Durante el rodaje de Tengo Miedo Torero, la adaptación al cine de la obra homónima de Pedro Lemebel, el director de cine y teatro Rodrigo Susarte acompañó con su cámara a Alfredo Castro, el protagonista de la cinta. Registró así el proceso de personificación que llevó al actor a convertirse en La Loca del Frente, uno de sus roles más aclamados y el personaje principal del largometraje que, tras su exhibición online, se convirtió en la película chilena más vista de la historia al momento de su estreno.

Con ese material, en paralelo a la película, Susarte creó el cortometraje “El Tercer Cuerpo”, un making-of íntimo, inspirado en un texto escrito por Castro y titulado “Lo Crudo/La Piel/Lo Cruel”, el cual ha sido presentado en diversas instancias, como la Universidad de Princeton. La pieza entremezcla las imágenes de, por ejemplo, las sesiones de peluquería para decolorar y poner extensiones al pelo del actor, con extractos de su texto que relatan el sentir interno de un intérprete al adoptar un personaje.


Por estos días, la academia chilena está en el proceso de elección de la película nacional que representará al país en los premios Óscar y Tengo Miedo Torero es una de sus candidatas más fuertes. Uno de los puntos que la posiciona como tal es el buen recibimiento que ha tenido, tanto desde el público como de la crítica especializada. Parte importante de esa acogida se la ha llevado la interpretación de Alfredo Castro como La Loca del Frente.

“A un actor se le mira, se le observa pensar, no actuar. El actor mira pensar ese personaje, a ese ser de ficción, a ese otro cuerpo. El actor se recuerda a sí mismo en ese cuerpo ficticio. Recuerda su cuerpo cadáver. Mira con una mirada no distante ni crítica, sino con una mirada extrañada, esa mirada que se duele por él mismo”, es parte del texto que puede escucharse en el corto, en la voz del propio Alfredo.

El corto deja también un espacio para el proceso inverso a la caracterización, en el cual la Loca del Frente vuelve a convertirse en Alfredo Castro y se da ese momento de desapego. “Actuar sería la creación insaciable e infinita de un otro. Un viaje hacia un saber primitivo. Es dar vida a otro. Es un estado de goce que nos incita a la alteridad, a evacuar eternamente a un otro. Y ese acto exige siempre, inevitablemente, la muerte”, reflexiona el actor.