Un joven penquista arriesga una multa de más de 200 mil pesos por comerse un completo en la calle. Una completa estupidez.
Las multas por comer en la calle no son algo nuevo y no sólo pasan en Chile. Son diferentes casos los que han atacado el sentido común. ¿Por qué no se puede comer en la calle? ¿Por qué no podemos comprar alimentos en nuestros barrios y comer?
No podemos evitar pensar en las múltiples consecuencias que tiene comer en lugares sin certificación sanitaria. Pero los puestos de comida estandarizados por la ley también a veces caen en vicios de suciedad y provocan enfermedades o hasta muertes si tienes pésima suerte. Esto no se equipara, no es lo mismo, pero pasa en todos lados, hasta en tu casa.
Ahora, hablando de lo que realmente cuida la policía- que trabaja bajo parámetros del neoliberalismo- es el dinero. No tu salud. Por la misma razón también multa a quien compra en la vía pública a los vendedores ambulantes o a quien compra o dona dinero en el metro. Lo que le preocupa a la policía es precisamente eso que defiende. El dinero que no está entrando al país por compras mínimas de puestos que no están relacionados con el Servicio de Impuestos Internos.
“Salí de mi facultad con una compañera que me invitó a comer un completo en un carrito que ha estado hace más de dos años al lado de la facultad. Lo compré y después de que lo estábamos comiendo, cuando veníamos caminando, un inspector municipal me pidió los datos y (me dijo) que estaba citado a declarar por haber comprado productos en un lugar que no estaba autorizado”, relató Cesar Soto.
La multa sólo corrió para él porque su compañera ya se había comido el completo, por suerte.
La tarea del alcalde de Concepción, Álvaro Ortiz, es “combatir el comercio ambulante”, combatir aquellos puestos vulnerados que compiten por un lugar en el oscuro mercado de los permisos y los consejos municipales.
¿Quién puede vender? ¿Quién puede comprar? ¿A quién multa la policía?.
Sabemos que hay algunos que pueden acceder a permisos a través de trámites y burocracia eterna, otros consiguen favores políticos para tenerlos, algunos esperan y otros no pueden esperar, no tienen tiempo o dinero que les permita aguantar la supervivencia de la ciudad.
¡Dejen a la gente comprar tranquila! Déjenos disfrutar del completo preparado frente a nuestros ojos, enfrentar toda la información que ya manejamos como que pueda caer en la ilegalidad del impuesto, de la sanidad. No es nada nuevo, no es algo que no podamos manejar, es una elección política comprar en un carrito y no en un Doggies o en un patio de comidas del Mall.
Querer comprar en la calle a otro de los nuestros, a alguien que trabaja todo el día como nuestros padres o nosotros mismos. Esta elección es nuestra y no nos pueden multar por entender dónde estamos. Son otros los que deberían entender dónde estamos, a dónde vamos y que no nos vamos a callar.