La periodista de CNN explicó con peras y manzanas por qué “hay limites que no se pueden cruzar sin convertirse en lo que se está criticando”.
Ayer analizamos los dichos de Marisela Santibáñez, que en el marco del festival de los abrazos del PC, tomó el micrófono para hacer una peculiar defensa al diputado del Gabriel Boric y el #poleragate (la recepción con una sonrisa de la cara de una polera con la cara de Jaime Guzmán con dos balazos en la frente).
Hablando a la velocidad de la luz dijo que “si yo fuera tan radical como soy digo bien muerto el perro, lo digo con convicción. Fue esta diputada la que estuvo presente en la peña de Ricardo Palma Salamanca, y lo sabe mi madre, mi partido y mis compañeros comunistas”.
Por supuesto el escándalo se desató, la UDI aprovechó de jugar al empate en temáticas de DD.HH. con la oportunidad gratuita, el gobierno salió a condenar los dichos y probablemente la oposición en pleno se tomaba la cabeza a dos manos.
El autogol había sido demasiado evidente.
Sin embargo por plantear eso, y de pasada decir lo injusto que Santibañez había sido con el reino animal, en específico los perritos, se nos tildó de amarillos. Capaz lo fuimos.
Ahora, a modo de experimento quisiéramos ver cual será la reacción tras escuchar a Queen Mónica condenar bastante más radicalmente los dichos de la diputada Santibañez
“Está bien que haya pedido disculpas, sobre todo a la familia de Guzman, pero no basta. Está mal que lo haga a raíz de las reacciones y también que lo reduzca a una frase poco feliz”, dice Rincón.
Continúa diciendo que no son suficientes sus disculpas cuando usa como escudo decir “que no tienen nada que ocultar pero eso es evidente porque esta el video”.
“Es incomprensible lo sucedido porque ella habló para defender a Boric que ya había pedido disculpas (…) asi se polariza la política y se espera bastante más de quienes trabajan profesionalmente en ella”, expuso Rincón.
Luego arremete: “Más allá del juicio que se tenga de Guzman, que fue parte de la dictadura, fue asesinado en democracia y no depende de la calidad personal ni moral de quien se mata en democracia para que esto sea inaceptable”.
“Hay limites que no se pueden cruzar sin convertirse en lo que se está criticando”, concluye. Mira la editorial completa a continuación.