Del hombre al closet solo un salto, un par de colgadores y un par de citas.

grandedam

1.    Lo cambias por temporadas.
Llegó el otoño, y eso implica sacar la ropa de invierno, porque para que andar con cosas, si acá en viña el otoño es tan invisible como la primavera. También implica dejar de ver crocs en los pies de la gente (dios me libre) y empezar a ver botitas. Implica usar abrigos para esconder los 5 kilos de che copete que engorde en el verano. Y significa sobretodo: dejar el puterío. Taraaaaan. Resumiendo: contamos con dos temporadas, dos tipos de hombre y dos tipos de ropa: el verano- invierno, hombre estival hueviable y olvidable – hombre invernal no tan hueviable y dominguero, poleritas y chalitas abundantes – abrigo y botitas únicas y  regalonas. Volviendo al enunciado, debemos hacer la pequeña modificación de contar las semanas del verano como temporadas apartes. Porque al igual que las poleritas, shortsitos, chalitas de plástico y cosas sin mucho costo, los hombres estivales abundan de la misma forma, puedes tener una tenida nueva, barata y fácil cada semana, al igual que un hombre nuevo, sin valor ni dificultades. En cambio, el invierno (y el hombre-invierno) es uno, al igual que tu abrigo caro, o tus botas exclusivas, no lo cambias tan fácil, no te costó tan poco.

2.   Al final del día ambos son un desastre
Cita 1: Vamos a tomarnos algo? a las 10? Si, buena hora.
El panorama a las 9 es preocupante, toda mi ropa (y en algunos casos el de mis amigas que van a ayudarme) arriba de mi cama, en el piso, en las mesas, arriba de la radio y en el baño. Mientras me pinto y me pongo los calcetines, me esmero por sacar mas ropa que en mis puras sienes me pondré. Me quiero poner la falda roja, tanto como la polera fucsia, no puede ser ninguna entonces, pero igual las dejaré reposar en el suelo. Saco todo para todo, para cualquier caso, por si vamos a bailar después, por si vamos al asado con sus amigos o por si vamos a ver al Papa. Soy una Barbara Blade y debo estar lista para cualquier situación. Son las 9:50. Me pongo mi polera negra, mi abrigo negro, mis jeans y mis converse. Muy casual, sisisi, si supiera el muy putazo que estuve 1 hora destruyendo mi closet. El? Si, todo bien, muy casual, y del casual en serio. Punto para los hombres.
Son las 12, ya me quiero ir, tengo sueño, tengo lata. Que hueon mas fome. Ni siquiera le gustan las frituras y no cacha los últimos escándalos de la Pamelita Díaz. Es un hecho: no tenemos nada en común. Desastre. Ahora viene la mentira universal: Anda a dejarme, tengo que trabajar mañana (nooooot). Llego a mi casa, prendo la luz, por la gran puta, desastre de pieza también. ¿Conclusiones? Podría haber sido todo mucho mas desastroso: podría haberse curado huasca, podría haber mendigado un beso al bajarme del auto, podría haber hablado horas de sus ex. Y lo peor: podría no haberle gustado mi abrigo.

3.    Te pruebas todo hasta que te quedas con uno
Yo no se de eso, pero he visto muchas películas, y siempre resulta que la cold heart bitch mas marica de Nueva York se enamora. Para mi suena bien. Por lo menos la satisfacción que siento cuando me entran unos 38, después de haberme probado la tienda de jeans entera no se compara con nada.