Luis Lillo fue víctima de una brutal y cobarde agresión homofóbica al igual que Carolina Torres y esto sencillamente no puede seguir pasando.
por Jaime Pérez Vera
Luis, tenemos que disculparnos como sociedad porque te hemos fallado. A ti y a toda la población LGBTIQ+ que históricamente hemos criminalizado, discriminado, agredido, matado, estigmatizado su expresión de género, proscritas sus expresiones de cariño y con ello, traumatizado de por vida. Asumimos nuestra responsabilidad histórica y de aquí en adelante ocuparemos todas nuestras fuerzas y recursos legales en que ningún tipo de violencia vuelva a victimizarte a ti o a cualquier individuo, a causa de su orientación sexual.
Así creo que debiésemos comenzar cualquier análisis de la situación violenta vivida por Luis, haciendo un examen de nuestras fallas como sociedad, pidiendo disculpas y procurando tomar acciones para el futuro.
En la era de las redes sociales, incluso crímenes horrendos pueden ser viralizados, lo que constituye una ventaja testimonial y un reflejo de nosotros mismos y de nuestros prejuicios. Lo podemos escuchar en los agresores de Luis, que sin conocerlo junto con golpearlo le dijeron “violador de niños” o “depravado”, lo que revela el contenido que de manera subconsciente aún pervive en nuestra cultura como relación innata para una persona homosexual. Un lenguaje cuasi patológico heredado del Siglo XIX y que se vulgarizó en el mundo para cuajar como una visión de perversión sobre el amor entre parejas del mismo sexo.
Tenemos el duro testimonio de las imágenes, vemos su cuerpo recibir los salvajes golpes de una ira producto de una ignominia o ignorancia histórica, pero no escuchamos a nadie pedir perdón, asegurar la recuperación y reparo del cuerpo y la mente de Luis ni tomar acciones para que hechos como este, o el de Carolina Torres, no vuelvan a ocurrir.
No sirven las frases de repudio retórico, las condenas a posteriori, las declaraciones políticamente correctas porque resulta que es mainstream ser gay friendly.
¿De qué sirven las frases vacías de condena y repudio sin garantías reales de seguridad física y mental para la población LGBTIQ+?
No he dejado de pensar en la frase del escritor inglés E.M Forster quien en 1914 terminó de escribir su novela de amor homosexual “Maurice” y puso una frase de inicio que dice: “Dedicada a tiempos mejores”. Cruel ironía con los “tiempos mejores” de nuestro país, en los cuales vemos femicidios, agresiones y muertes de homosexuales, lesbianas y trans a diario como parte de las noticias policiales en nuestros medios de comunicación.
¿Sabrán nuestras autoridades que en el siglo pasado alguien pensó la frase “tiempos mejores” como un momento, ahora visto como idílico, en el que las personas gays podríamos vivir con plenitud nuestra sexualidad? No creo.
La novela (tiene película también, arriba el trailer) fue publicada tras la muerte del autor, en 1971, por lo que Forster jamás llegó a ver esos tiempos mejores. Otra cruda ironía, porque tras las agresiones de Carolina o Luis, pareciera ser que como homosexuales chilenos tampoco estamos viviendo estos tiempos de esperanza y realización plena. Estamos lejos de un final tan esperanzador como el de Maurice en la novela. Pero no les haré spoiler por si alguien quiere leerla.
El diagnóstico es triste, basta con leer los comentarios de la gente en redes sociales, y de seguro que este texto también los tendrá, para darse cuenta de la violencia normalizada que vivimos la personas LGBTIQ+, cuya representación menos virtual y más salvaje la hemos visto ya este año al menos dos veces en los testimonios de los familiares de Carolina o en la propia madre de Luis: “Ya no sé qué más decir, estoy mal por la situación, verlo como está. No puede dormir en la noche, despierta llorando (…) aparte de la golpiza le dijeron muchas cosas feas”.
Me pregunto entonces ¿qué nos queda? Y las respuestas han sido la parte más compleja de esta nota, porque solo esperar que la justicia condene a los imputados por robo con violencia y evalúe si se puede aplicar la Ley Zamudio es no hacer nada nosotros mismos.
Aquí es cuando se me viene a la mente el espíritu de fortaleza y rebeldía que en 1969 marcaron los disturbios de Stonewall en Estados Unidos, y pienso que la solidaridad de la población LGBTIQ+ es fundamental como gesto de acogida entre nosotros mismos y ejemplo para que la sociedad en su conjunto abrace nuestra causa como parte de la construcción de una sociedad más democrática.
Por ello planteo actuar solidariamente y decir:
Luis Lillo, todos estamos contigo, toda la sociedad en su conjunto está contigo acogiendo el dolor de la injusticia y cuidándote para tu recuperación física y emocional. No pararemos de trabajar hasta que nos dejen de matar, dar golpizas, discriminar, hacer bullying, traumatizarnos de por vida.
Cuando podamos expresarnos públicamente como deseemos, besarnos, abrazarnos y que nuestras miradas no sean obscenas. No pararemos de escribir, marchar y gritar hasta que tengamos protección, justicia y reparación por parte del Estado y la sociedad en su conjunto.
https://www.facebook.com/AhoraNoticias.Mega/videos/417662695475681/