One Day at a Time está en Netflix y es una serie ideal para pasar los ratos libres si tu verano solamente significa “trabajar con calor”.
Cuando nuestros inicios de Facebook y feed de Instagram están llenos de gente que se fue a meter las patitas a la playa o están en algún lugar paradisiaco del caribe, hasta los recomendados de Netflix están en otra sintonía. Buscando que ver me topé con “One Day at a Time”, remake de la serie del mismo nombre estrenada en 1975 y producida por el creador de la original, Norman Lear.
Las premisas de ambas versiones son, en la base, iguales: la vida de una familia suburbana que puede ser muy parecida a la tuya. Pero el mundo ya no vive en la segunda mitad del siglo XX, sino que en la era Trump y así esta serie toma fuerza, ayudándote a reflexionar sobre las consecuencias del odio y el rechazo a lo diferente. Sí, a ti te hablo baneo musulmán.
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Esta es una familia típica de inmigrantes cubanos: Penelope (Justina Machado) es la madre trabajadora y veterana de guerra que fue a servir a Afganistán; Lydia (Rita Moreno) es la abuela controladora y orgullosa de ser cubana, y Alex (Marcel Ruiz) y Elena (Isabella Gomez) son los hijos adolescentes de Penelope. Entre los cuatro se van desplegando las relaciones de tres generaciones muy distintas.
Más allá de la diferencia generacional y de la diversidad de creencias que tiene cada uno, “One Day at a Time” es una historia sobre el amor filial, el orgullo de pertenecer y el seguir descubriéndote a ti mismo en la era tecnológica. Destacan las líneas argumentales de la historia de revelación de la orientación sexual de uno de los personajes, el estrés postraumático de aquellos que fueron a la guerra y regresaron y como es ser un inmigrante recién llegado de Cuba a los 15 años a Estados Unidos. La serie tiene la habilidad de hacerte reír y llorar en un mismo episodio de 30 minutos, una rasgo que no es usual para una sitcom con laugh track incluído, pero que te llena el corazoncito de emoción y esperanza por un mundo un poco menos de mierda.