El verano pasado me fui diez días a Pucón con mi familia y hasta ahí todo bien. Nos íbamos a quedar en una casa de un familiar y que sólo conocíamos por fotos y el lugar era increíble. Increíblemente lejos de todo; una hora estuvimos adentrándonos en bosques y caminos de tierra hasta que llegamos a un lugar que, por supuesto, no llegaba señal de celular. Pero no era hasta ahí la cosa; el lugar nos ofrecía el pack completo de desconexión: no había gas ni electricidad. Mi reflejo ante la situación fue poner cara larga pero me duró poco. Fueron diez días excelentes en los que disfruté personas y momentos de manera plena, sin pantallas de por medio.

Para la mayoría es inimaginable desconectarse siquiera un día de sus redes sociales, de los correos del trabajo o de Internet en general. Antes que la billetera, es el celular el que revisamos si está en la cartera o en el bolsillo. Y es que, ¿qué se hace si no lo tenemos a la mano?

Para los 143 habitantes de Green Bank, una pequeña ciudad de West Virginia en Estados Unidos y que alberga el Observatorio Nacional de Radioastronomía, esta forma de pensar no existe. A pesar de que la tecnología está cambiando constantemente la manera en que vivimos y cómo nos comunicamos, aquí la comunicación inalámbrica-instantánea no existe. De hecho, está penada por ley.

Se estudian principalmente las emisiones de las ondas de radio que provienen de los cuerpos del espacio. Es por eso, que en esta zona está prohibido utilizar celulares, tablets, aparatos con Bluetooth, microondas e incluso controles remoto porque pueden dificultar la actividad del telescopio con la emisión de estas ondas exteriores, por mínimas que sean.

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Como bien dice una de las personas que vive en Green Bank, Sherry Chestnut: “Un celular no da la misma sensación que mirar a alguien a los ojos, o ir a casa de sus amigos, darles la mano, abrazarlos y simplemente decirles ‘Hola, ¿cómo va?’”

Hanna Sizemore admite que fue una adicta a sus dispositivos móviles. Creció en Green Bank, fue a la universidad y consiguió un trabajo en la NASA, mientras su marido trabajaba en Google. Decidieron cambiarse a este lugar y no se arrepienten de la decisión: “Estamos en una pequeña burbuja del pasado aquí (…) El mandato de desconectar realmente ayuda a pensar cuidadosamente acerca de la interacción con la tecnología.”

Si quieres leer más sobre Green Bank, revisa esta publicación de CNN.