No te voy a hablar de conspiraciones, te lo juro. Todo lo contrario esto es pura lógica. Y bueno, tampoco te voy a mentir. No es que estas dudas sean mías, solamente leí este post que me dejó bastante pensativo y pensé que les podría interesar.

De nuevo, no estoy acá para hacer apología a la conspiranoia. Nadie duda – o al menos no en este post – de los real de la pandemia y de los extremos cuidados que cada uno debe tener, partiendo por quedarse todo lo posible en casa, aunque eso esté haciendo alguno que otro estrago en tu mente (creo que es más fácil lidiar con la ansiedad y el aburrimiento que con los pulmones colapsando todos podemos estar de acuerdo en eso).

Sin embargo, tanta info, tanto breaking news y tanto dato puede marear y nublarte de la posibilidad de pensar en alguna duda o dos que uno razonablemente puede tener respecto de todo esto. Bueno, Cathy O’Neil, lo hizo por todos nosotros para Bloomberg en un post que se hizo bastante viral.

“No me malinterpreten: ver los datos oficiales no es una pérdida total de tiempo y atención. Las cifras pueden dar una idea de lo que está sucediendo, siempre y cuando reconozcamos sus falencias”, explicó la periodista.

Te lo resumo así (por supuesto sus ejemplos tienen que ver más directamente con Estados Unidos pero hace bastante sentido):

1 Número de infectados absurdo: Absurdo en el sentido de que todos los números que manejamos tienen 0% relación con la realidad si consideramos que ningún país ha hecho las pruebas suficientes para saber a ciencia ciertas cuánta gente tiene el virus. O sea que, esos informes que vemos todos los días no son más que una quimera.

2 Inexactitud en las pruebas: Lo primero es que los test arrojan más falsos negativos que falsos positivos, o sea que hay más personas creyendo que están sanas y están contagiadas, que al revés (lo que es un tanto obvio). Se supone que los falsos negativos en general llegan a un 30%, lo que es bastante.

3 La cantidad de pruebas realizadas no son lo mismo que cantidad de personas que se realizan la prueba. Por lo inexacto de las pruebas, varias personas se lo hacen dos veces.

4  Las personas a veces duran un buen tiempo hospitalizadas antes de fallecer, y están contagiadas a veces un tiempo antes de ser hospitalizadas. Por ende, asegura Bloomberg, la curva de “muertes” jamás podría aplanarse hasta un buen tiempo después que se aplane la cifra de “contagios”.

5 En Estados Unidos al menos hace poco están optimistas respecto a que hay menos personas siendo hospitalizadas, pero un simple ejercicio de lógica (aunque un poco pesimista) podría llevar a pensar perfectamente que es porque los hospitales están colapsados y no necesariamente que haya menos gente necesitando tratamiento.

6 El papeleo y tramites que significa registrar una muerte hace que muchas veces las cifras a veces se abulten o parezcan bajar cuando en realidad lo que sucede es un atoche burocrático.

7 Por lo general se informan las muertes de personas en tratamiento en hospitales, pero no tanto las que ocurren en casa, hogares de ancianos ni cárceles. El ejemplo más concreto es que cuando Francia comenzó a contabilizar los casos de fallecimientos en hogares de ancianos, la cifra creció en un 40%.

8 Cuando una persona muere, en un hospital o una casa de reposo, y ya tenía una enfermedad preexistente ¿para qué usar un valioso test de covid-19 en alguien que ya murió? Es una duda bastante razonable al momento de pensar en la cantidad total de fallecidos el hecho de que esa decisión corresponde al médico de turno y se sabe que no están con superavit de implementos.

9 En general, las estadísticas son bastante manipulables, eso todo el mundo lo sabe. ¿Podemos a ciegas creer la información oficial en una situación como esta?

10 Lo que pasa en un lugar o otro no es comparable. Aunque hay estudios que sugieren que la tasa de mortalidad es del 1% de los infectados eso va depender directamente de las condiciones de los sistemas de salud de cada lugar, obviamente.