Workaway parece ser algo así como un clickbait para quienes buscan viajar-y-trabajar afuera. En España al menos ya lo declararon ilegal.

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Workaway se presenta a sí misma como la plataforma donde vives y viajas gratis por el mundo pagando una pequeña cuota anual. Esta situación le cae como anillo al dedo a miles de millennials que buscan emociones nuevas y distender lo más posible su inevitable llegada a una vida laboral de oficina. Sin embargo, detrás de las fotos perfectas con jóvenes voluntarios de piel bronceada que ayudan a niños huérfanos en India, se esconde un tétrico historial de explotación laboral denunciado por varios países y que desmitifica las supuestas maravillas de la globalización e Internet.

El objetivo de la plataforma es poner en contacto a viajeros de todo el mundo entregándoles hospedaje gratuito a cambio de realizar tareas variadas, que van desde reforestar un bosque en Sicilia, Italia, hasta ser profesor de inglés en Uganda.

Para ingresar, debes pagar una membresía anual de 15 mil pesos si viajas solo o 20 mil si prefieres hacerlo acompañado de otra persona. Una especie de voluntariado hecho a medida que se presenta como la solución  para quienes todavía cuentan con la energía y motivación disponible como para recorrer el mundo de forma impulsiva.

Si tienes menos de 30 años y tu objetivo de viajar y conocer el mundo se ve frenado por un empleo de baja remuneración, Internet nuevamente cumple los deseos de su público objetivo favorito entregándoles la posibilidad de viajar gratis e instagramear la experiencia a diario.

Pero no es tan así.

De hecho, la realidad es tan distante de lo que ofrece Workaway que muchos países se están pronunciando en contra de la plataforma por considerarla un fraude.

El diario El Mundo denunció que 200 empleadores -143 de ellos residentes de Mallorca y el 33 restante en Ibiza- son empresarios que utilizan este método para tener mano de obra gratuita y obligar a que jóvenes entusiastas redecoren y pinten sus casas de verano, duplicando las 5 horas de trabajo que supuestamente son parte del contrato inicial.

También, los “empleadores” deben, bajo las reglas del sitio, costear la alimentación y un pequeño salario a los viajeros; cláusulas muchas veces incumplidas haciendo que la aplicación en España sea ilegal, ya que se exige la existencia de un contrato y la cotización en seguridad social dentro de su legislación laboral.

¿Pero qué pasa con Chile? 

Según el código del trabajo, los servicios prestados por personas que realizan oficios o ejecutan trabajos directamente al público, o aquellos que se efectúan discontinua o esporádicamente a domicilio, no dan origen al contrato de trabajo, por lo que estar bajo explotación en casos como los que ocurren en Workaway no son ilegales, aunque carezcan de ética. 

El abogado José Miguel Aldunate nos explica que “cuando le encargo a un maestro que pinte la muralla de mi casa, yo no soy su jefe, solamente le pedí un servicio. Entonces, no es un contrato de trabajo. Pero al momento en el que me dan instrucciones, hay horarios, tengo que rendir cuentas y tengo que pedir permisos –como sucede en el caso de Workaway- ; entonces, ya hay una relación de subordinación y dependencia donde tienen que pagarme un sueldo”.

Si se denuncian malas prácticas a los tribunales de trabajo, se puede considerar que existió una relación de trabajo y que te deben pagar un sueldo, pero no hay sanciones penales”, añade.

 A diferencia de Work and Travel, Couchsurfing o Airbnb, Workaway no ha pegado mucho en nuestro país, pero Islandia ya se encuentran en pie de guerra contra la plataforma asegurando que ninguno de los  179 mil  usuarios que ofrecen empleo cuentan con una oferta ética, tan solo se intenta abaratar costos en Europa usando mano de obra barata.

Workaway se exime de toda culpa al asegurar que “el sitio no se hace responsable sobre los tratos que ocurren entre empleadores y viajeros”, pero la contradicción es que la plataforma recibe dinero de sus usuarios, teniendo responsabilidad para que no se cometan ilegalidades como se han denunciado alrededor del mundo.

Quizás la mejor opción sea ahorrar a la antigua y esperar el Cyber Monday para comprar un pasaje barato que nos lleve a nuestro destino con 40 escalas incluidas, en lugar de permitirte ser seducido por la novedad de Internet que te puede dejar como niñero/a de los hijos de un magnate ruso o limpiando la caca de un elefante en Tailandia, sin posibilidad de ir a esas playas que tanto querías visitar.