Considerando que la serie animada tiene como protagonistas a animales antropomórficos y sarcásticos que viven en Hollywood, su giro dramático hacia abordar con delicadeza (aunque sin perder el humor) los problemas existenciales y familiares, fue bastante sorpresivo. Pero nos encanta.
En un transcurso de 37 días, volví a ver los 37 capítulos de BoJack Horseman. Por cuarta vez. En lo absoluto estoy calificada para dar un seminario de sobre esta comedia original de Netflix (aunque alguien debería), pero me hizo volver a tomar distancia de la risa y enfrentarme a los demonios que a todos esos personajes, humanos o animales, atormentan.
¿Quién iba a imaginar que una serie de animación sobre un caballo antropomórfico, ex estrella de televisión, se iba a convertir en el mejor producto de Netflix?
Además de mostrar la sobrevalorada vida de los artistas de Hollywood y lo frágil que puede llegar a ser la fama, el programa aborda la diversa gama de enfermedades mentales, problemas de autoestima, búsqueda de la validación en el exterior, la desconexión familiar y un largo etcétera.
Y ahora, agregados a la cuarta temporada estrenada el 8 de septiembre por la plataforma de streaming, 12 nuevos episodios se agregaron al catálogo, pero no son, realmente, como los otros 37 que hemos visto.
De alguna forma, hacer que BoJack (Will Arnett) pase ciclo tras ciclo en un loop de destrucción lo hace a nuestros ojos un personaje imposible de cambiar, ni siquiera quererlo, y tampoco es como que la solución sea darle un final feliz. De esa forma, perderíamos un gran show solo por cumplir cliché del “encontrarse a si mismo”.
La nueva temporada no tiene una trama central como las otras entregas, sino que se encarga en explorar las tragedias y las victorias de los amigos y la familia de BoJack. Lamento decirte, pero es probable que esta temporada extrañes más que nunca al caballo que le da nombre a la serie. De hecho, ni siquiera su presencia está en el primer capítulo, que se mueve en la carrera de Mr. Peanutbutter (Paul F. Tompkins) por ser el próximo gobernador de California.
Otros personajes están en la misma: Diane (Alison Brie) aún sigue salvar su matrimonio con Mr. Peanutbutter; Princess Caroline (Amy Sedaris) quiere por fin formar una familia, pero sin sacrificar la carrera que tanto le ha costado formar, y Todd (Aaron Paul) se esfuerza por aceptar su asexualidad y lo que esta implica para él, sin dejar de hacer sus típicas locuras. Es probablemente la historia de Todd sea uno de los retratos mejor cuidados y más reales sobre la asexualidad en la televisión, una que no hay que pasar por alto.
A pesar de esto, lo más parecido a un arco dramático es la construcción de una conexión real con alguien que podría o no ser su hija, y por otro lado, la deconstrucción de la relación con su madre con demencia. Ninguna de las dos relaciones terminan como lo esperas, porque, para ser sinceros, ¿cuando BoJack ha hecho lo esperable, lo moralmente correcto?
Pero, la noción de familia cambia mucho a las personas. No es siempre familia con quienes tenemos lazos sanguíneos, menos si aún en la edad adulta no hemos podido perdonar a esos que, con menos razón, nos han hecho daño. A veces, familia es quien te tendió la mano en un mal momento, la gente con la que trabajas, tus amigos, la persona con la que compartes una relación amorosa o a un posible pariente que acabas de conocer y con el quien te podrías llevar muy bien.
Por más problemas que tenga y traiga, BoJack por una vez en su vida (y a pesar de que en las últimas temporadas se encargó de matar todas las relaciones que tenía, sobre todo después de la muerte de Sarah Lynn, su compañera de reparto en Horsin’ Around) es capaz y tiene la disposición de ayudar a aquellos que sufren de problemas mentales, tal como él, y podemos verlo evolucionar como personaje.
Corte al capítulo 11, en el que no me pude aguantar las lágrimas.
No solo BoJack Horseman es una imponente pieza de animación, sino que es un reflejo real de los mismos procesos que uno mismo o quienes te rodean han pasado. Venir de una familia con un largo historial de enfermedades mentales, muchas tratadas muy tarde, y las consecuencias que traen estas es una realidad con la que se vive y camina, pero ninguna otra serie o producto de ficción hizo que aceptara la complejidad de estas.
Al final, la temporada cuatro de BoJack Horseman se trata de eso: de explorar las partes complejas de sus personajes, unas que jamás se habían tocado, y como estos son capaces de romper el ciclo generacional del abuso, contra uno mismo y con los otros.
https://www.youtube.com/watch?v=Bf12qwPWDVI