“Como todo en la vida, hay que tener razones para tener hijos”. Mi mamá, la que me tuvo muy joven y que nos crió a mi y a mis dos hermanos, desde siempre nos sentó a los dos mayores a reflexionar por qué la posibilidad de ser padres de alguien tiene que ser un acto absoluta y completamente analizado. Ninguna presión social, ningún anhelo de otros puedes interponerse en tus decisiones como ser humano. Para ser alguien que ya los tuvo, es quizá una de las mejores enseñanzas que nos dejó a todos.
Pero no es así para todos. El procrear está metida en toda política social de todo país que ve decaer las tasas de natalidad, que eventualmente, no tendrá suficiente mano de obra para sostener la economía. Si no, ¿Cómo explicamos el miedo del Presidente Piñera después de la legalización del aborto en tres causales y que supuestamente afectaría en la ya alicaído nacimiento de nuevos niños?
En 2016 natalidad fue la más baja últimos 10 años. Debemos fortalecer familia y avanzar hacia un Chile en que parejas quieran tener + hijos
— Sebastian Piñera (@sebastianpinera) January 18, 2017
“Vamos a perfeccionar la ley para establecer un sistema poderoso, oportuno y eficaz de acompañamiento de ayuda y apoyo de todas las mujeres que tienen embarazos vulnerables, para que las mujeres no se sientan solas y abandonadas y para que opten por la vida. La mayor cantidad de mujeres que tengan embarazos vulnerables puedan tener esos hijos con felicidad y puedan amarlo y quererlo y transformar a ese niño en buenas personas (…) Las mujeres tenían en promedio 5 niños, y hoy menos de 1,8 niños. Es decir, ni siquiera estamos reproduciendo nuestra población”, dijo en un acto público en 2017.
La natalidad es una cuestión que siempre ha preocupado a Piñera, que ya en dos gobiernos recalca que es un eje base de su mandato. Incluso en El Mercurio escribió una columna en donde la defiende: “La familia es la primera institución social. En ella se forman nuestros niños, se inculcan los valores, se recibe afecto y amor gratuito e incondicional, se protege a los débiles, se cuida a los enfermos y adultos mayores, se enseña a vivir en sociedad y se forma a los nuevos ciudadanos (…) Debemos promover la natalidad y valorar y cuidar a los niños, porque una sociedad con más niños es una sociedad mejor y más feliz. Y también más fuerte y sustentable. Al fin y al cabo, el mejor indicador de bienestar y calidad de vida de una sociedad es cuando las familias deciden tener más hijos, porque tienen seguridad en el presente y confianza en el porvenir”.
Te lo repiten algunos amigos casados y con hijos, la publicidad, tu abuela, tus padres y hasta el Presidente de la República. Llegas a tu casa y solo te encuentras a tu mascota, y no el llanto de un bebé o la atención de infante, porque después de una larga jornada laboral solo quieres echarte a ver Netflix con tu gato encima. No, tu vida definitivamente está vacía y no eres un aporte a la sociedad.
A Lina Meruane nunca le interesó tener hijos y eso está escrito en todas las entrevistas que ha dado sobre su libro “Contra los hijos” (Random House, 2018), lanzado por primera vez en 2014 y reeditado cuatro años después. Nació como una columna en la revista Etiqueta Negra y evolucionó a una diatriba (texto contra un grupo social) que critica la manía de poner a la procreación en el centro de las discusiones contemporáneas, y lo que es peor, señalar a las mujeres como las culpables de todos estos males.
“No defiendo a favor de ninguna vida – aunque si estoy a favor de todas las formas imaginables de anticoncepción que no pongan en riesgo la salud de las mujeres-. Y estoy en contra de la violencia que sufren tantos niños y niñas hoy. No estoy en contra de la niñez.
Escrito de otro modo:
Es contra los hijos que redacto estas páginas.
Contra el lugar que los hijos han ido ocupando en nuestro imaginario colectivo desde que se retiraron “oficialmente” de sus puestos de trabajo en la ciudad y en el campo e inauguraron una infancia del siglo XX vestida de inocencia pero investida de plenos poderes en el espacio doméstico”. Lina Meruane, Contra los hijos.
“Los discursos promaternalistas le han permitido a ciertos sectores de la sociedad mantener un estatus quo: el hombre en la calle, con todos los privilegios, la mujer en la casa, con todos los hijos y sin derecho a reclamo. Cuestionar la bases de este discurso amenaza una idea de lo social, amenaza privilegios históricos, y por eso hay que acallar los cuestionamientos y la críticas, y poner el grito en el cielo cuando una mujer declara que no va a tener hijos. Pero el punto en cuestión no es el de tener o no tener hijos, porque hijos la gente siempre va a tener, menos o más van a seguir apareciendo, el planeta está que revienta de gente, el punto que a mí me interesa es qué modelo de maternidad se está imponiendo como deseable, que discursos se confabulan para convencer a las mujeres, en determinado momento, que ese es lo único a lo que deben aspirar, y quien sale beneficiado“, explicó Lina.
No es cosa de ir en contra de todo, sino que pararse frente a la máquina que obliga a mujeres, y en menor medida a hombres, a ver en la idea de tener hijos una forma de control social en el que se generan modelos perfectos de paternidad que frustra a aquellos que no los tienen y elevan al cielo a los que sí.
Y el problema es que cada día que nace una niña, como un sello de fuego se le hace una marca en la frente que dice “madre” incluso antes de desarrollar todo su ser: “Una mujer es mucho más que una madre y porque los hijos son sólo una parte de su vida, en una etapa de sus vidas, si elige tenerlos. Esos hijos siempre terminan por irse para realizar sus vidas y ese vacío al que le damos el nombre de síndrome puede ser terrible si no hay nada más. La vida del encierro en el modelo de la maternidad intensiva recorta mucho la vida de una mujer, no por nada los hombres nunca han optado por esa vida, ni aun cuando se las ofrecen. Eso debería decirnos algo“.
Jóvenes contra los hijos
Un estudio de 2016 presentó la primera evidencia empírica de como la paternidad postergada, o la negación a esta, es vista como una mala práctica social y que la cultura de los hijos persiste. Los que violan esta regla son vistos como personas que no se podrán realizar, son estigmatizados por los otros y alienados por el resto, que los considera como personas egoístas, señalizados como los culpables del decaimiento de la economía.
Y para qué, si resulta que las mujeres que tienen hijos tienen menos oportunidades de trabajo que las que no. Otra investigación publicada por la Universidad de Chicago explicó que las mujeres que ponen en sus currículums que tienen hijos son menos llamadas por los trabajos que postulan que mujeres que también admiten que no los tienen, y que incluso en el caso de hombres con hijos es aún mayor la posibilidad de que reciban una oferta de trabajo. Incluso va más allá: las mujeres con hijos son menos deseadas para ocupar un puesto de trabajo, sin menos competentes, están menos comprometidas con sus trabajos y llegan más tarde a la jornada.
Si hasta una empresa de jugos declaró que el tener hijos para una mujer equivale a tener 2,5 trabajos full time, con una hora o dos al día para descansar. Aún así, nos quieren pariendo y criando.
Jennifer Gutiérrez es profesora de Lenguaje y Comunicación, y básicamente, educa a los hijos de otras personas, y no quiere tener los suyos. “El cambió ya está sucediendo. Para nuestra generación es algo más normal que una mujer decida no tenerlos sin que alguien salga a exigir la excomunión al escucharlo. En los segmentos de mayor edad causa un poco de extrañeza por cosas que van desde la figura de Dios hasta el cuidado de uno cuando sea viejo, y eso ya no lo podemos cambiar. Lo maravilloso es que las generaciones que vienen tienen ese chip mucho más internalizado, y lo veo en mis alumnos. Las niñas ya hablan de decidir si quieren ser o no mamás (cuando uno era chica como que esa no era opción en el juego de “qué quieres ser cuando grande”) y cuándo, lo mismo los niños“, comentó.
“Para esta generación hay muchas más posibilidades que las que se nos presentaron a nosotros, así que sinceramente creo que no necesitamos más esfuerzo que el de validar sus decisiones como seres autónomos y recordárles siempre que nadie está destinado a ser algo específico, porque uno es quien se construye el camino y la vida, además de educar en respeto y tolerancia”, explicó Jennifer.
Para la Community Manager Catalina Pulgar es una situación similar: “Creo que para que dejen de criminalizar a la gente que no quieren tener hijos tiene que haber un cambio desde la base, de entender que el ser mujer no es sinónimo de ser madre, no te hace mejor mujer el parir. No veo que sea de manera igualitaria hacia los hombres, porque no es una pregunta constante cuando estay pasando los 20 y llegando a los 30 y te preguntan por qué no has tenido hijos. No está dentro del check list de los hombres pero si en el de las mujeres. Tenemos que ver a las mujeres como seres humanos de derecho y no tienen por qué estar cumpliendo con las expectativas de otros ya que pasa por su cuerpo que es algo completamente privado“.
Y es incluso aún más radical: “Creo realmente, firmemente, que hay que dejar de parir, porque así le vamos a enseñar a las nuevas generaciones que no te vas a realizar con la maternidad, que no tiene por qué ser parte de tu realización personal; realízate como persona. El ser mujer no tiene que ver con ser madre, y puede ser uno de los aspectos de ti como persona, así como eres amiga, hermana, pareja, o lo que sea. Eso no te define como mujer. Hay que hacer el feminismo desde el útero“.
De esta manera, el no tener hijos se convierte una posición política. “Es político aun cuando no siempre lo parezca. A veces no responde a una falta de deseo materno o de deseo paterno, pero, al oponerse a un mandato social se vuelve político. Por supuesto, hay posiciones más deliberadas y más elaboradas en términos de declaración política, pero pienso que ir contra la norma es necesariamente una toma de posición”, dijo Lina.