Básicamente Chile no tiene la obligación de negociar nada pero sería decente que los dos países tuvieran la delicadeza de sentarse a conversar de manera diplomática.

“La Corte, por 12 votos contra 3, concluye que la República de Chile no contrajo la obligación de negociar un acceso soberano al mar para el Estado Plurinacional de Bolivia. Sin embargo, este fallo no debe interpretarse como algo que impida buscar una forma de entablar un diálogo sobre este asunto entre ambas naciones”, dijo el juez Abdulqawi Ahmed Yusuf, quien fue el encargado de leer el fallo de la CIJ.

Evo Morales quedaba así con una cara de decepción que dio la vuelta al mundo y Sebastián Piñera por su lado celebraba como si se tratara de una victoria futbolística, en una imagen un tanto ridícula que probablemente dio la vuelta al mundo también.

Terminaba así la demanda que Bolivia presentó el 2013 contra Chile frente a la CIJ, por medio de la cual buscaba que Chile tuviera que negociar “de buena fe” la salida “soberana” de Bolivia al mar. El argumento boliviano se sostenía en que Chile supuestamente había pometido y no cumplido con la obligación de negociar un “acceso soberano” al océano pacífico por tierra y un puerto. La posición chilena por su lado fue siempre la misma: que el acuerdo de paz firmado en 1904 luego de la guerra del pacífico había dejado todo estipulado de manera inamovible por los siglos de los siglos y que no había nada que conversar.

La resolución de La Haya entonces da por un lado razón a Chile, en el sentido de que no está obligado a conversar, pero si insta, al estilo de un inspector de colegio, a ambas partes a retomar el diálogo diplomático, cosa que no sucede desde 1978.

Mientras unxs celebraban la decisión de la Haya, muchxs otrxs se encargaban de recordar que tanto patriotismo por el mar carece de sentido si se considera que buena parte de esas aguas está en manos de 7 familias de empresarios.