Entre agosto del 2017 y julio del 2018, se deforestaron casi ocho mil kilómetros cuadrados, la destrucción aumentó en un 13,7% este año.

Y Bolsonaro está súper a favor de seguir explotándola y ya tiene proyectos listos para seguir con su plan. Súper bien. De hecho en los tres últimos meses de campaña la deforestación se intensificó solamente ante la especulación de que Bolsonaro iba a flexibilizar las leyes que lo restringían.

El Amazonas es la selva tropical más grande del mundo: hay 10.000 especies de árboles y hay una gran cantidad de especies animales y vegetales que ni siquiera los científicos han podido descubrir. Absorbe un 10% de las emisiones de dióxido de carbono y produce el 20% del oxígeno del planeta.

Este último período, según datos entregados por el Ministerio del Medioambiente de Brasil, en este último año se deforestaron 987.000 hectáreas, que son como 987.000 canchas de fútbol profesional: NOVECIENTOS OCHENTA Y SIETE MIL y los mayores culpables serían los latifundistas y empresarios que explotan ilegalmente la madera.

Para los ambientalistas nacionales e internacionales, esta deforestación es muy peligrosa porque la Amazonia llegará a un punto sin retorno, en el que la selva no tendrá más la capacidad de crecer ¿y qué podría hacer peor todo esto? Que un presidente no crea en los problemas medioambientales y esté de acuerdo con deforestar una de las zonas naturales más importantes del planeta.

Jair Bolsonaro ya ha dicho en muchas ocasiones que pretende legalizar la explotación minera en reservas protegidas, además de entregarle poder de explotación a otros países como Estados Unidos porque según él “El Amazonas no es nuestra (de Brasil), y digo esto con mucha tristeza, pero es una realidad y tenemos que dividir la región para explotarla”.

El Amazonas produce aproximadamente la mitad de su propia lluvia, ya que recicla la humedad mientras el aire se mueve desde el Atlántico, a través del continente, hasta el oeste. Esta humedad es importante para alimentar el ciclo de agua de la tierra e influye completamente en nuestro bienestar, en la agricultura y en el comportamiento de las lluvias de muchos países de América del Sur.

Según distintos biólogos, los cambios climáticos por la deforestación y el uso excesivo del fuego, han influido en el ciclo natural de las aguas de la región, lo que alterará todo el “sistema amazónico”, destruirá su biodiversidad y por supuesto que nos afectará a todxs como planeta.