Alfredo Porailly y Cristian Donoso se fueron a recorrer Tierra del Fuego caminando con fotos de hace 100 años, buscando los lugares exactos donde fueron tomadas para comparar cómo están esos glaciares ahora. En serio, hicieron eso.
Arriba la foto tomada por Alberto de Agostini, abajo la de Alfredo y Cristian.
“Lo más difícil es la logística, la planificación. Una vez que estas navegando no hay vuelta atrás, solo cuentas con lo que llevas: alimentación, abrigo, seguridad, equipos. Tiene que ser super detallado, riguroso, para que no te vaya a faltar una batería, tarjeta de memoria, cable, ¡o comida!”,
Alfredo Pourailly de la Plaza (30), fotógrafo y comunicador audiovisual, cuenta sobre el conteo de equipos y provisiones mental que ocurre en su cabeza al zarpar en un velero desde Punta Arenas hacia Tierra del Fuego. El recorrido de 12 días incluye el glaciar Parry, el glaciar Negri y la bahía Ainsworth.
El recuento mental de equipos y provisiones es un momento serio, porque no es como que te puedas devolver a por algo que se te haya quedado, o comprar algo por esos lados. Imposible.
El comienzo del viaje se remonta a un año antes. Cuando Alfredo junto al explorador polar, montañista y yatista oceánico, Cristian Donoso, descubrieron- y se obsesionaron- con el archivo fotográfico del sacerdote saleciano Alberto de Agostini. Hace exactamente un siglo, Agostini se fue a recorrer Tierra del Fuego llegando a lugares que jamás habían sido fotografiados, espacios que solo conocían las culturas originarias de la zona.
Se sumergieron en el material, que está en el museo salesiano de Punta Arenas, con una idea. “Conocía de proyectos que hacían una comparación de fotos de un mismo lugar en dos espacios de tiempo diferentes, pero en Tierra del Fuego esto no se había hecho nunca y eso nos permitía ver cómo se habían transformado los glaciares y los paisajes”, explica Alfredo.
Te podrás imaginar la cantidad de trabajo que puede implicar mirar una foto de 100 años atrás y tratar de encontrar el lugar exacto donde fue tomada. “Las fotos no estaban geolocalizadas, entonces tuvimos que recurrir a nuestra experiencia de viajes anteriores y también guiarnos por las bitácoras de viaje de De Agostini. Explorar mucho Google Earth nos permitió geolocalizar un poco las zonas, pero requirió de mucha imaginación también”, cuenta Alfredo.
Vuelta al velero, donde una de las cosas clave que llevan, por supuesto, son las fotos impresas. “Nos servían como una especie de GPS”, explica. “Imprimos 20, logramos unas 10, o 7”, reconoce. “Fue un trabajo bien extenuante, nos despertábamos a las 6 de la mañana y terminábamos las jornadas no antes de las 12 de la noche, todos los días, durante 12 días. Como fue en el verano, se podía, porque allá los días duran muchas horas”.
Explícame por favor cómo lo hacían para encontrar los lugares exactos.
Caminábamos mucho: 4, 5 horas, una vez caminamos 10 horas. Es un trabajo bien físico, caminar de repente bajo lluvia, nieve, por bosques cerrados, con hartos equipos.
Con las fotos impresas llegábamos más o menos al lugar, desembarcábamos y caminábamos acercándonos al perímetro. Ahí empezaba el desafío de encontrar al lugar exacto, mirábamos los perfiles de los cerros para alinear las capas que componen las montañas, irse alineando con los distintos planos de la foto. Obviamente no pusimos la cámara en el lugar exacto pero si muy aproximado. Al alinear los elementos que están en los planos y al poner una foto al lado, la mente hace el resto. Me acuerdo que encontramos el lugar exacto de una foto en el glaciar Marinelli ¡Pero justo había un nido de pajaros! No lo íbamos a sacar, por supuesto así que pusimos la cámara un par de metros al lado.
¿Qué sensación te provocó ver con tus propios ojos que los glaciares están retrocediendo?
Es un impacto gigantesco ver que el mundo tiene unos procesos propios, a los que nos somos ajenos. A veces pensamos que la naturaleza es una cosa y nosotros otra, pero conformamos parte del mismo universo. Ver los glaciares retrocediendo a esa velocidad impacta, aunque entendemos que es parte de un proceso de cambio climático que viene de antes de que el ser humano interviniese con la revolución industrial y todo lo asociado al c02 que producimos.
¿Cuál es el objetivo de la muestra “Postales de Hielo”?
Nos gusta la idea de poder mostrar a la ciudadania que lugares lejanos, remotos, prístinos, de naturaleza impresionante, están cambiando producto del cambio climático. Por otro lado el retroceso de los glaciares permite que surja otro tipo de naturaleza, por un lado esta esa alarma, lo brutal del derretimiento. Pero esto también permite un espacio a nuevos árboles y pájaros, a que otra vida surja. Capaz que en un tiempo más hasta el humano busque ir a meterse, pero en mi opinión debiese mantenerse así. Todo esto está dentro del Parque Nacional Alberto de Agostini. El Estado debiese velar por la protección de estos lugares. Entiendo que la Ley de protección de glaciares fue descartada, no se si el proyecto era bueno o no, pero el Estado debe velar por estos ecosistemas que permiten el bienestar de los lugares que habitamos y también tienen un valor turístico, cultural y quizá hasta económicos que ahora no somos capaces de ver.
Puedes conocer más sobre el proyecto- financiado por el Fondart y apoyado por Patagonia- Postales de Hielo acá y también ir a la exposición que tienen hasta el sábado 28 de julio en la Fundación Cultural Providencia