Pacto de Sangre, de canal 13, es en mi opinión la mejor del tele-serie del año.
Empecé a ver Pacto de Sangre con una mezcla de morbo y sarcasmo. Así como todo el mundo se pone a ver las telenovelas chilenas, aceptémoslo, con ánimo de chaquetear más que otra cosa. De buscar los errores, las pifias. Que la escenografía se ve pobre, la iluminación no se qué, que si las actuaciones son sobre-actuadas, que si Pablo Macaya está actuando de Pablo Macaya, etc.
Algo para tuitear y reírse. De pesado nomás. Pero tu y yo, fanati-cores de PDS, sabemos que nuestra adicción empezó así.
Es que siendo 100% honesto, para mí el asunto pintaba mal desde el minuto que encontré que la promo era un plagio al video de “Two Many Friends” de Placebo, que hizo Bret Easton Ellis.
Pero ya, acércate que te lo cuento al oído, para ser más sincero aún debo decir que esa hueá me encantaba, que me seducía secretamente la referencia, por lo rebuscada e improbable. Bueno y por ser Placebo y Bret Easton.
Entonces. La verdad es que empecé a verla desde el segundo capítulo y se transformó en un ritual sagrado de martes a jueves al cual he logrado incorporar a harta gente. En el camino también por supuesto mucha también se fue sumando por si sola.
Desde el primer momento me tincó que Pacto de Sangre estaba destinada a convertirse en la nueva Fuera de Control. Que aunque no arrasara en rating, sí tendría una fanaticada bien incondicional. De esa gente que latea en los carretes y el trabajo con lo buena que es. Que si se encuentra con otro seguidor, la comenta extasiado, teoriza de hacia dónde va la historia, se ríe con complicidad de los aspectos más superficiales de la novela.
Porque nos gusta decirle así: la novela. Y es por un lado en joda a que es muy una telenovela pero también está tan bien escrita que podría ser una novela. No sé sí me doy a entender.
Lo que me tranquiliza es que el Copihue de Oro que se ganó reafirma en letras doradas la teoría de que Pacto de Sangre está destinada a ser una obra de culto.
La sinopsis creo que todo el mundo la conoce pero si no, te cuento que se trata de un grupo de zorrones que para su despedida de soltero contrata a una stripper, que es menor de edad y que muere en medio del ritual zorrón. Suena sórdido y retorcido. Y lo es y eso es solo el comienzo. De ahí para adelante se mezcla en la intriga y en el laberinto sin salida de los asesinos y de la familia que busca verdad y justicia (¿te suena?) el rol de los medios, de la policía y la justicia, el sistema educacional, la explotación sexual y la lucha de clases. Se diseccionan también los mecanismos de control de las familias adineradas y la intemperie social en la que viven las pobres.
Lo otro es la adicción, el morbo, voyerismo que produce ver cómo el secreto empieza a corroer al grupo de amigos. A car-comerlos vivos. Noooo es que es muy buena. Esa sensación, más el vértigo que produce esa sospecha/certeza de que todo el mundo guarda secretos grandes, de que nunca se conoce del todo ni a la persona que tienes más cerca, el relativismo de los límites, de hasta dónde uno es capaz de llegar para proteger lo suyo, o a los suyos. Una serie es buena cuando aparte de tener una historia buena tiene personajes que palpitan, sudan y sangran. Que gracias a su tri-dimensionalidad son casi más personas que personajes.
Nooo es que es muy buena.
Lo mejor del año. Quizá, por ahí, la tercera temporada de Fargo (que es del 2017 pero salió este año en Netflix) le hace pelea. O Perros de Berlín. Pero Pacto de Sangre acuérdense de mí que va ser una novela que va trascender.