No hay justicia para Hannah Baker ni para los seguidores de una de las series más polémicas de Netflix.
Escribo estas líneas apurado porque siento que las reminiscencias de la segunda temporada de 13 reasons se escapan de mi memoria. Pero con justa razón porque después de todo, vi la serie rápidamente para poder olvidarme de ella lo antes posible.
La segunda temporada de una de las creaciones más polémicas de Netflix se centra en el juicio que gira en torno la muerte de Hannah Baker a través de los testimonios de todos los involucrados; y sí, son 13 capítulos completamente innecesarios que además dejan abierta, abiertísima la posibilidad de una tercera temporada.
Muchos de los rumores que aparecieron durante la producción de este nuevo ciclo se cumplieron: efectivamente, sí existía un tipo de tecnología análoga que reemplazó el rol de los casetes en la temporada anterior, Hannah Baker también volvió en forma de flashbacks y reflexiones realizadas por los demás protagonistas.
Quienes vimos la primera temporada podemos discutir si 13 reasons intenta de forma efectiva abrir una conversación en torno al suicidio adolescente o si lo embellece o le da una cierta épica de forma peligrosa.
Pero en esta nueva temporada no hay discusión alguna. Los personajes son guiados a través de un camino de redención forzado para acabar con la culpa que les produjo el suicidio de su compañera de clases a cinco meses de ocurridos los hechos. La serie pudo funcionar como una película otorgándole un final digno, pero en lugar de ello se estira tanto que cansa y desvía en demasía los puntos que intenta plantear.
Otra diferencia importante de esta temporada es que su creador Jay Asher, no tuvo participación alguna dentro de la misma. De hecho, fue relegado luego de sus críticas hacia la primera temporada y las libertades creativas que Netflix se tomó para llevar a cabo la historia basada en el libro de su autoría.
Esto llevó a un declive de la calidad argumentativa y los diálogos que fluctúan entre los integrantes de la serie, que también cumplen con actuaciones que dejan bastante que desear a diferencia de la primera temporada.
Lo últimos tres capítulos -que son realmente los que vale la pena mirar- intentan resumir la intención de la temporada para sumarse en contra de la misoginia, pero no lo consigue: simplemente 13 reasons intenta demasiado, pero no detiene su clara degradación hacia otro drama adolescente con tintes criminalísticos como Riverdale.
13 reasons why se perfiló como la producción que defendió su cruzada en contra del suicidio juvenil pero esa es una hipocresía. Hannah Baker encuentra paz luego de que los temas pendientes que dejó en vida se resolviesen por diferentes factores, pero esto no aplica en la vida real.
Lo único realista de estos nuevos e insatisfactorios 13 capítulos, son las bajas penas que afrontan los responsables de violación en Estados Unidos sometidos a la justicia luego de ser acusados.
Finalmente, podemos decir que nos enfrentamos a una serie que intentó poner sobre la mesa temas delicados e importantes como el suicidio, pero que fue víctima de una sobre explotación de su propio argumento desgastando sus propósitos iniciales. No hay emotividad en el término de la historia de Hannah Baker, pero tal como Clay Jensen pudo despedirse de ella, es momento de que hagamos lo mismo con 13 reasons why.