Hace ya varios meses que la información que nos llega se ha tornado dolorosamente negativa. Corrupción galopante, vergonzosos desastres ambientales, catástrofes políticas y un montón de otros factores, nos han llevado a un estado social de crisis del cual personalmente no he podido permanecer al margen. Pese a que en el pasado me he esforzado por mantener toda la buena onda y optimismo, confieso que en el último tiempo me ha costado no sucumbir a la desesperanza. Estoy abatido, principalmente porque me siento inútil: no sé como cambiar al mundo.
Como todo mortal llevé mi crisis al psicólogo, con quien me senté a disectar mi angustia existencial. Eventualmente llegué a la conclusión que el problema- mí problema- no es la sociedad ni tampoco el mundo actual. Seamos honestos: el mundo siempre ha estado en caos y en ese sentido el optimismo siempre peligra. El problema soy yo. ¿Por qué?
Esto es lo fantástico del arte, y el motivo por el cual rallo la papa con la cultura en general: logra generar conexiones sinápticas que la cotidianidad nos va atrofiando, y que muchas veces podrían evitarnos (y $ ahorrarnos $) los ritalines, dormoniles, ravotriles, ansiolíticos y antidepresivos varios a los cuales terminamos por recurrir:
Tuve la suerte de entrevistar a una de las artistas chilenas más relevantes del momento, cuyo nombre no podrán olvidar: Voluspa Jarpa.
Voluspa se ha dedicado a trabajar con los más de 200.000 archivos que el gobierno estadounidense desclasificó acerca de Chile durante la administración de Clinton cuando Pinochet estuvo detenido en Londres. Los archivos, que son de dominio público, vienen en parte tachados por distintos motivos: operaciones secretas de la inteligencia americana que siguen vigentes, informantes que siguen vivos, información que perjudica los intereses económicos y políticos estadounidenses actuales, etc. La obra de Voluspa plantea el grave problema de un país cuyo relato colectivo ha sido construido por información contada a medias y proveída por terceras partes en lugar de la autogestión. Nuestra historia sigue construyéndose sobre “versiones no oficiales”. Esta carencia de hechos documentados oficiales de dominio público no solo deja una mesa coja en nuestro relato nacional, sino además genera gran parte de las divisiones que hoy acarreamos como un gastado tatuaje patrio que aun no logramos cicatrizar (que no es lo mismo que olvidar).
En mi volada existencial le pregunté a Voluspa si leer todos esos archivos (cuya información no tachada es fuertísima) le había generado algún grado de angustia, similar a la que muchos estamos padeciendo actualmente. No dudó un segundo en decirme “Sí, pero lo superé”. Le conté mi angustia personal y me dijo: “Tu angustia es un capricho. No pretendas cambiar todo tú mismo. No caigas en la malcriación de la inmediatez que caracteriza a tu generación. Cualquier cambio sustancial no se gesta de la noche a la mañana. Los cambios grandes, los cambios de pensamiento, los verdaderos quiebres direccionales no solo se tardan sino que muchas veces los ve la siguiente generación. Tu angustia es un capricho porque nadie ha cambiado ni cambiará el mundo por sí solo, el cambio se logra colectivamente”.
Lo importante es usar esta angustia moderna como catalizador de una acción que no siempre es de resultado individual, sino colectivo
Voluspa trabaja los archivos desclasificados de forma tal de hacerlos digeribles para un espectador, generando una emoción y gatillando un cambio interno, por lo que solucionó su angustia creyendo en un sentimiento de colectividad, de sumatoria, de pertenencia a una manada. A menudo lo olvidamos, pero los seres humanos somos mamíferos: Es nuestra naturaleza andar en manadas, y si bien no pertenecemos a todas (gente que vota por Trump, que sacan delfines del agua para sacarse una selfie, etc.), siempre perteneceremos a alguna. Depende de nosotros a cual, pero lo importante es usar esta angustia moderna como catalizador de una acción que no siempre es de resultado individual, sino colectivo. No tiene por qué ser postularse a presidente, pero sí votar. No tiene por qué ser limpiar toda la ciudad en un día, pero sí recoger un papel que tú mismo no tiraste. El sentimiento colectivo nos corresponde y es algo muy lindo y necesario, porque es la única noción que nos permite seguir creyendo en el concepto de sociedad. Se trata de trazar comunes denominadores y avanzar juntos, como manada, hacia un futuro mejor.
“La solución frente a la angustia que me generaron los archivos, fue trasladar mi foco desde la emoción individual a la emoción colectiva, que para mí es una emoción súper estética. Hay una historia en común, un lugar en común, una percepción de las cosas que es común. Somos mucho más manada que lo que nos permitimos asimilar: nuestra necesidad por el otro es innegable. Mi pregunta inicial efectivamente fue ‘¿Que hago con esto?’, pero evolucionó hasta entender que soy parte de una responsabilidad colectiva, y que la pregunta no era que hago yo con esto, sino que harás tú con esto. Y él, y ella, y todos. Mi rol como artista es espejar la información, es pasarla a otro. Ni siquiera sé cual es el cambio que impulse. Mi rol es sencillamente darle la imagen no solo sensorial sino emocional y estética para que el espectador se sienta parte de eso y él mismo vea qué hacer”.
Voluspa Jarpa.