Adquirir drogas muchas veces activa el abanico completo de las emociones humanas.
Desde los que se comportan de forma caprichosa y no tienen problema en ir y venir del mundo al inframundo, hasta los que creen ser perseguidos por la DEA en todo minuto, los dealers son un grupo bastante particular y necesario para mucha gente.
El millenial
Usa exclusivamente el smartphone para transar, especificamente Whatsapp. Usualmente son muy creativos a la hora de referirse a drogas con emojis, lenguaje que finalmente termina incorporándose al que usas con tus amigos. Es divertido descubrir que el tazón con arroz funciona perfecto para referirse a la cocaína, asi también el moai o el diario enrollado que parece un billete hecho escopeta. Para la marihuana todos los arbolitos y plantas son muy utilizados. Por supuesto hay algunos más obvios como la jeringa (igual hxc) y la pastilla roja con amarillo.
Min@ ric@
Te hace sufrir. En el fondo sabe que tu necesitas juntarte mucho más que él, o ella. No contesta el teléfono ni el whatsapp. O si, pero literalmente cuando quiere. Te cita y después te planta, o te cambia la hora y/o lugar a último momento. Para que este estilo de dealer pueda ser exitoso, la mercancia tiene que hacerle justicia al estilo caprichoso, es decir tiene que ser una cosa por lo que valga la pena bancarte los vaivenes de esa relación.
Conspirativo
Es un conversador. Quizá incluso entró al negocio como los señores en Uber, que lo hacen básicamente para conversar. Para conocer gente. Conversar quizá no es el término porque lo que realmente quieren estos seres humanos es hablar. La parte de escuchar, a lo más está destinada a escucharse a ellos mismos. Muchos tienen un tema en común, y son las teorías conspirativas, aliens, osnis, ovnis, civilizaciones perdidas de la historia, illuminatis, etc.
Buen Samaritano (a.k.a. “el que fuma gratis”)
El otro día un amigo me comentaba, entre nervioso y muerto de risa, que tenía la mochila llena de M y marihuana. Pero llena. Palabra, me la mostró. Y bueno esta clase de sujetos no son un dealer propiamente tal pero hace las veces de mensajero entre uno y el tipo de consumidor que por abc motivo no tiene un contacto directo o le da lata. Lo que hace el buen samaritano es recolectar el dinero de varias personas que quieren comprar y aventurarse solo en la compra incurriendo riesgos desde irse preso hasta tomar la pésima y radical decisión de desaparecer del mapa con la mochila llena. El beneficio de ese costo por lo general es obtener una tajada extra por lo que es una compra semi-o-al-por-mayor.
Perseguido
Este es quizá el más desagradable de todos. Paranoico y quizá un poco ególatra, piensa que la PDI, el OS-7 y hasta la mismísima DEA siguen sus pasos. Por supuesto jamás en la vida va referirse a nada concreto por teléfono y cuando se trate de concertar lugar y hora de donde juntarse diga cosas como “de ahí vamos al cumpleaños” o “el partido es a las tres en la cancha de (dirección)” y cosas así que pueden llevarte a la confusión. Lo otro es que cambia de código constantemente, entonces tienes que saber que “poleras” o “paltas” significan tus productos. El momento de juntarse provoca siempre ansiedad porque te hace saludarlo como si estuvieras en la cárcel pasándote una cuchilla, a veces te hace caminar algunas cuadras de forma improbable en caso de que su paranoia esté más activada. El momento de la transacción resulta por lo general algo bien estresante.