Hace unas semanas aquí mismo escribí sobre lo emocionante que iba a ser ver por primera vez a Death Cab For Cutie, una de mis bandas favoritas, en Fauna Primavera.

Foto por Felipe Morales para Parlante.cl

 

Y el día llegó, estaba súper preparada para lo que iba a ser uno de los mejores conciertos de mi vida, pero pucha, no fue tan así, de hecho, no fue para nada así.

El show iba a empezar a las 9 en punto, así que una hora antes, cuando terminó Javiera Mena, fui al sector de comidas: pésima idea, todo estaba colapsado, eran cinco carritos de comida para todo el festival y todo a un precio como estuviésemos viviendo en zona de catástrofe (dos mil quinientos una botella de agua). Primero hice una fila en el carro que se veía más vacío, pero de repente avisaron que había una hora de espera (ok saludos bai), así que me metí en la fila de las pizzas, porque me dijeron que avanzaba rápido y que se demoraba diez minutos.

Cuando ya pasaron más de cuarenta y cinco y todavía no veía señales de llegar a la caja, decidí abortar misión porque no me iba a perder las primeras canciones de Death Cab por una pizza.

Esto es una falta de respeto a todo el público porque ok, está bien que no dejen entrar comida, pero si la única opción es comprarles, no es aceptable que para gastar cinco lucas en una quesadilla o un café, signifique, además, perderse un show completo.

En fin.

Con mucha, mucha, hambre, caminé al escenario y traté de meterme entre la masa de gente, no tan adelante y tampoco tan atrás, no tan adelante porque hace poco me operaron de la rodilla y no me podía exponer a la fanaticada real si es que se ponían a saltar y tampoco tan atrás donde generalmente está la gente que no le importa mucho la banda.

El show empezó a la hora, estaba ansiosa porque finalmente llegó el día que tanto esperaba y me lo estaba tomando con mucha calma, más de la que esperaba. Todo estaba sonando súper bien, la música me estaba atrapando, todo era hermoso, pero una parte del público no tenía ningún respeto por la banda ni por la gente que de verdad quería escuchar, ni siquiera había interés en poner atención en lo que estaba sonando: adelante mío la gente conversaba, se tomaban selfies con flash, demasiada gente pedía permiso para pasar, se escuchaban murmullos durante todo el show, habían muchas personas borrachas y ese momento tan íntimo que quería vivir, donde sólo quería escuchar la voz de Ben Gibbard, no estaba funcionando. De hecho en un momento pasó una conocida, me saludó, quería meterme conversa y yo con mi atención en el escenario le dije muy en buena “Pucha, ¡esta es mi canción favorita! hablemos después” y se enojó, SE ENOJÓ, EN UN CONCIERTO, SE ENOJÓ PORQUE QUERÍA ESCUCHAR MI CANCIÓN FAVORITA.

Algunas personas me comentaron que encontraron fome el show de Death Cab For Cutie. No sé, yo me quiero quedar que fue por el poco y pésimo ambiente, por el público poco respetuoso, porque yo también quedé con gusto a poco, me dejó con una sensación de que todo estuvo un poco tibio.

Sé que este reclamo es súper repetido, sabido y de todos los años, porque no es novedad que la mayoría de la gente va a estos festivales más por la selfie que a escuchar música, pero creo que el reclamo será necesario hasta que aprendan que hay que respetar a los que realmente van a escuchar música. Llegué al punto en el que estoy considerando seriamente no ir más a festivales, porque siempre que hay shows que me gustan mucho, termino reclamando por lo mismo: el público es irrespetuoso, pajero, la gente que va a carretear y que no tiene interés en la banda se pone a conversar y no deja disfrutar y al final sólo paso malos ratos.

Demás está decir que súper complejo ver el show por la cantidad de pantallas que están grabando videos ¿cuántas personas realmente vuelven a ver los videos que graban? ¿cuántas personas realmente ven las historias de Instagram de conciertos? Si ayer no hubiese estado tan volada, fijo me hubiese puesto a discutir con alguien.

Díganme vieja, amargada, reclamona, pero pucha, qué ganas de haber disfrutado este show en un lugar más reducido, con un asiento, con pura gente dispuesta a escuchar. Death Cab For Cutie, ojalá puedan volver solos, solo para gente que los valore.