Hace más de 10 años que la televisión no es la misma y no le echemos la culpa a Netflix, porque fácilmente ambos formatos podrían sobrevivir si existiese una televisión que se ajuste a las preferencias del público. Buenos guionistas hay, actores, para qué decirlo, el problema es que a la televisión le falta reflejar la realidad, pero hasta sus realities son más falsos que Kast diciendo que no es de ultraderecha.
Las teleseries siguen jodiendo con el formato del rico y el pobre, presentando una que otra vez algún personaje homosexual para demostrar a la audiencia que los tiempos han cambiado; pero la televisión no ha cambiado, sigue siendo la misma, pero nuestra preferencias van mucho más allá. Ahora tenemos opciones.
Sin embargo, todavía existe una luz de esperanza: lo vimos con Pacto de Sangre hace poco; nos sentimos impotentes con Bala Loca; y como no, nos hicimos fanáticos de El Reemplazante.
Este serie fue bastante ignorada por los medios. Poco se habló de ella y de lo que significó para el contexto que vivimos. Sin duda es una serie transversal, con actuaciones de primera calidad y locaciones que nos demuestran que Chile va más allá de las escenografías de cartón donde nos intentan convencer de que los actores se encuentran en La Dehesa.
La serie nos muestra un economista caer en desgracia, cayendo preso y volviendo la comuna de San Miguel, de clase media, lejos de los folletines turísticos que muestran a Chile como el país OCDE del que intentan convencernos que pertenecemos. Vuelve con su familia, a la que había olvidado después de dejarse llevar por las frivolidades que entrega Vitacura, y si bien es recibido con los brazos abiertos por su padre, no lo es tanto por los alumnos donde realiza clases de matemáticas como profesor reemplazante.
Con los ojos del profe conocemos las desvirtudes de la educación particular subvencionada, esa donde a los alumnos los hacen pasar de curso sin mayor mérito sólo para recibir fondos que se lleva un inescrupuloso sostenedor.
La violencia existente provocada por la frustración al saber que no hay meritocracia en nuestro país, el ser homosexual y ser pobre, el narcotráfico, ser madre soltera a los 15, y si bien lloramos y sufrimos por el destino de nuestros personajes favoritos, también aprovechamos de reírnos. Todo eso nos entregó el Reemplazante.
La serie tiene un elenco nunca antes visto ¿Dónde están esos chicos ahora? Cada uno nos convence del rol al que se apegan con tanta dedicación. Es una serie que incomoda, porque es real y la televisión es ficción incluso cuando intenta ser sincera; bien lo vemos en los noticieros y en los matinales.
Karla Melo se roba la película, es lejos una de las mejores actrices que nos ha entregado esta nueva ola de transición de la televisión hacia una corriente donde el contenido online ha proliferado. Sebastián Ayala, como Maicol, se transformó en el antihéroe más importante dentro de la televisión juvenil.
En fin, ha pasado tiempo desde el último capítulo de la serie, pero quizás no sea demasiado tarde para concretar estar propuesta. De seguro el resultado sería increíble, y si Karkú pudo tener tres temporadas definitivamente el Reemplazante se merece una.
La buena noticia es que ambas temporadas de la serie se encuentran disponibles en Netflix, y siempre se encuentra dentro de las tendencias de la plataforma. Vela y únete a esta cruzada, porque todos saldremos favorecidos con más de estas historias.