“Postales del Abismo” de Carrie Fisher es, en mi opinión, la más honesta, tierna, divertida y mordaz novela sobre rehabilitación jamás escrita.
El viernes, cuando sufrió el infarto que le costó finalmente la vida, Carrie Fisher viajaba de Londres a Los Ángeles en la gira de promoción de su último libro: The Princess Diaries, uno que había tenido harta más repercusión mediática que sus otros 7, básicamente porque contaba algunos sabrosos detalles sobre el hollywoodense-romance-en-el-set que había tenido con Harrison Ford durante el rodaje de Star Wars.
Cartas sobre la mesa, y con todo el respeto del mundo, para mí, Star Wars, La Guerra de las Galaxias, no significa absolutamente nada. Antes de que me tiren sus figuras de acción/colección por la cabeza, por favor déjenme hacer esta reflexión/despedida propia y explicar por qué yo, que repito, ni siquiera he visto ninguna de las películas de esta saga, tengo tanta pena por la muerte de Carrie.
Recuerdo que hace más o menos cinco años pillé “Postales del Abismo” (1987) una tibia mañana deambulando en la feria de las pulgas en Valparaíso y como suele pasar con los libros que te cambian/salvan la vida no fue por recomendación de nadie sino que solo por una conexión cósmica natural y media random. El título me enganchó y el nombre de la autora me hizo tomarlo, llevarlo, y devorarlo entre lágrimas y sonrisas con la rápidez de quien se come un Super 8 con bajón.
“Postales del Abismo” es un libro crudo, incómodo hasta el punto de que uno siente en partes iguales empatía total y también un poco de voyerismo. Tal como “En mil pedazos” de James Frey, pero con humor-negro como boca de lobo- y femenina ternura, relata la angustia de alguien atrapado en una caída libre, yéndose por el water de una ansiedad que carcome y que encuentra en las drogas una forma de entibiar una vida entumecida, que de tanto sentir, termina con los sentimientos anulados pero el sarcasmo intacto, que al final es la única liana que la permite mantenerse a flote.
“Soy inteligente. Supongo que usé las partes erróneas de mi cerebro: La parte que decía: Toma LSD y analgésicos. Es una buena idea. Entré en el camino de la reducción del dolor y la expansión de la mente, pero terminé con la expansión del dolor y la reducción de la mente. Ahora todo me duele, y nada tiene sentido”, reflexiona Suzanne Vale, la protagonista, una famosa y joven actriz que lo tiene, en la superficie, todo, pero que al final es demasiado de nada suficiente. Too much of not enough, como dice la canción de Silverchair.
“El modo positivo de ver esta cuestión es que a partir de este punto las cosas sólo pueden mejorar. Pero yo he estado mejor, y siempre me he sentido como una intrusa allí. Es como si tuviera una visa para la felicidad, mientras que para la desgracia tengo la ciudadanía permanente. Atravesé mis veinte años como un relámpago, como una hebra de luz por el agujero de una aguja oscura, consumiéndome en fulgor hacia mi destino: la Nada”, analiza Suzanne desde su pieza en la clínica de rehabilitación a la que cae después de una sobredosis, donde conoce a un grupo improbable de adictos igual de dañados que ella. “Aquí la mayoría de la gente comparte el deseo de parecer frío. Pueden estar retorciéndose por la abstinencia de heroína, pero pregúntales cómo están y te dirán Bien hombre, sobreviviendo. La respuesta sale demasiado rápido, y queda flotando sobre una sonrisa forzada, y una mirada de soledad desesperada que surge del abismo. Lo único peor que estar herido es que todos sepan que uno está herido”.
Aunque no se vende como no-ficción, Postales… tiene tanta o más realidad que si lo fuese. Tiene Verdad en cada maldita línea, y el poder de sacarte de la mierda en la que puedes estar sumergido. Es una novela, que dan ganas de subrayar entera, que enseña a tomarse la desesperación sin color, sin solemnidad. A aprender a sobre-vivir siendo un adicto, con la pulsión que puede ser la necesidad de sentir amor, hasta la de jalar hasta quedar como duende de yeso.
A mí por lo menos, creo que me salvó la vida. Y me gustaría pensar que a alguien más también le podría servir. Así que esto vamos a hacer. El libro es prácticamente imposible de conseguir, aunque capaz que ahora los re-editen pero quién sabe. Vamos a sacarle fotocopia y anillar el mío y lo vamos a sortear entre quienes quieran que la fuerza de Carrie los acompañe (si, hice un chiste Star Wars sin cachar ni de qué se trata, lo siento).
*También está la película basada en el libro, no la he visto, por eso no la mencioné. Mis disculpas.