En tiempos difíciles, la gente quiere más de un líder que de la inteligencia, la integridad o la capacidad de construir muros realmente altos. Quieren a alguien que pueda decir un discurso convincente e inspirar un sentido de urgencia, alguien con carisma.

Este reporte fue publicado originalmente en The Atlantic por Matthew Hutson, lo que verás aquí es una traducción.

Durante décadas, los académicos han tenido dificultades para definir este factor X, pero están desarrollando una mejor idea de cómo funciona.

Según una teoría evolutiva propuesta por un par de psicólogos, el carisma es la capacidad de convencer a los seguidores de que pueden lograr que otros miembros de un grupo más amplio cooperen. Estos investigadores descubrieron que la exposición al carisma aumentaba la generosidad: los sujetos que vieron una charla TED de un hablante carismático más tarde le dieron más dinero a un extraño que aquellos que vieron uno que no era carismático. Y pensar en una persona carismática (versus un conocido) hizo que las personas fueran más propensas a cooperar con un extraño.

Estamos más influenciados por el carisma cuando carecemos de datos en el registro de un líder.

Los investigadores también calificaron el carisma de los candidatos presidenciales del pasado, combinando sus discursos con tácticas carismáticas: narración de historias, expresión de convicciones morales, establecimiento de metas altas. Sólo cuando los indicadores económicos se confundieron, el carisma se correlacionó fuertemente con los votos recibidos.

Para conducir, debes descansar; la fatiga mina el carisma. Los investigadores pidieron a los estudiantes que dieran un discurso después de despertar a la mitad de ellos durante la noche. Los espectadores dieron a los hablantes -privados de sueño- marcas inferiores en carisma. También calificaron a los oradores como menos carismáticos después de su noche privada de sueño.

Un poco de misterio puede aumentar el carisma. Cuando el éxito de un gerente (otro) se atribuyó a factores intangibles (“perspicacia y visión”) en lugar de esfuerzo (“lealtad y largas horas”), se calificó como más carismático. La gente prefería un abrazo de un líder carismático a un abrazo de un trabajador; ellos también preferían su amuleto de la suerte, como si su magia pudiera contagiarse.

El carisma no es magia, sin embargo; está influenciado por factores mundanos como la altura. Entre los gerentes holandeses, los subordinados veían a los hombres más altos como más carismáticos. Y los sujetos con respuestas rápidas a las preguntas de conocimiento general fueron considerados ingeniosos, graciosos y carismáticos por los amigos. De hecho, la velocidad mental fue un contribuyente más fuerte al carisma que el cociente intelectual o la personalidad.

Si bien la altura y la rapidez mental se nos escapan a muchos de nosotros, el carisma se puede enseñar. Cuando los investigadores capacitaron a gerentes de nivel medio y estudiantes de MBA durante 30 a 90 horas en 12 “tácticas de liderazgo carismático”, como usar metáforas y gestos, descubrieron que el carisma había mejorado.

Domina estas tácticas, y la gente puede seguirte a cualquier parte. Sólo recuerda, el carisma se puede usar para bien o para, bueno, construir muros. Deslumbra de forma responsable.