“Todos decían que Tati era el hijo hombre de Salvador Allende. Como si el ser revolucionario fuera exclusivo de los hombres”, cuenta Marco Álvarez, que revisando los diarios de Miguel Enríquez, se encontró con la hija del ex Presidente y una historia de olvido y, por cierto, machismo.
Por Juan Carlos Ramirez-Figueroa, director LuchaLibro
Más radical que Salvador Allende, su padre. Amiga íntima de Miguel Enríquez, cerebro (y gran mártir) del MIR. Guerrillera del Ejército de Liberación Nacional del Che Guevara y amiga de Fidel Castro, además de figura clave en el exilio chileno en Cuba.
Esos son algunos hitos que definen a Beatriz Allende (1943–1977), la Tati, “la hija favorita” del ex Presidente chileno y que nunca se perdonó -en sus propias palabras- la “vergüenza” -de haberlo dejado mientras La Moneda era bombardeada en 1973, aunque él se lo haya exigido.
Todo eso es lo que el investigador Marco Álvarez (33)* quiere rescatar en el libro Tati Allende. Una revolucionaria olvidada (Pehuén, 2017). “Está olvidada. Ha existido una voluntad para que a su historia no se le dé la importancia adecuada. Son varias las razones, como su suicidio (el 11 de octubre de 1977, en Cuba). Pero también la voluntad política de sus ex compañeros de partido de mantenerla así”, dice el autor sentado en la Biblioteca Nacional.
Beatriz, explica, era una figura recurrente en los textos que estudiaba sobre los 60 y 70. “Pero siempre parcelada en los ríos de la literatura política”. El autor entrevistó entre otros a Patricia Espejo, secretaria personal de Allende; Juan Carretero, jefe de inteligencia cubana, y Hernán Sandoval, creador del plan Auge, con quien recorrió Latinoamérica.
Pero este libro no era el plan original. Álvarez estaba avanzando en la autobiografía a Miguel Enríquez que está armando a partir de sus cuadernos y textos personales. “En sus diarios de vida y cartas, siempre aparecía Tati. Una y otra vez. ¿Por qué, si era tan gravitante, nadie hablaba de ella? Suspendí la investigación sobre Miguel, para contestar esa pregunta”.
Sin embargo, en este libro se vuelven amargas las palabras de Hortensia Bussi, viuda de Allende en su funeral en La Habana: “Más temprano que tarde volverá la democracia, Tati volverá a Chile, el pueblo la homenajeará como se lo merece y descansará junto a su querido papá”.
Los restos de Tati volvieron en 1992 y nunca existió un homenaje de sus más cercanos. “Ellos eran ministros, parlamentarios y políticos. Nunca se levantó un dedo para recordarla. Porque Tati representa la dimensión más revolucionaria de Allende, que no tiene nada que ver con los gobiernos de la Concertación”.
El autor dice que la memoria es justamente él área en disputa. “Hay que estar atento a la operación donde el poder se apropia de las ideas y anula los aspectos políticos de los personajes así”. Habla de ella como si fuese una amiga. Incluso se ofende ante la idea de que ella y Enríquez hayan sido algo más que amigos en el Concepción de los 60. “Esa es una fantasía de gente que no entiende los niveles de compromisos y afectos de los movimientos revolucionarios. No hay ningún antecedente como para creer eso”.
Después de dos años de exilio, le exigió a su partido y a Fidel Castro volver a Chile para combatir la dictadura. “Se le negó ese derecho. Eso la fue apagando. El día que cruzó Morandé 80 su vida nunca más fue la misma. La mayoría de sus cercanos creen lo mismo. Se ha elucubrado bastante sobre las razones de su suicidio, pero creo que ello fue medular”.
¿Cómo surgió la idea de esta investigación?
A todos aquellos que revisamos las representaciones de las convulsionadas décadas de los sesenta y setenta chilenos una y otra vez, Beatriz Allende, se nos vuelve a presentar. Su semblanza siempre se nos vuelve a presentar de forma parcelada por los riachuelos de la literatura política. A veces, bajo las leyes de la compartimentación insurreccional, envestida de guerrillera internacionalista, de nombre Marcela, militando en la retaguardia de la gesta continental del Che Guevara y sus legatarios en las montañas bolivianas. En otras, se nos aparece en múltiples ocasiones en La Habana, conversando con Fidel Castro, la jefatura revolucionaria y, sobre todo, con los responsables de apoyar y propagar los proyectos insurrectos. En ocasiones, regresa liderando la secretaria privada de Salvador Allende en la Moneda, siendo su más leal colaboradora junto a la Payita en los mil días chilenos que estremecieron al mundo. En su última etapa, reaparece articulando la solidaridad internacional y la esquiva unidad de las izquierdas en los tiempos dictatoriales.
Sin embargo, fue cuando estaba realizando otra investigación, sobre Miguel Enríquez, Secretario General del MIR, del cual soy custodio de sus diarios de vida y cosas personales, que está próxima a publicarse, cuando eclipsé con Tati Allende. Miguel y Tati se conocen de muy jóvenes y fueron muy amigos. En sus diarios de vida y cartas, siempre me aparecía Tati una y otra vez. Es en ese proceso cuando me pregunté ¿Cómo una persona tan importante en nuestra historia reciente ha sido condenada al olvido? Tuve que suspender la investigación sobre Miguel, para poder contestar esa pregunta y aportar en dar a conocer la vida la vida de Tati. Así surge en cierta medida el libro “Tati Allende. Una revolucionaria olvidada”.
“Puedo afirmar que en el caso de Tati Allende ha existido una voluntad para que su historia no se le de la importancia adecuada”
Tati Allende es uno de estos clásicos personajes que están en todas, que están gravitando sin embargo por esto mismo a veces los que escriben la historia -ya sea ganadores o perdedores- la pasan por alto o no le dan la importancia adecuada. ¿Estás de acuerdo?
No solo estoy de acuerdo con que la pasan por alto, sino que también te puedo afirmar que en el caso de Tati Allende ha existido una voluntad para que su historia no se le de la importancia adecuada. Son varias las razones que te podría dar, como su forma de morir, que fue el suicidio, pero sobre todo, la voluntad política de sus ex compañeros de Partido de mantenerla en el olvido. En el funeral de Tati Allende en La Habana en octubre de 1977, su madre, Tencha dijo que”más temprano que tarde volverá la democracia, Tati volverá a Chile, el pueblo lo homenajeará como se lo merece y descansará junto a su querido papá”. Los restos de Tati volvieron en 1992 y nunca existió un homenaje, teniendo sus más cercanos el control del timón del Estado. Siendo ministros, parlamentarios y destacados políticos, Beatriz nunca se levantó un dedo para recordarla. ¿Por qué? Porque Tati representa la dimensión más revolucionaria de Salvador Allende, que no tiene nada que ver con lo que son los gobiernos de la concertación.
¿Cuales fueron tus fuentes primarias en esta investigación?
En materia de fuentes, fue muy importante poder haber entrevistado a su familia y sus amigos más cercanos, pues ellos nunca antes habían querido hablar sobre la vida de Tati. Este sirvió para poder reconstruir pasajes perdidos de su infancia y adolescencia. Este libro fue escrito entre Santiago y La Habana, reconstruyendo cada paso de Tati en su vida política. Para ellos conté con importante documentación inédita. También, te puedo contar que el proceso de investigación no fue nada fácil, ya que indagar en la vida de un personada que está olvidada, requiere romper mil barreras para rescatarla del olvido. Y bueno, para quejarme un poco, dedicarse a investigar en este país, es muy difícil, pues no se cuenta con los apoyos y recursos básicos para poder desarrollar investigaciones de este tipo.
En base a qué elementos sostienes que “nunca se perdonó” haber dejado La Moneda, aunque su padre se lo exigió. Me parece algo muy dramático, que esto le estuviera dando vueltas todo el tiempo.
Primero, porque ello lo dijo en varias entrevistas. Incluso, ocupó más de una vez la palabra “vergüenza”. Es que Tati se formó política y militarmente, para caminar por sus ideas revolucionarias. Allende le exigió que saliera porque estaba embarazada. Después de dos años de exilio, le exigió a su partido y Fidel Castro volver a Chile para poder combatir contra la dictadura. Se le negó ese derecho. Eso la fue apagando. El día que cruzó el umbral de la puerta de Morande 80, su vida nunca más fue la misma. Además, te puedo decir, que la mayoría de sus cercanos creen lo mismo. Se ha elucubrado bastante sobre las razones de su suicidio, pero creo que ello fue medular. Ahora, debemos entender que el suicidio es como una tormenta perfecta, donde muchos factores coinciden para hacer insoportable la noche y el día.
“Ser mujer y revolucionaria, no es una buena mezcla para los sectores conservadores, quien han sido los que se han dedicado a contar nuestra historia reciente”
¿Hay algún tipo de machismo en este especie de olvido en que ha recaído Tati?
Por supuesto, siempre lo hay en todos los olvidos de mujeres. Me llamó la atención en la investigación que todas las personas que entrevisté, con un gran cariño por ella, dijeran que “Tati era el hijo hombre de Salvador”. Como si las características de ser revolucionario fueran exclusiva tenencia de los hombres. Asimismo, ser mujer y revolucionaria, no es una buena mezcla para los sectores conservadores, quien han sido los que se han dedicado a contar nuestra historia reciente.
¿Qué fue lo que descubriste en esta investigación y que no se te había pasado por la cabeza?
De lo importante que es disputar nuestra memoria histórica, ya sea en los casos como Tati, sentenciados al olvido, o en el caso de personajes históricos de gran relevancia y difusión investigativa, como Salvador Allende, al que sin duda lo han tratado de vaciar de contenido político. Me llama mucho la atención los esfuerzos que existen para tratar de presentar a Allende como un amante de los cuadros, más que como un político de época que apostó por grandes transformaciones sociales. Creo que después de esta investigación, tengo más claro el porqué de la importancia de recuperar nuestra historia reciente.
La utopía -o la idea- de la revolución encarnada en Tati ¿existe? ¿Está domesticada por los medios de comunicación? ¿O ha mutado a otras formas?
Como gran parte de la juventud politizada que se formó en la segunda mitad del siglo XX, Tati se formó bajo las ideas de la revolución, que para ellos era inminente. La revolución estaba a la vuelta de la esquina y era inevitable. Hoy, el panorama es otro. Décadas de profundización de un modelo político, económico y cultural, caló hondo en el sentido común de la sociedad chilena. En Latinoamérica, prácticamente no existen procesos insurreccionales. Sin embargo, las ideas de la revolución no pueden enmarcarse solamente a cuestiones de método. Y en ese sentido, la idea de acabar con las injusticias sociales en unos de los países más desiguales del orbe, como es Chile, donde los jóvenes nuevamente encabezan estas demandas, te dicen que las ideas que encarnó Tati se encuentran vigentes. Y sí, han mutado en otras expresiones como los movimientos sociales y las luchas multisectoriales. En las luchas como “No + AFP”, el movimiento estudiantil, el ecologista, entre tantos.
“Es la izquierda la que tiene las personalidades, el talento y la valentía. Quieras o no, las figuras más importantes chilenas del siglo XX, en el mundo inclusive, pertenecen a esa forma de pensar: Neruda, Violeta Parra, Allende, Víctor Jara”
¿De qué manera una personalidad como la de Tati dialoga con el Chile actual?
Tati dialoga con el Chile actual de la forma que te estaba contando. Hoy existe una nueva generación que considera urgente realizar transformaciones estructurales al Chile de las últimas décadas. Son los que hoy levantan las banderas de los movimientos sociales y las organizaciones políticas de nuevo tipo, donde el legado de Beatriz debería anclarse con fuerza. Una de las cosas que rescata este libro, es que no existió en Chile una persona que luchara más por la unidad de las izquierdas que Tati. En ese sentido, esa vocación de articulación entre distintas expresiones de las izquierdas, es un valor inmenso en tiempos donde la atomización es una máxima entre los que creen en los cambios profundos.
Estoy seguro que algún cínico, derechista o liberal se preguntará a raíz de este libro si es necesario sumar un nuevo nombre al santoral de la izquierda. ¿Qué le responderías?
Es la izquierda la que tiene las personalidades, el talento y la valentía. Quieras o no, las figuras más importantes chilenas del siglo XX, en el mundo inclusive, pertenecen a esa forma de pensar: Neruda, Violeta Parra, Allende, Víctor Jara. Tati se formó bajo las ideas de la revolución, que para ellos era inminente. Hoy, el panorama es otro. Las ideas que Tati encarnó están vigentes y han mutado en otras expresiones como los movimientos sociales y las luchas multisectoriales. No existió en Chile una persona que luchara más por la unidad de las izquierdas que Tati. Esa vocación de articulación en las distintas expresiones tiene un gran valor. Sobre todo en tiempos de atomización entre los que creen en los cambios profundos.
*El autor es director del área de Archivo y Memoria de la Fundación Miguel Enríquez. Fue Pascal Allende, secretario del MIR en la clandestinidad (1974–1986), quien le habló de los documentos de Miguel Enríquez. Eran decenas de cuadernos, cartas a Tati y al cardenal Silva Henríquez, informes a Fidel Castro, cables con el PC, revistas, manuscritos, panfletos, servilletas y recortes escondidos desde su muerte. Primero, por Carmen Castillo, luego por Mónica Echeverría y Fernando Castillo en un baúl de concreto que heredaron a Allende. Lleva 200 entrevistas y está en medio de la revisión exhaustiva. “La letra era complicada, pero llegó un momento en que empecé a descifrarla. Miguel era consciente de que lo que escribía pasaría a la historia. No sólo es parte del secreto de los movimientos revolucionarios chilenos, sino también su vida.