La lucecita de esperanza está puesta en un proyecto de Ley que busca sancionar el negacionismo y los discursos de odio, mientras el Gobierno busca pasar por “diversidad” y “tolerancia”
A diferencia de Chile, los países serios condenan la violación de los derechos humanos, la defensa de dictadores y genocidas.
Mientras en Chile un grupo inquietantemente creciente (o eso nos buscan hacer creer los medios) enaltecen las figuras que representan represión, violación a los derechos humanos, genocidio, terrorismo de Estado, violencia sistemática, corrupción y robo, en Gran Bretaña condenaron a una pareja de neonazis que nombró a su hijo en honor a Hitler, uno de los peores genocidas de la historia, junto a otros como Augusto Pinochet.
En Chile mientras tanto, el Gobierno defiende la idea de apoyar la violación de derechos humanos con el pretexto de la “diversidad” de opiniones y del no sentirse “incómodo” abrazando el “pinochetismo”, pese a que existen documentos legales, testimonios, detenidos desaparecidos, ejecutados y asesinados que demuestran que no se trata de diversidad lo que se está tratando de defender sin evidencia ni pruebas, sino que de simple y puro fascismo.
Chile y el auge en aumento de los movimientos fascistas de derecha se han aprovechado de los medios de comunicación para esparcir sus mensajes sin argumentos sobre los cuales buscan separar el pinochetismo o ser fan de la figura de Augusto Pinochet de lo que hizo bajo su dictadura militar, es decir la violación sistemática de los derechos humanos.
En Inglaterra, un país serio, se pena el negacionismo y la defensa de estas figuras que sólo representan y traen odio al país y a la sociedad con cárcel o con penas creativas que los jueces estimen convenientes.
Los países que han vivido situaciones similares a las dictaduras en América Latina, han creado normativas que pueden ser utilizadas como jurisprudencia a tomar de ejemplo para fomentar leyes inclusivas, de respeto, que unan y penen con cárcel las conductas que de quienes defiendan procesos de horrores que se han vivido en el mundo.
Cuando el juez Melbourne Inman sentenció con seis años de cárcel a Adam Thomas, y con cinco a Claudia Patatas, padres de un bebé a quien nombraron Adolf en honor a Hitler lo que está haciendo es poner este caso como un ejemplo para que nadie en ningún lugar, incluido Chile, vuelva a honrar a un genocida o a defender ideas extremistas que sólo hacen alusión a la violencia.
Estos dos ingleses además de honrar a Hitler participaban del grupo Acción Nacional, un grupo neonazi que celebra asesinatos, en particular el de Jo Cox, miembro del parlamento miembro del Partido Laborista.
Cuando los condenaron, el juez dijo que “Han actuado juntos en todo lo que pensaron, dijeron e hicieron, al nombrar a su hijo y las fotografías perturbadoras de su hijo rodeado de símbolos del nazismo y del Ku Klux Klan”.
El secretario de Estado de Inglaterra que prohibió que el grupo Acción Nacional siguiera funcionando, Amber Rudd, describió a estos neonazis como “racistas, antisemitas y homofóbicos” ya que es una “organización que despierta el odio, glorifica la violencia y promueve una ideología vil”.
El mal es banal, ya lo decía la judía Hannah Arendt. La maldad viene de las conductas burocráticas más ingenuas, de los discursos que parecen amables, tranquilos, como los que José Antonio Kast enuncia con tanta tranquilidad.
La estrategia de la derecha es hacer pasar por diversidad, por libertad de expresión, por derecho a expresarse o como un derecho humano el defender a los genocidas o la dictadura o lo que representa un dictador, y hay muchos que lo creen, que respetan estas opiniones, que no las condenan y que como Camila Flores gritan con orgullo que son pinochetistas.
Estamos mal.
Estamos en crisis.
La institucionalidad está crisis, la confianza de la sociedad a los partidos políticos está en crisis, los partidos políticos están en crisis y el fascismo está creciendo mientras vende su ideología conservadora y castrante como un pack bajo la excusa de hacer crecer el país en economía. ¿Cuántas personas votaron por Sebastián Piñera para que Chile creciera o para que llegaran Tiempos Mejores? ¿Cómo está el país a menos de un año de su mandato?
Estamos mal.
Por eso cobra suma urgencia la aprobación del proyecto presentado por la Comisión de DD.HH que busca sancionar incluso con cárcel el negacionismo de los crímenes de la dictadura junto con los discursos de odio.
Pero adivinen quienes se oponen, e incluso han acusado totalitarismo en este proyecto.
Si, adivinaron perfecto.