Participar creando un mundo mejor, esa es la promesa que hace Couchsurfers a todos sus participantes y vaya que tienen razón, pues desde el primer momento en que llega una petición de sofá, es que una experiencia totalmente divertida se abre para ti.
El concepto detrás del Couch Surfing es muy simple y casi obvio: pones a disposición de la comunidad tu sofá para que algún viajero, inscrito también en esta, pueda utilizarlo cuando esté de paso por tu ciudad. Tú a cambio puedes hacer lo mismo si te vas de viaje.
A pesar de que para algunos pueda parecerle peligroso o quizás invasivo, la plataforma cuenta con sistemas de validación y recomendaciones que permiten saber el historial de una persona como Surfista o como Host, por ende si alguna petición llegase a parecerte sospechosa o de alguien que no te da mucha confianza, simplemente la rechazas y dices que esos días no estarás en casa o inventas alguna excusa decente.
En mi caso, por mi departamento en sólo un par de meses ya hemos podido conocer a un par de chicas brasileras, a dos amigas suizas, otra chica de Dinamarca y una londinense muy muy muy buena onda. Estas últimas llevaban 6 meses viajando por la India, Australia y luego Sudamérica, por ende puedes imaginar lo valiosos que es para ellas que tú puedas darle una mano y a su vez lo enriquecedor del intercambio cultural.
Eso si, no se confundan. Couchsurfers no es un sitio para citas o algo así. En mi caso ha sido por cosas del azar que han llegado solamente chicas, pero ya hay, por ejemplo, un request de un tipo que viene de Inglaterra a pasear por Santiago unos días, así que ya veremos qué tal anda eso. Por mi parte me parece increíble ser host, sobre todo porque pules tu inglés, le haces el quite a la rutina en tu hogar mientras haces del mundo un lugar más feliz.
Eso si, la conclusión de todo se las damos a fin de año cuando me den ganas de Surfear a mi.
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