La respuesta a esta columna de opinión por parte del Movilh.
Por Javiera Ibarra y Natalia Rojas
El movimiento por los derechos de la comunidad LGTB+ en Chile ha estado enmarcado en la constante evocación del signo masculino. Hombres liderando históricamente una demanda que entrecruza diferentes experiencias sexuales y de género, han borrando sistemáticamente las corporalidades que son disonantes e incómodas al régimen patriarcal y que derechamente no son de consumo masculino.
La existencia de voces disidentes en el movimiento homosexual ha sido otra constante en la historia. Hoy nos adscribimos en la otra vereda, ubicándonos al fondo y a la izquierda, presionando en cada PrideFest la consigna de todos los años: no hay nada que celebrar y mucho por lo que protestar.
El pasado sábado marchamos fuera del marketing y del pinkwashing promulgado por el Movimiento de Liberación e Integración Homosexual, Movilh, y la Fundación Iguales, haciendo notar nuestro malestar frente la ausencia de crítica y reflexión en torno a nuestras sexualidades constantemente avasalladas por un sistema que nos excluye, pero al transformarnos en corporalidades útiles, vuelven tras nosotrxs en camiones con música pop que poco o nada tienen que ver con las reivindicaciones que a largo de nuestras vidas nos ha tocado caminar.
Con La Otra Marcha acompañamos la lucha por Nicole Saavedra, mujer lesbiana torturada y asesinada en el 2016.
Hemos asistido por dos años consecutivos a este espacio público que se organiza desde una virtualidad colectiva activista, desde donde emergen diferentes grupos disidentes que se encuentran a través de las redes gracias al pensamiento feminista que atraviesa en nudos mientras rompe la linealidad del liviano pensamiento homosexual.
Esta marcha, que también nace desde la espontaneidad de la rabia y deseos reivindicativos, es una obra pública sin organizaciones o colectivos políticos al mando, se articula desde los múltiples feminismos.
Nos encontramos con amigas, conocidas y feministas por conocer. Ubicamos un lugar anexo al PrideFest y reconocimos caras de gente con las que ya habíamos trabajado antes en vocalías o en puntos críticos a los que nos lleva, de hecho, el feminismo.
Marchábamos por Nicole, una imagen que tensiona la celebración, gritamos por una víctima de lesbofobia que la justicia niega en reconocer.
Este lunes se cumplieron dos años del crimen de odio lesbofóbico contra Nicole Saavedra, quien fue encontrada muerta y con claras señales de tortura en la comuna de Limache.
Este espacio es un encuentro de protestas, de protesta en contra del lavado de imagen de las empresas al usar como marketing el dolor, las muertes y las torturas en contra de las comunidades no-heterosexuales, es un espacio de protesta para conmemorar a todos nuestros caídos, es un espacio de protesta para vincular redes, crear conexiones, establecer puntos de encuentro, de crítica y de unión en momentos de crisis de representatividad.
Toda La Otra Marcha estaba ubicada al inicio. Éramos las primeras de esta larga fila de personas con banderas, canciones pop, poleras con arcoiris y logos de las marcas más perdidas dentro del capitalismo.
De un momento a otro comenzamos a escuchar gritos feministas, gritos replicados de los grupos que han pasado su vida corriendo en las calles para salvar sus vidas, desde un camión que piensa que existe la discriminación hacia el hombre, hacia el heterosexual, hacia el blanco. Nos inundó la rabia y el resentir.
Decidimos parar el camión con un grupo de compañeras con la consigna de Simone de Beauvoir “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”, para tornar visible nuestra impotencia al ver como buscaban celebrar nuestra diferencia en una fiesta marcada por el neoliberalismo y la capitalización de nuestras experiencias.
Nos abalanzamos, en una ola que pedía justicia por todxs nuestrxs muertxs asesinados en democracia. Buscábamos cesar el avance del camión de la fiesta y poner en palestra la existencia de una inconformidad.
En ese momento emerge una avalancha de hombres vestidos de azul. Un ejército. Descendían desde el camión, iracundos al ver que lesbianas y colas estaban disconformes con su marcha despolitizada y brandeada. Entre ellos el vocero y lider histórico que se ha adjudicado la lucha desde su egocentrismo, Rolando Jiménez, quien no dudó en ningún momento en subir y bajar, subir y bajar constantemente de su camión para acercarse a nosotras y samarrearnos, apretarnos los brazos, mientras era salvaguardado por sus hombres azules.
Gente del Movilh agrediendonos #MarchaDelOrgullo #MarchadelOrgullo2018 pic.twitter.com/2FMluD5a09
— Debora (@deboraweka) June 24, 2018
Recibimos empujones, gritos en nuestras caras: “Anda a la universidad”, “Aprende de compromiso”, “Feministas tenían que ser”, “Sin convicciones”, “Anarquistas” “A nosotros no nos matan”.
Esto fue instantes después que Rolando Jimenez empujará a una compañera. #MarchaDelOrgullo #MarchadelOrgullo2018 pic.twitter.com/9aRCN334Ij
— Debora (@deboraweka) June 24, 2018
Era nuestra segunda marcha contra esta fiesta, jamás imaginamos lo que ocurrió.
Se bajó Rolando Jiménez a empujarnos violentamente y gritarnos ‘Dejen pasar’, que ‘Vayan a la universidad’.
Con violencia nos empujaron para que no impidiéramos el avance de su fiesta. Tras el empujón que recibí, explotó la violencia que se formó luego de esa provocación.
Rolando sabía que mis compañeros no se quedarían de brazos cruzados ante esa provocación.
Las consecuencias.
Feministas éramos, y lo seguiremos siendo. Irrumpimos en su fiesta porque no podemos concebir que estén capitalizando nuestras consignas, o que la única forma de defensa que puedan plantear sea a través del matonaje de hombres abalanzándose. Lo único que buscaban era mantener la ilusión de la celebración de nuestra diferencia mientras siguen muriendo nuestrxs hermanxs.
Aunque el matonaje y el hostigamiento sigan, éstos son el recuerdo vivo de que estamos reivindicando un sentido político, el cual se encuentra lejos de la derecha y fuera de la construcción de una sociedad heteropatriarcal promulgada por machos colas.
https://twitter.com/KenaLorenziniL/status/1011284576981921792
Como todos los años, nos volvimos a manifestar ante estas organizaciones, quienes tienen el descaro además de gritar consignas feministas en medio de su fiesta, no podemos dejar de repudiar el sonido del pop mientras detrás de esto, entonaban “No es no”.
Nos tildaron de machistas, incluso de homofóbicas. La rabia nos invadía el cuerpo al escucharles gritar “Alerta machista, que todo el territorio se vuelva feminista”.
Conocemos la historia que nos antecede. La Alameda alberga memoria y violencias, las cuales ya es momento de reivindicar.
La activista, feminista y psicóloga María Eugenia Lorenzini, más conocida como Kena Lorenzini, nos manifestó su apoyo ante la agresión recibida desde el Movilh y agregó: “Misógino y lesbófobo. Agresivo y atropellador. Nefasto liderazgo el de Rolando Jiménez del Movilh. Me hago cargo de lo que digo, estos ataques de él hacia lesbianas llevan años. Me ha tocado recibir su ira, envidia o lo que sea”.
Estas personas fueron constantemente agresivas con nosotras, en ningún momento se mostraron dispuestas a discutir, no les interesaba más que marchar felices para poder casarse mientras a nosotras nos matan por travestis, por lesbianas, por ser mujeres, por ser feministas, por no poder acceder a una educación, vivienda o salud.
Apoyamos a las compañeras de las agrupaciones lésbicas en su lucha por visibilizar los ataques lesbofobicos de los cuales son víctimas.
Lamentamos profundamente la actitud de Rolando Jiménez hacia ellas.
Sin justicia no hay orgullo ✊ pic.twitter.com/dnwJejHFwq— FEMINISTA CHILE (@FEMINISTACHILE) June 23, 2018