La sociedad también se puede poner emo colectivamente u.u.

Muchos de nosotros nos acostamos la madrugada del miércoles 9 de noviembre sabiendo que todo el orden mundial había terminado de cambiar: Donald Trump había sido elegido como Presidente de Estados Unidos. Y cuando despertamos, el recibimiento a un nuevo día fue extraño. Las caras de nuestros familiares eran de incredulidad, todos nuestros mensajes en Whatsapp eran sobre el mismo tema y la gente en la calle caminaba más lento. Todo suena muy drámatico, como el momento en que Matthew Mcconaughey revisa los mensajes de sus hijos ya adultos en Interstellar.

Pero la vida real no es una película de ciencia ficción súper-emo.

Conversando en la oficina, entre las varias perspectivas que se generaron después del triunfo, llegamos a la conclusión que era, finalmente, un sentimiento de desazón y desesperanza generalizado. Como cuando la Teletón no llegó a la meta. La sensación de impotencia después de que te robaron el celular o cualquier objeto de valor para ti. Qué algo malo le pase a un ser querido por culpa de la poca tolerancia.

Pero, ¿Pueden algunos hechos repercutir tan fuerte en la sociedad y generar un estado anímico de tristeza colectiva?

La socióloga y cientista política Francisca Castro cree que este tipo de situaciones tienen que ver con el efecto de las redes sociales: “Las redes sociales, generan sentimientos ‘colectivos’ respecto a algo, porque te das cuenta que lo que tú estás sintiendo lo está sintiendo alguien más y viceversa. Te das cuenta de algo que no reflexionaste antes, pero que le molesta a alguien más, y te empiezas a preguntar por qué le molesta y llega a molestarte a ti”, explica.

“La elección de Trump, en este caso, fue un fenómeno global que no dejó indiferente y que aquellos que estaban en una parada de ‘no me importa’ se dieron cuenta, gracias a otros, que está la posibilidad que esto afecte de alguna manera a Chile, en el tema de las pensiones, las bolsas, el precio del dólar si tenías planificado un viaje, etc.” agregó.

Para Constanza Michelson, psicoanalista y autora del libro “50 sombras de Freud”, lo que pasó el miércoles es parte de una histeria colectiva: “De alguna forma se identifica a un sentimiento colectivo que a uno le permite ser parte de algo, que no es muy racional porque al final es un estado que no muchas veces permite hacer el ejercicio de comprender. Me parece que lo que ocurre en Estados Unidos en el fondo es estar del lado de los indignados; es estar desde el lado de una cierta superioridad moral, que estamos perdidos, que la población es ignorante o son tontos. Pero ese estado no te permite elaborar soluciones, entender que pasó. Estos estados no sirven mucho”.

Esto genera una sensación en nosotros, “del apocalipsis, que está todo perdido y que estamos todos cagados” que no permite reflexión y que de cierta forma se refleja en las redes sociales. “Las redes sociales permiten tomar posesión de ciertas cosas con mayor rapidez, de sentirse parte de algo sin siquiera salir de la casa, sin tener que manifestarse más que con un click. Aquí se generan filtros burbuja, que de alguna manera hace que en todas tus búsquedas en internet vas encontrando gente que piensa igual a ti y que se genere un grupo burbujas, donde todos pensamos igual”.