Irónico es que una película que se trata de una familia que se inunda en las aguas servidas de una cloaca descompuesta, no huela a caca mientras que otras mucho más glamorosas si.

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Un amigo me dijo en un tono un tanto despectivo/sarcástico tan clásico de estos tiempos, que la primera película de Carlos Leiva Barahona “le parecía demasiado noventera en su temática”. Comentario que me resultó igualmente curioso como de mierda. Porque si bien la estética noventera sigue estando muy de moda, algo pasó, que ahora abordar temáticas políticas como la injusticia social o la desigualdad es considerado fome y medio aburrido, o quizá, lo más probable, poco lucrativo.

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Por un lado están los que, honestamente se reconocen como fabricantes de salchichas, o de Big Macs, como una vez Ariel Levy definió su asociación con Nicolás López.

Como sea, para nadie con la cabecita bien puesta arriba de los hombros puede haber pasado desapercibido el viraje de buena parte de la filmografía chilena hacia la desesperada búsqueda del mainstream. Por un lado están los que, honestamente se reconocen como fabricantes de salchichas, o de Big Macs, como una vez Ariel Levy definió su asociación con Nicolás López; en otro están los del estilo Sebadilla, de meter “famosos de la tele” (actores, animadores, rostros de multitienda) a sus hueás para así arrastrar al mutante a las salas como zombies. Y vaya que funciona. Están también los más tramposos, que disfrazan el morbo de los “hechos reales” con una forma muy marketeada de “conciencia social” y “hablar de los temas que importan”. Pero el oportunismo resulta bastante notorio.

Irónico y muy loco pero muy cierto (y medio triste) es que una película que cuenta la historia de una familia que literalmente se está hundiendo en la mierda producto de la pobreza y una cloaca descompuesta sea la que menos a mierda huela al lado de las anteriormente nombradas.

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El director Carlos Leiva, foto por Christian Nawrath Smith

“El Primero de la familia” es una película que no solamente aborda con uñas y dientes la desigualdad social al transparentar que el hecho de que una persona llegue casi de milagro a la universidad no es nada que sea motivo de celebración. Además apedrea esta realidad con la honesta rabia de quien la conoce tan de cerca que casi no es necesario contarte que la historia es prácticamente autobiográfica. Cualquier persona con el corazón latiendo podrá sentir esa especie de incomodidad como de estar fisgoneando, esa cercanía tan apretada como viajar en metro en hora punta, esa semi-vergüenza voyerista de estar viendo una película contada por alguien que está hablando de algo muy personal.

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Esta película es al cine lo que Portavoz es a la música, mientras que las demás están mucho más ansiosas de ser Francisca Valenzuela.

“El primero” demoró seis años en ver la luz peleando por un Fondo. Por el lado bueno, dio tiempo a que reposara, a que fuera apretada hasta quedar de una fina hora y veinte minutos. Por el otro, te habla de lo siguiente, que Leiva tiene claro: “Larraín chasquea los dedos y empieza a hacer una película. Eso también habla de la desigualdad. En ocho meses hizo “El Club” y este año estrenó “Neruda” y “Jackie”. La contienda es desigual”.

Puedes verla hasta el 30 de noviembre en el cine Hoyts de La Reina y Cine Arte Alameda y estar al tanto de lo que vaya pasando en su sitio de FB

El trailer acá