Escalofriantes discursos que pocos quieren escuchar aunque sabes que existen por montones, de gente que por ningún motivo te quieres topar.

por Pablo Bustamente

Drogas, mucha violencia, pasos por el Sename y otras instituciones de acogida marcaron su niñez y adolescencia. Esta es una historia como tantas otras, de esas por las que nadie responde, por las que nadie se hace responsable, que aparecen en los informes que hacen los parlamentarios y sobre las cuales es mucho más fácil mirar para el lado. Esquivar la cara de Domingo y tantos otros que de alguna manera se las tuvieron que arreglar para sobrevivir.

Su vida está marcada por acontecimientos que para muchos serían imposibles de sobrellevar o de acciones que parecieran sacadas de películas de mafiosos de los 90’s. “Anoche tuvimos que ir a arreglar a un hueón que quedó debiendo plata. Así que salimos a buscarlo, pa’ allá pa’ la Monte (una plaza) y nada, lo pescamos a batazos nomás, qué más te puedo decir. Me llegué a zafar el brazo forcejeando”, resume con una naturalidad que aterra.

Para Domingo todo se trata de supervivencia, de no dejarse botar por la ola, porque eso sería peor, te dejaría rezagado, en bandeja, servido para los coyotes. Pese a que hace no tanto pasó los 20, ha vivido más que muchas personas y con un nivel de intensidad que sobrecoge.

Hoy busca la manera de dejar todo el desorden y la dureza que le ha tocado atrás, pero le cuesta, se siente atrapado. Acá una radiografía de la realidad, aspiraciones, miedos y frustraciones de un exponente de nuestra periferia social. Un graduado del Sename y la calle.


Inocencia interrumpida

Tuve una infancia dura. Me pegaron harto mis padrastros y mi vieja igual, que además se metía con puros giles. A mi taita me lo mataron igual y puta, terminé siendo un hueón súper inadaptado. En el colegio le hacía bullying a los compañeros, o en otro tiempo me hicieron, pero ya a los 10 años estaba revelado. Tenía un muro de cemento en frente mío, como de firmeza, como esconder una parte de  mí que dejé en el pasado, que fue mi infancia, mi inocencia, no sé. A esa edad ya andaba en otra volada. Veía a mis compañeros jugar a la pelota y yo me estaba drogando o tomaba copete, fumaba cigarros. Y después cuando ellos recién fumaban pitos yo ya me pegaba saques o me había mandado mi primera pasta y la pasta es una droga complicada, porque te agarra y te pide. Es una dependencia súper fuerte, te achacai mucho. Cuando yo fumaba, podía tener hasta 20 pastas y se me acababan y quedaba con una depresión que me daban ganas de matarme. Me jodía que todo había durado tan poco, el orgasmo que se le dice.

A esa edad ya andaba en otra volada. Veía a mis compañeros jugar a la pelota y yo me estaba drogando o tomaba copete, fumaba cigarros.


Comprando angustia

Tenía 14 cuando empecé con la pasta base. Me acuerdo que me compré una y me mandé un tabacazo (cigarro con pasta). Quedé más loco que la chucha. Me pegó el medio batazo en el cráneo. Y después ahí ya entrai a un submundo, quedas atrapado. No encontrai respuestas al por qué. ¿Por qué eres así? No cachai el sentido de lo que estás haciendo, no sabís para dónde va la micro, no sabís qué querís con tu vida.


El camino se bifurca

Hay un momento en que cachay que el camino se parte en dos. El lado bueno y el lado malo. Igual siempre fui medio bohemio. Pero todo empieza con las amistades. Es como dicen “dime con quién andas y te diré quién eres”. Yo era pendejo cuando empecé a fumar marihuana y poquito después ya andaba pegándome saques. Ya cuando empezai con la falopa, te vai a la chucha porque partís robando cosas chiquititas a tu familia, onda anillos de oro, cosas así, domestiqueando como se dice. Fome igual poh. Después me pegué la cachada y era re pendejo, cumplí 13 y me empecé a juntar con locos de la Rosita Renard, pa’ allá pa’ Ezequiel, con cabros que roban, que son de otra escuela, hueones más viejos que me empezaron a pedir que les tirara datos ¿cachay? De locales o hueás que estuvieran tiradas y yo me ganaba algo de plata. Y un día me encabroné más y me monté y salí a robar nomás, salí a robar por primera vez.


Los métodos

Con los datos era todo sencillo. Por ejemplo te digo que tal tienda cierra a cierta hora. Hay tantas personas trabajando ahí a esa hora. Se manejan con cierto tipo de pago o hay estas especias. Lo mismo que pasa con los autos o los Uber ahora, que no se sabe tanto. El método de las cuentas falsas en Uber pa’ los que hacen los portonazos. Piden el Uber a una calle más piola, con una cuenta falsa, intimidan al chofer y le llevan el auto, la plata, todo. Tienen tirado el chancho ahí.


La violencia y el despilfarro

Una vez cuando tenía 16 me mandé un robo con violencia por ahí, a una casa. Amarramos a la gente con unos compañeros y al cabro más chico lo humillamos. Igual ahora lo pienso y me da lata haber sido así.

He choriado harto. He hecho hueás malas. Una vez cuando tenía 16 me mandé un robo con violencia por ahí, a una casa. Amarramos a la gente con unos compañeros y al cabro más chico lo humillamos. Igual ahora lo pienso y me da lata haber sido así. Lo pateamos, lo escupimos, le hicimos hueás malas, cosas del tipo que después quedai traumado seguro. Y quizás no es su culpa de haber nacido donde nació y que uno sea un hueón resentido y al final la gente tiene razón, somos antisociales. Yo nunca voy a tratar a un paco bien por ejemplo, porque yo me crié pensando que los pacos son maricones. Aunque no creo que tenga que ver con que uno es pobre, porque hay locos con plata que son malos, medios psicópatas de pensamientos, que roban en grande sin pensar en nadie más que en ellos mismos, pensando que porque no veís caras es distinto a la violencia física, pero esa hueá es otra clase de violencia. Por eso creo que es mejor robar a una empresa, a un multimillonario al que no le duele. Y salís salvao, con 20 guatitas (millones). Yo igual me he pegado esas salvadas, pero la plata no te dura nada, menos de un mes. Se va en puro vacile. Voy pa’ la disco y me piteo un palo. Voy con los precisos, les digo “cabros, hoy día ando bonito, vamos pa’ la disco, botellón, VIP, pal Golden, maraquiemos, toda la hueá”. Así soy yo, pero con los legales, los que están en la seca y en la meca. Uno sabe quién es legal y cuáles son los chupa sangre.


Jarana

Me gustan las fiestas electrónicas, la falopa, mujeres, pero no siempre sí, porque tengo a mi señora igual. Pero cuando se dan los tiempos de repente me gasto 60 pesitos por una atención con una profesional. Es que me gusta vacilar, aunque cambiando la rutina. De repente ando con plata y me voy a la playa. Voy harto a Reñaca porque tengo la mano con unos hueones medios tránsfugos, unos parceros que dejan las piezas más baratas. En Reñaca llega de todo. Harta argentina. De hecho me comí una argentina este verano. Rica la tonta. Son ricas las argentinas, tienen otra cosa. Italianas poh. “Ma che cosa”, guaaaaaa.


Diosas de la noche

Me gustan las escorts porque lo chupan rico. Con o sin forrito, lo hacen rico, si trabajan en eso, son diosas. Lo bueno es que yo me las gano. Hay veces en que uno hasta se queda más rato con ellas. Me saco unos pititos, unos saques y salen sus tratos por ahí. La otra vez me tiré una chilena y después una argentina, el mismo día. Hay un chalé ahí en Escuela Militar, que es puro escort y pa allá vamos con mis compañeros a gastar la plata.

Hay un chalé ahí en Escuela Militar, que es puro escort y pa allá vamos con mis compañeros a gastar la plata.

He hecho cuartetos, onda tres minas, pero unas baratas sí, o sino cagay, porque hay cabras que cobran más caro por eso. Te cobran adicionales, que les llaman. Es que les gusta cobrar extra, si querís que lo hagan más rato o pegarle una chupada al zapato de la hueona, te apalean. Pero yo creo que si estay pagando hay que pegarse unas degeneradas más o menos. A mí me han amarrado, me han bailado en babydoll. Es una hueá medio underground en realidad porque los cabros más jóvenes no putean mucho. Pero yo he andado con plata. Cuando uno anda cargado, ya no sabís qué hacer con tanta plata.


Problema de plata

A mí me gusta la plata porque lamentablemente sé lo que es no tenerla, entonces uno como que abre los ojos de diferente manera. En Las Condes por ejemplo veí a la gente acomodada, no se preocupan por nada y uno baja a Conchalí, por ejemplo y es otra realidad. En Las Condes la gente tiene plata poh, los problemas de plata que hay ahí son muy diferentes a los que hay abajo, donde tenís que comprar menos pan del que necesitai o conformarte con pan duro. Pero en Las Condes a la gente se les pudre el pan en la casa.

Cuando ando con plata me siento poderoso. Puedo hacer la hueá que yo quiera. Si quiero me voy a la playa, si quiero puteo, si quiero me drogo. Si quiero invito a mis amigos a huevear, los auspicio. Quedo de rey como se le dice. Una vez fui a una plaza donde hay unos cabros con los que fumo pitos, uno skaters. Llegué tirando billetes de 10 y los hueones quedaron locos. La noche anterior con unos amigos nos habíamos metido a una casa y salimos forrados.


La locura

De todas las cosas que me he mandado, el copete es el que me deja más espeso. Y cuando lo mezclo con coca. Ahí quedo cuático. Fácilmente puedo matar a alguien. El copete es cuático, le perdís el miedo a la muerte y tenís un tipo de respuesta que no es de personas normales. Un hueón que valora su vida no actúa como actúa uno con copete. Se te agranda el corazón. En esos momentos preferís meter con todo nomás. Meter estocazos, su cuetazo, lo que venga.


9mm

He disparado igual, pero las he puesto baratas sí. Es que las armas de fuego te hacen sentir algo que no erís. Te hacen creerte Dios. Yo igual tengo mi 9 en la casa, pero ahora trato de no sacarla, puros problemas. Son traidoras. Arreglai los ataos a cuetazos, pero no es ningún brillo porque al final no la sacai pa mostrarla, si la sacai la ponís. Eso de mostrarla es de maricones. Si la saco es pa salvar pos.

Cuando pegué el primer balazo me sentí bien, medio nervioso al principio, pero después bien.

Cuando pegué el primer balazo me sentí bien, medio nervioso al principio, pero después bien. Fue la clásica, lo mandé por ataos de plata. Porque hablan hueás. Ataos callejeros. Lo bueno es que nunca me ha llegado uno, puñaladas nomás. Pero eso pasa porque uno anda en la volada. Curao, te metís en hueás turbias, todo se pone tenso. Uno anda en la locura, drogas van, drogas vienen. Se te cruza la mala cuea. Aparte nunca me ha faltado la droga.


¿Echar la micro atrás?

No volvería pa atrás, yo creo que me sirvió. Ya las cosas pasaron así, no creo en el “si es que”. Las cosas no fueron así nomás, eso es muy relativo. No puedo decir cosas como que ojalá no me hubiera pasado que a los 15 años por defender a una mina empepada, unos hueones que andaban bomba, como 11 locos de la San Gregorio, me pusieron 3 puntazos en la guata. Me metí ahí a pelear y de repente me llegaron tres tajos en la guata. No caché que me habían apuñalado al principio, me empecé a marear nomás y la polera se me empezó a endurecer y el compadre que me puso las puñaladas me dijo que me levantara la polera y ahí recién caché. No sé si ver eso como una señal o qué, pero fue una hueá brígida igual. Terminé en la UCI o la UTI, pero cuando salí ni quería cobrar, quería puro volarme. Yo ni sabía quiénes eran. Fue todo al peo. Sirve de enseñanza nomás. Después de eso me metí a Senda, pensando que se puede cambiar.


Rehab

Cuando entré a rehabilitación seguí siendo un desastre o peor. Yo creo que igual sirve, pero para la gente que tiene voluntad o que no son tan llevados a sus ideas. Es que en Senda son cuáticos. Es casi como el Sename. Los locos te hacen mierda psicológicamente, onda destruyen tu temple pa’ de nuevo hacerte una persona. Si erís duro como roca te dejan como flan. Te hacen una hueá que se llama “La Maratón” que es para los locos que les gusta lanzarse y amanecerse 3 ó 4 días, acá te hacían amanecerte 2 días, con stress psicológico, sin drogas, poca comida y te tiraban agua helada, harina, huevos, papeles con caca, basura, solo para derrumbarte y después te hacían ser un hueón más templado todavía porque ya esa hueá era un stress emocional pesado, pero a mí nunca me doblaron, no me sacaron ni una lágrima. Te gritaban cosas del tipo “Voh que hací sufrir a tu familia por la droga. Cambiai a tu mamita por una pasta”, pero yo me cagaba de la risa, porque no estaba ni ahí con nada, me seguía metiendo droga ahí mismo. Estuve dos meses y me arranqué. Después caí de nuevo, pero en otro centro y al final terminé en una clínica de desintoxicación, pero de ahí me echaron. No pudieron conmigo. Les inundé el primer piso, les maté unos pescaos de un piedrazo y les grité “Vieron perros culiaos, no salvan a nadie”.

Te hacen una hueá que se llama “La Maratón” que es para los locos que les gusta lanzarse y amanecerse 3 ó 4 días, acá te hacían amanecerte 2 días, con stress psicológico, sin drogas, poca comida y te tiraban agua helada, harina, huevos, papeles con caca, basura, solo para derrumbarte y después te hacían ser un hueón más templado todavía porque ya esa hueá era un stress emocional pesado, pero a mí nunca me doblaron, no me sacaron ni una lágrima.


La familia

A esa clínica llegué porque tengo un abuelo con lucas. O sea, mi abuela es de familia, pero él logró amasar su fortuna e hizo plata. Nuestra relación es nula igual, muy mala. Yo siempre he sido la oveja negra. Tengo de las dos familias. Una con plata y la otra que vive hacinada, onda 7 personas en una pieza. Y todos locos, andan choreando, van pa’ Europa a robar. Son internacionales, no están ni ahí con este país.


El miedo y el Sename

Lo que más me da miedo es que me olviden. Porque yo he sido olvidado y esa es una sensación súper penca. Cuando estaba en el Sename, por ejemplo, todos los que dicen ser tus amigos se largan, hasta a tu misma familia casi no la veís. Allá a todos nos olvidan, no existen los amigos, los panas, no hay lealtad. El que tiene el respeto es el hueón más maldito, el que más puñaladas pega o más hueones ha matado. Yo creo que es peor que la cana porque los cabros chicos no tienen respeto, no tienen miedo. Pueden matar a alguien adentro porque saben que no les van a alargar la condena. No se echan al agua. Si uno prefiere morir de viejo que de sapo, porque si no te filetean la cara.

Igual aunque el Sename es cuático y uno cacha todo lo que sale en los diarios, cuando estás dentro ya nada te choca, quedai curado de eso porque la realidad de afuera, de donde uno viene, de donde vive la gente, eso es mucho más chocante. La miseria, eso me da pena. Saber que cabros de 12 años andan robando pa’ pegarse pipazos. Son cabritos chicos que ya no saben qué hacer. La gente se desespera dentro de esa realidad.

¿Y se puede salir?

Es más difícil que la chucha. Es un círculo vicioso pos. Papá ladrón, mamá presa, hijo de traficante o ladrón. La cosa es así, si en la misma familia estay acostumbrado a que todo sea una mierda. Es cosa de mirar cómo se tratan entre ellos, se tratan como si fueran basura. Entonces es difícil cambiar una cosa así, con gente que se crió en ese ámbito, después decirle “mira, esto está mal, la sociedad quiere otra cosa de ti”, no digo que no pase, pero puta que cuesta, porque la misma sociedad es la que te empuja a transformarte en un peligro.