El silencio otorga espectaculares dosis de miedo y lo mejor es que las puedes ver sin despertar a tu acompañante.

Si Hollywood fuese una familia, el terror equivaldría al hermano metalero que visita de vez en cuando su glamoroso hogar sintiéndose incómodo pese a ser parte fundamental de su propia conformación.

Pero tampoco deberíamos sentirnos mal por ello: nuestra relación con el cine de terror es tan bipolar como la que sostiene dentro de la propia industria, porque después de todo, este género solo presenta grandes sorpresas luego de seguidillas de fracasos que responden a la clara crisis creativa que Hollywood arrastra hace años.

Esta crisis afecta de forma particular al género de horror, porque debe renovarse constantemente para asegurar su propia supervivencia. Si bien podemos acongojarnos con Taxi Driver y El Padrino, no nos asustamos tan fácilmente con el cine de terror del mismo periodo gracias la pérdida de nuestra capacidad de asombro -que se ve reforzada con el correr de las décadas-.

Lo anterior convierte al cine de terror en uno desechable y de consumo rápido con al menos un clásico que marca la tendencia para que subsigan producciones de calidad inferior. En la década de los 80 gracias a Freddy Krueger y Jason Vorhees tuvimos años de secuelas slasher de clase B que por poco matan a la industria; En los 90, el cine de terror adolescente terminó por cansar a su mismo público objetivo al presentar la misma premisa con diferentes actores.

Las últimas dos décadas han sido difusas: la primera mitad del nuevo milenio trajo consigo el gore implementado por la saga de El Juego del miedo y la segunda, revivió lo sobrenatural gracias al éxito de El Conjuro.

 Sin embargo y sin previo aviso, Hollywood presenta un nuevo recurso que funciona a la perfección: el uso del silencio como método amplificador de las tensiones que produce encontrarse en ese estado de concentración contemplativo a la hora de ver una película.

A Quiet Place (o Un lugar tranquilo en su traducción latina que todo lo arruina) significó un éxito rotundo y continúa en un dignísimo segundo lugar de la cartelera luego del estreno de Avengers: Infinity War.

Esta película marcó al género de terror para siempre (o por lo menos muchas seguirán su línea durante los próximos dos años) y se presenta como la obra maestra del cine casi-mudo engendrada luego de varios intentos de crear la película indicada. Acá están algunas de sus antecesoras:


Ills (Them)

El cine europeo siempre ha marcado pauta dentro de Hollywood. Basta con ver las apropiaciones que se ha adjudicado con Vanilla Sky y otras producciones para dar cuenta de ello. El cine de terror ha sido particularmente ultrajado ante la necesidad de nuevas ideas para mantener la industria con vida.

Ills (Ellos) fue trasgresora dentro de la nueva corriente silenciosa al demostrar los potentes recursos que otorga la elección meticulosa del audio para momentos precisos.

La película francesa del año 2006 presenta una joven pareja viviendo el sueño que ningún millennial podría cumplir en la actualidad: habitar una enorme casa en el campo francés. Claramente como es una película de terror llegan los intrusos a desmoronar sus fantasías invadiendo el lugar con el único objetivo de matarlos, y deben aprovechar la oscuridad para escapar del lugar sin hacer absolutamente un ruido.

La película de David Moreau y Xavier Palud tuvo bastante éxito en el mercado europeo, siendo considerada una joya de culto en occidente (que se puede encontrar con facilidad buceando un poquito en internet)


The Witch

Esta película llegó para que nos replanteáramos todo lo que creíamos saber sobre las brujas, retratadas como chillonas, malvadas y ruidosas. La caracterización de esta bruja es especial porque solo sabemos de su figura a través de su propia omnipresencia.

Además, el silencio es una manifestación completa del aislamiento y soledad que nos produce estar desconectados del ruido durante largos periodos de tiempo, viéndose la situación retratada a la perfección en este nuevo clásico del terror moderno.

Con un bajísimo presupuesto -de 4 millones de dólares- The Witch logró recaudar 50 millones alrededor del mundo dando espacio a que los ejecutivos de Hollywood entiendan que para hacer un buen cine de terror no es necesario incorporar efectos especiales o adolescentes girando la cabeza mientras vomitan sopa de arveja.

Créditos: 1001 plus.

 It Follows (Te sigue, Está detrás de ti)

Acá probablemente me linchen, pero tomemos en consideración que no hablamos de buenas películas precursoras en el arte del silencio, sino de exponentes que incorporaron este recurso a grandes blockbusteres. El problema de It Follows es que abusó demasiado de la medida y tenemos una película bastante lenta que no logró convencer del todo a su audiencia.

La película muestra cómo entidades comienzan a seguir a una adolescente con el fin de matarla luego de tener relaciones sexuales con un desconocido. Se ambienta en el primer eslabón decadente de Estados Unidos -Detroit- dejando un mensaje clarísimo y fatalista: si te acuestas con desconocidos, probablemente termines muerto.

Gracias a su presencia en Netflix, la obra alcanzó notoriedad convirtiéndose en un panorama recurrente para días nublados y te recomendamos darle una oportunidad para que juzgues por ti mismo.

https://www.youtube.com/watch?v=GlcSLsRdCm8


Hush

A mi gusto, la mejor de todas las anteriormente mencionadas y una de las películas de terror que sobresale del catálogo de Netflix compuesto por producciones bastante insatisfactorias dentro del género. El filme dirigido y editado por Mike Flanagan se ganó la aceptación total de la crítica que consideró la producción como una obra maestra del suspenso catapultando al silencio como el recurso necesario y definitivo para la continuidad del cine de terror.

Tenemos a Madison -interpretada por Kate Siegel-, una escritora sordomuda que vive aislada del mundo en el bosque y que es acosada por un hombre enmascarado que intenta asesinarla. Durante más de una hora vemos la lucha por la supervivencia y cómo la protagonista se resigna a una muerte horrible ante su evidente desventaja.

Finalmente, podemos concluir que el silencio dentro del género de terror llegó como un agregado necesario en un contexto donde el suspenso se estaba mimetizando con el cine de acción. Últimamente las películas de terror son tan malas que nos preguntamos por qué simplemente no donan ese dinero a caridad en lugar de perder el tiempo con secuelas y refritos donde vemos lo mismo de siempre.

Pero este giro cambia todo. La obligación de estar expectantes otorgada por el silencio nos deja con la sensación de haber vivido una experiencia completa ya que nunca vemos venir los sobresaltos. No son las bestias de A Quiet Place lo que nos asusta, es la expectación y no tener señal alguna de que lo peor está por llegar y sin previo aviso.

Hasta hace poco, la banda sonora de una película de terror lo era todo. Es cosa de ver El Exorcista, Tiburón o Psicosis. Sin embargo, ahora la sonografía está siendo meticulosamente escogida para no ocasionar distracciones y lograr el cometido del género: asustar (y por fin lo están consiguiendo)