Si el arribo a ser un líder mundial de alguien así te parece lo más WTF del año, espera, ahora te contaremos cuál es la parte más aterradora de todo.
Por Benjamín Salas. Licenciado en derecho y asesor jurídico en la defensa de Chile ante la Corte Internacional de Justicia.
El 2016 era, sin duda, un año de decisiones importantes: un referéndum para legitimar la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, la consagración de la paz en Colombia y la demostración de que todavía vivimos en tiempos en que preferimos diablo conocido que por conocer.
Sin embargo, lo que pudo haber sido un año de buenas (o, al menos, no tan malas) decisiones, se convirtió en un reflejo casi perfecto de la sociedad en que vivimos, donde el motor que nos mueve son las ansiedades al momento de tomar decisiones e incapacidad de medir sus consecuencias. Así es y hoy lo tenemos más claro que nunca, ya no vivimos en tiempos de reflexión.
Trump entendió que, en un universo de personas desinteresadas, desinformadas y poco educadas, él podía ser el próximo Presidente de Estados Unidos.
Este es el punto de partida del fenómeno Trump, hombre de negocios que, como Bill Gates o Steve Jobs, entiende y maneja perfectamente las necesidades de un grupo humano. Así, el electo Presidente de Estados Unidos descifró la primera clave: el establishment se agotó y la gente pide un cambio. Ahora bien, esto no es nada nuevo, y por algo cualquier eslogan político comienza con la palabra cambio. Sin embargo, a diferencia de otros agentes, que buscan modificaciones más o menos buenas dentro de una institucionalidad, Trump quería romper con todos los esquemas existentes; con cambios discriminatorios, anti-democráticos y, francamente, estúpidos. Así y todo, también tenemos ejemplos de sujetos que han triunfado popularmente planteando ideas similares: Hitler en Alemania o Mugabe en Zimbabwe.
Entonces, ¿por qué la elección de Trump es diferente y mucho más meritoria que cualquier otra? Porque en la teoría hoy no somos tan fáciles de engañar y con internet la información está en su mayoría disponible. Sin embargo, Trump sabía que esto era sólo algo teórico, porque en la práctica todavía hay muchos votantes que sí son fáciles de engañar y que el mundo de la información sigue siendo un privilegio. Trump entendió que, en un universo de personas desinteresadas, desinformadas y poco educadas, él podía ser el próximo Presidente de Estados Unidos. Dejó atrás las ciudades donde habitan los universitarios y profesionales – triunfos arrasantes de Clinton-, enfocándose en las zonas rurales y apuntando a un solo objetivo: el hombre medio. Este es el más peligroso de todos y por dos razones. Primero, porque no es feliz en la actualidad y aceptará cualquier propuesta de cambio, y segundo, porque no tiene el interés ni la información suficiente para evaluar la calidad de este cambio. Para él, todo cambio es bueno, convirtiéndolo en el votante perfecto para Trump.
Convengamos en que no sirve de mucho llorar sobre leche derramada y, para mal o para bien, Trump será el próximo Presidente. ¿Qué significa esto? Para nosotros, como chilenos, poco; pero como ciudadanos del mundo, mucho. El listado de propuestas y declaraciones preocupantes es interminable, pero me enfocaré en un aspecto que creo ser bastante relevante: el conflicto en el Medio-Oriente.
Con la guerra en Siria y una ofensiva terrorista de ISIS, estamos ante la crisis humanitaria más grande desde la Segunda Guerra Mundial. Han muerto más de 400.000 mil personas; 4.5 millones de personas han escapado y 13.5 millones todavía necesitan asistencia humanitaria. En esta película, Estados Unidos – aunque a miles de kilómetros – es un actor fundamental del conflicto, participando activamente de la guerra. No importa si estamos a favor o en contra de la intervención de Estados Unidos en Siria, porque ya es un hecho con el que tenemos que convivir.
Aunque la política de Obama es criticable, cuando se trata del Medio Oriente necesitamos predictibilidad y seguridad, algo que no existe en el universo Trump; su simpleza y falta de reflexión es, justamente, el mayor peligro.
Aunque Trump no tiene una postura clara frente a este conflicto, sí es claro que la incertidumbre es el peor enemigo. En una zona políticamente compleja como lo es el Medio Oriente, no hay mucho espacio para improvisar y cualquier movimiento en falso puede desencadenar conflictos en el resto de la región. Sabemos que Trump quiere – en simple – desentenderse de la guerra y canalizar su apoyo en Rusia. ¿Qué implica esto? Apoyar el régimen del líder actual Bashar al-Assad, un dictador autoritario que no tiene problemas en torturar y detener disidentes. Trump entregaría el control de la región a Putin, haciendo oídos sordos a un conflicto del que son en parte responsables. Ya es muy tarde para que Estados Unidos se retracte de haber intentado –quizás erróneamente- de instaurar sus valores e intereses económicos en dicha región. Aunque la política de Obama es criticable, cuando se trata del Medio Oriente necesitamos predictibilidad y seguridad, algo que no existe en el universo Trump; su simpleza y falta de reflexión es, justamente, el mayor peligro.
Así las cosas, hay nuevo Presidente para el mundo. Un ejemplo para creer que lo imposible no lo es tanto, y una demostración de que vivimos tiempos de poca reflexión donde tomamos decisiones cortoplacistas. Por eso, me parecen haber dos reflexiones fundamentales en torno al día de ayer: ¿cómo llega Donald Trump a ser Presidente de Estados Unidos? y, en segundo lugar, ¿cuáles serán las reales implicancias de su gobierno para nosotros, como ciudadanos de un mundo cada vez más globalizado?