Y ni siquiera los videos de perros y gatos pueden abstraerme de la sensación de que el fascismo se está tomando el discurso público.
Lo primero que hago al llegar al trabajo es prender el computador, abrir el mail y entrar a distintos medios para informarme, una rutina que últimamente sólo ha hecho que me deprima y que empiece el día con un pésimo ánimo y le de un sabor amargo a mi pancito con palta y salame que me compro en el minimarket de la esquina: desde Camila Flores diciendo abiertamente ser pinochetista, el gobierno defendiéndola diciendo que no apoyarla es ser irrespetuoso con la diversidad, Bolsonaro siendo Bolsonaro, Urrutia arrimándose a Kast después de burlarse de la diputada Emilia Nuyado por hablar en Mapudungún y así, podría seguir con noticias de cómo la ultra derecha se está tomando el discurso público y muchos, MUCHOS, al parecer les encuentran la razón.
Después, tengo la pésima costumbre de leer los comentarios de esas mismas noticias y me deprimo mucho más.
Como no es suficiente el odio que siento hacia mí misma, después de todo eso entro a Twitter, donde todos somos un comentarista de Emol. Todo es terrible, todo es violencia, todo es una locura. Menos mal no veo los matinales en la mañana, que sería lo único que me faltaría para definitivamente detestar profundamente mi vida.
Algunos pensarán que ok, en Internet unx elige qué consumir y podría estar viendo otro tipo de noticias y puros videos de perritos en piscinas (ideal para estos días), pero lamentablemente trabajar en un medio (y considero que simplemente vivir) te obliga a informarte con lo que está pasando en el país y en el mundo de alguna forma.
El problema está en que los medios deciden qué mostrar y como están viviendo una crisis (donde han cerrado muchísimos diarios y revistas) la única forma que actualmente tienen para sobrevivir es tener más visitas y likes, no es una gran ciencia pero más clicks = más visitas = números más altos = más publicidad = el medio puede existir y pagar sueldos. ¿Y qué contenidos son los que generan más clicks? Los polémicos, los que hacen a la gente debatir, los que prenden nuestras pasiones y terminamos comentando y peleando con desconocidos. Los medios son un arma de doble filo porque, además de decidir qué informar (como siempre ha sido), han hecho que por la necesidad de su existencia, potencien personajes nefastos que cautivan a otros que necesitan sentirse parte de algo y “la patria” es el señuelo perfecto para los comentaristas de Emol y Youtube.
¿Estamos volviendo a un mundo fascista por culpa de los me gusta y compartidos? ¿la rabia y exceso de información ha sacado el fascista interior que todxs llevamos dentro? La tolerancia y la energía para discutir no existe, pero por favor no piensen que me refiero a tolerancia como soportar mensajes de odio y que reprime las libertades personales de los demás, la palabra está manoseadísima y ya perdió su significado, tolerar no es respetar cualquier tipo de opinión o agresión, a lo que voy es que entrar a Twitter es ver que todos los que escriben tienen la razón absoluta, es estar a la defensiva y siempre tener el comentario más chistoso o acertado como para cagarte al otro, no se puede debatir con nadie porque todo es un ataque (y hago un mea culpa porque como usuaria-twittera también caigo en eso).
He conversado con muchos amigxs y no soy la única que está pasando por esta depresión, somos muchxs lxs que sentimos que el mundo nos está comiendo. ¿Podemos hacer algo al respecto?
Generalmente pienso que no, pero cuando ando mas positiva y reflexiva creo que sí, creo que la solución está en cambiar nuestra cotidianidad. Va a sonar asqueroso, como del peor libro de Pilar Sordo, pero lo único que nos queda es hacer cambios en nuestro día a día, en cómo nos relacionamos con la gente, con el mundo, luchar contra el fascismo explotando nuestra creatividad e inteligencia, si al final, en los momentos más críticos de la historia es cuando surgen grandes movimientos artísticos, es cuando la gente más se organiza, es cuando la sociedad siente la necesidad urgente de generar cambios.
Hay que actuar desde los medios y capacidades que tenemos y, aunque cueste, que la rabia no nos domine si es que no es para generar un cambio. Vomitarle mierda e insultar a gente que ya está vomitando mierda e insultando es tratar de apagar el fuego con fuego, decirle ignorante o mandar a leer a alguien no genera ningún interés en el otro en reflexionar sobre su opinión. Tenemos que ser más inteligentes que ellos, tener estrategias como sí la tienen los grandes fachos líderes que saben cómo cautivar a la gente, saben perfectamente qué discurso vender y cómo hacerlo, saben dar vuelta a una persona que vivió en dictadura, que la sufrió y que ahora pareciera que se le olvidó todo lo vivido por comprarle el discurso a un facho que vende la consecuencia como un gran valor.
Por otro lado, tal vez tenemos que dejar de darle tribuna a personajes nefastos y vetarlos completamente, desde no comentar en las noticias que aparecen, no contestarles en redes e ignorar su estupidez humana, así, tal vez, los medios dejarán de publicar sus nombres (o por lo menos no todos los días), porque la falta de interacción de nosotros hará que deje de ser un tema interesante.