Estos relatos son un viaje por las experiencias muy adentro o muy afuera de la mente de algunos seres humanos que quisieron compartir una importante parte de sus vidas con nosotros y ustedes. Afírmate porque se pone movido.
Antonio, LSD
“Cuando comencé a consumir, a los 21, nunca hubo algún factor de escape ni recreación, sólo quería enfrentar una curiosidad. El LSD provoca un descondicionamiento, en dónde tu mente se permite ver detalles que normalmente pasas de largo, pudiendo maravillarte como si fueses un niño pequeño. Te hace inocente frente a las nuevas sensaciones y la forma en que recibes la información. Además, logra demostrar ‘habilidades’ nuevas (u olvidadas) como el reconocimiento de energías, la sinestesia de tus sentidos, la creación de realidades, hasta inclusive alucinar, convirtiendo el viaje en toda una experiencia psicodélica. Es un viaje, tal como lo es un viaje físico fuera del país o un paseo por el día. Al volver, te sentirás distinto ya que adquiriste nuevas experiencias e información”.
Nacho, alcohol
“Probé el copete por primera vez a los 18 años años. Lo primero que me tomé en la vida fue una piscola, y lo pasé bacán con el efecto distendido que deja. Desde ese momento empecé a tomar cada fin de semana, porque lo pasaba bien con mis amigos. En una de esas instancias, en la casa de una de mis mejores amigas del colegio, me curé por primer vez. Era un carrete con piscina, alcohol y drogas varias, en dónde terminé vomitando. Pero esa misma noche me comí a un weón y me gustó tanto que ahora soy gay. Ahora, que han pasado más de 10 años de eso, puedo tomar o no tomar durante la semana, dependiendo del estado en el que esté. Todo depende si fue una semana difícil, si mis amigos prenden porque sí o por algún acontecimiento. O en algún cumpleaños, bautizo, evento social, etc. Pero el fin de semana sí o sí es descontrol alcohólico. Uno puede tomarse un trago solo, con un cigarro y disfrutarlo. Y también está el copete social, que de seguro es descontrol, porque muchas veces así se saca el stress de tu cabeza”.
Pepe, M
“Tomé M recién hace un año y medio más o menos. Fue mi primera vez probando alguna droga que no fuera marihuana. A pesar de esto, no quedé inhabilitado para hacer cosas, tampoco me dio paranoia, sino que todo lo contrario. Bailé toda la noche y no hablé ninguna incoherencia como cuando la gente está bajo la influencia del alcohol o de un trip. Ahora lo sigo haciendo dos o tres veces al mes y lo sigo consumiendo porque no deja ninguna consecuencia ni resaca al día siguiente. Soy fanático de la música electrónica y nunca voy a fiestas donde pongan otro tipo de música, pero esa primera vez que lo probé me llevaron a una fiesta de reggaeton y no paré de bailarlo toda la noche”.
Daniela, ketamina
“Llegue a una pieza, donde la luz era tenue y sonaba una música suave exquisita, no se de quién. Éramos cinco personas en una mantita en el suelo, todos conversando muy piola. Habrán pasado 20 minutos y alguien saca un frasco y otro jeringas. “¿Qué es esa hueá”, pregunté. “Ketamina, ¿querís?”. Nunca la había probado, así que empecé a preguntar de qué se trataba, de dónde viene, cómo la consiguen y ese tipo de cosas. Siempre dije que nunca me inyectaría nada, hasta ese día. Poco a poco empezaron a caer, dormidos, anestesiados, hasta que llegó mi turno. Le pasé mi brazo derecho, me buscó la vena y no la encontró, así que le pasé el izquierdo. Ni me dolió. Poco a poco empecé a cerrar los ojos hasta caer en la cómoda manta, como si todo estuviera calculado. En los primeros 5 minutos del “viaje” veía mitad naranjo mitad café (debe haber sido por la luz) y después sentí que me moría. Me entró el pánico, pero luego me decía a mí misma “esto es una droga, tú controlas tu mente” y me entregué. Me moría, feliz, en paz, tranquila. Cuando el efecto empezó a disminuir pude abrir mis ojos, ya todos estaban sentados, y veía como que se derretían cuando se movían. Fueron 15 minutos. Todo volvió a la normalidad. Fue como un sueño consciente. Me gustó, pero no me desespero por hacerlo de nuevo. Prefiero drogas que no me duerman. Prefiero poder caminar o ver con ellas. La keta te anestesia”.
Enrique, cocaína
“Uno de los amigos de un primo más grande tenía un computador con muchos juegos, y lo que hacía era estar echado jugando y jalando coca. Un día me convidó unas lineas enormes y de inmediato se me coció el cerebro. Eran como las tres de la tarde y hacía calor. Lo que me agarró fue la euforia, era otra personalidad y me gustaba. Principalmente cuando no estás tan borracho, se siente más el efecto. Lo adverso es la resaca, despiertas medio enojado contigo, con tus amigos que también jalan. También la pena que te da, el remordimiento. Es raro, porque te das cuenta que odias en lo que te conviertes pero te encanta. Es una costumbre, porque no se si alguna vez se vuelve al estado de las primeras veces. Tiene que ver también con la juventud, ahora uno lo hace para que el tiempo pase rápido. Y para morirte”.
Joaquín, marihuana
“Iba en primero medio y tenía curiosidad. Un día llegó una compañera nueva y me di cuenta que tenía marihuana en su mochila, porque le comentó a otra niña. A la hora del recreo me quedé en la sala y le saqué un poco. Me fui con un amigo a fumar a un cerro y después me sentí como caminando en el aire. Me fui a la casa con los ojos achinados, me comí una olla de fideos y dormí toda la tarde. Actualmente fumo todos los días, creo que sus únicos efectos adversos es que ando con mucho sueño y cuando fumo más de uno me da un bajón descontrolado”.
Franchini, hongos
“Consumí Hongos por primera vez en octubre del 2014 con unos amigos, cuando estabamos acampando en Farellones. Me gustó el viaje con los hongos porque es más espiritual y visualmente amigable con tu entorno, en donde puedes sentir las aves y la naturaleza. Cada viaje es único y especial, pero a la vez muy personal. La última vez me tiré 7 gramos en mi departamento y me sentí muy atrapado y asustado tratando de salir de ese estado. Salía, entraba, bajaba y subía las escaleras del edificio durante 4 horas. No estaba atando lo que hacía, pero me sentía muy perseguido solo, en tranquilidad, con amigos y al aire libre no pasa nada, así que importa dónde lo hagas. Cada vez que consumo quedo lleno de amor, buena vibra, luminosidad y bienestar, no sé como llamarlo. Pero a parte del viaje me gusta la sensación con la que quedas y dura días. Es mucha paz y tranquilidad, por eso me gusta”.
*Todos los nombres fueron cambiados