de desecharla tan rápido como funciona la producción industrial del retail. Esto es producto de mucho sudor y muchas lágrimas. Tuve que trabajar haciendo de todo para poder dedicarme de lleno a esta industria” agrega.

 

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