El último trabajo del ídolo de Kanye West ha sido comparado al Kid A de Radiohead.

22amillion

“Why are you so far from saving me?”, Salmo 22.

Por voluntad propia, no creo que alguna vez yo haya querido escuchar una canción de Bon Iver, aparte de la colaboración con Kanye West en el “My Beautiful Dark Twisted Fantasy”. Tal fue la sorpresa que me llevé cuando en Facebook leí un post de algún medio que me llamaba a escuchar la última canción del músico.

“Me voy a quedar dormida”. Bon Iver, quien había logrado el renombre mundial con sus dos primeros discos “For Emma, Forever Ago” y “Bon Iver, Bon Iver”, es uno de los nombres que viene a la cabeza cuando se piensa en indie folk.

A muchos los transporta a lugares alejados, principalmente nevados, con la chimenea prendida.

O a un día nublado en un muelle de una playa desierta.

A mi me transportaba a mi cama.

Tuve que ver la pantalla dos veces. Al lado de “715 – CR∑∑KS”, el tercer track del tercer álbum de Justin Vernon titulado “22, A Million”, aparecía el nombre de Bon Iver. Y lo que estaba escuchando no sonaba tanto como el Bon Iver que me ayudaba a dormir por las noches. La canción, grabada con la voz de Vernon en Auto-Tune, lleva inevitablemente de vuelta a Kanye West, quien usó como sample en “Lost In the World” a “Woods”, del EP de 2009 Blood Bank de Iver. Alguna vez West dijo sobre Vernon que era “su artista vivo favorito” y él mismo demostró esa admiración en una de las canciones más reconocidas del rapero de Chicago. Ahora, “Woods” suena como una profecía del futuro del artista, quien reconstruyó su persona musical en torno a distorsiones vocales, sonidos de máquina fantasmales y un profundo sentido de alienación.

“22, A Million” es un viaje entre el antiguo Bon Iver, con intervenciones entre el folk y el rock experimental en “29 #Strafford APTS”, “8 (circle)” y “00000 Million”, canción que cierra el disco y que contiene un sample de Fionn Regan, otro artista folk: “The days have no numbers”, canta entre el sonido del piano.

Sitios en internet, entre ellos Reddit, Pitcfork y The Spectrum, le han dedicado una comparación especial a este disco de Bon Iver: ¿será este su Kid A? El cuarto disco de Radiohead marcó un antes y un después en su carrera, cuando cambiaron los instrumentos tradicionales por sintetizadores, instrumentos de viento y arreglos de orquesta (como ejemplo, escucha “Idioteque”, uno de los himnos de la banda). En “22, A Million” Vernon tomó una distancia diametral con los discos anteriores, al reemplazar todo ese sonido acústico por beats electrónicos inventados por el músico y su ingeniero, Chris Messina.

A parte de la oscuridad de las letras, Vernon juega con la idea de lo religioso, que se soportan también en la numerología obsesiva del álbum, en dos tracks que son opuestos, “33 ‘GOD’” y “666 ʇ”; en la primera canta “we find God and religions to, staying at the Ace Hotel”, como una falsa invitación a creer en algo, en lo que sea, y en la segunda ya lo perdió todo, “I’m still standing in, still standing in the need of the prayer”.

Vernon no es el primero ni el último en reescribirse a si mismo. Ya lo ha hecho durante toda su carrera su admirador y contemporáneo West, como también Frank Ocean, con su “Blonde” en oposición a “Channel Orange” o James Blake, quien también le ha dado un vuelco electrónico a su carrera. No importa si Bon Iver es el primero o el último en esta lista, “22, A Million” es el disco que me permitió verlo como un artista y no como un cantante de folk soporifero, plano y sin cambios.